Una misionera española en Haití: «La gente tiene muchísimos problemas para comer cada día»
Tras el secuestro y la liberación de seis religiosas en Haití, Obras Misionales Pontificias ha hablado con la misionera Rosario Fumanal, de la congregación Jesús-María. Esta religiosa explica desde Haití la situación que se vive en el país, y cómo las misioneras permanecen a pesar de todo, con mucha prudencia pero sin miedo.
«Desde que mataron al presidente Jovenel Moïse en 2021 hay un vacío de poder total, y entonces las bandas aprovechan para ocupar el espacio abandonado», explica desde Haití Rosario Fumanal. «La situación aquí es verdaderamente caótica», explica. En la capital «hay tiros día y noche entre las bandas rivales que quieren dominar territorios, y luchas con la policía. En esas luchas hay muertos, te los puedes encontrar en la calle después de un día o dos días, a veces una semana».
Dada esta situación, las empresas se han ido para evitar las extorsiones que sufrían, dejando a miles de personas sin trabajo. Y además, todo ha aumentado de precio. «La gente tiene muchísimos problemas para comer cada día, más del 50 % de la población pasa hambre». Ante esta situación, se cuentan por miles los haitianos que han salido del país hacia Estados Unidos. Entre ellos médicos, profesores, y policías (1.500 de los 5.000 que hay). «Están hartos de luchar contra estos bandidos, de que los maten». La misionera desconoce la causa de tanta violencia, pero explica que la gente sospecha que hay intereses internacionales ocultos para que el país se perpetúe en esta situación.
La misionera Rosario Fumanal estaba destinada a Puerto Príncipe desde 2021, pero el pasado mayo sus superioras les indicaron que debían marcharse al norte de Haití, a la zona rural, donde la situación es algo más tranquila. «No quieren tener otra mártir», explica haciendo referencia a la hermana de su congregación, Isabel Solá, que fue asesinada allí en 2016. Rosario dejó la capital «por obediencia», pero está deseando regresar. «Tengo ganas de volver a Puerto Príncipe, pero por ahora no creo que nuestras hermanas nos lo permitan, y mucho menos después del secuestro de estas hermanas haitianas. Este hecho les ha dado la razón a nuestras superioras, esto dificulta nuestra vuelta a la capital».
Desde el norte de Haití, las hermanas de Jesús-María siguen adelante con toda la labor de la congregación en la isla, que además de llevar adelante más de siete colegios, ofrecen talleres para mujeres, medicina, agricultura, reforestación, acogida de ancianos… Y siguen apoyando su centro para discapacitados en la capital –liderado ahora por los laicos haitianos–, quienes siguen ofreciendo atención a personas que necesitan prótesis con mucha dificultad.
Las religiosas de Jesús-María en Haití viven con mucha prudencia: no van al banco, ni a la compra. «Tenemos mucho problema para desplazarnos de un sitio a otro, no solo por el mal estado de las carreteras, sino porque te puedes encontrar con barricadas en cualquier lugar y con bandidos, porque aunque no hay tantos como en la capital, se van extendiendo cada vez más». Todo lo hacen online, incluso la misa diaria. De esta forma gestionan los pedidos de material para las prótesis en el exterior, coordinan a sus colaboradores… Pero es preferible esto que cerrar su presencia allí.
La misionera quiere quitar hierro a la situación. «No te creas que es tan peligroso para nosotras», explica. «Miedo no he tenido nunca. Yo me planteo que ya soy mayor, ya tengo 76 años, he vivido mucho. Si me toca morir en Haití, pues amén».