La provocativa propuesta de dos sacerdotes a los solteros: «No existe tu media naranja»
Los autores de Checklist para elegir pareja aseguran que Dios no tiene pensada una pareja para cada persona, sino que «hay miles de personas que podrían ser mi príncipe azul o mi media naranja»
«Casamiento y mortaja, del cielo bajan», que reza el refrán castellano tantas veces repetido por nuestras abuelas. Pero parece que las generaciones de nuestros mayores, al menos en este punto, tal vez se equivocaban. O eso es lo que sugieren los sacerdotes José Brage Tuñón y Joan Costa, autores de Checklist para elegir pareja (Editorial Palabra, 2022).
El libro, que ya va por su tercera edición, es un compendio de consejos breves que ambos sacerdotes, con amplia formación en el acompañamiento a seglares presentan a jóvenes y solteros. De hecho, ambos tuvieron una amplia formación laical antes de ser sacerdotes, el primero como oficial de la Armada y buceador de combate, y el segundo como ingeniero de Telecomunicaciones.
Una «idea muy peligrosa»
En total son 18 tips que sirven de brújula para la elección de pareja. Y entre los que destaca uno que viene a romper con la idea tradicional –muy asentada en la tradición de la Iglesia– de que el cónyuge es una persona elegida por Dios para cada persona, de modo que aquellos que están llamados al matrimonio puedan vivir su vocación concreta.
Brage y Costa no se andan por las ramas: «Hay que huir de la visión romántica que dice: 'Hay una persona circulando por el mundo que es la que Dios tiene preparada para mí desde toda la eternidad, mi media naranja. Ella me hará plenamente feliz, y yo a ella. Tengo que estar atento a descubrirla y no dejarla pasar de largo, porque en ella, y solo en ella, encontraré mi felicidad. Ella es mi destino. Si la pierdo, frustro mi vida'». Una visión, afirman, que «es muy peligrosa». Y dan sus motivos.
Una certeza imposible
En primer lugar, ambos autores explican que esa idea hace imposible «tener la certeza de haber encontrado esa persona, supuestamente única e irrepetible, que Dios ha previsto para mí desde siempre». Y el motivo que aducen es que «esa persona encarna mi vocación y, en cuestiones de vocación, la certeza no es más que moral, nunca de fe: es decir, es imposible la certeza absoluta».
Bomba de relojería para el amor
Además, según su modo de ver, Brage y Costa señalan que «al aparecer dificultades en mi matrimonio, surgiría la duda de si esas dificultades son algo normal y una llamada a profundizar en el amor, o una indicación de que la persona con la que me he casado no es mi media naranja». Y al plantearse semejante duda, «sería fácil razonar así: me he equivocado y por eso mi matrimonio no funciona».
De este modo, «introducimos una bomba de relojería en nuestro matrimonio, que puede explotar en cualquier momento y aniquilar la esperanza de superar las dificultades y crecer en el amor».
Dificultad extra para el compromiso
Además, en una época marcada por la dificultad de asumir compromisos, ambos autores destacan que «esta visión romántica aún crea un problema más: ¿Y si esta persona que estoy dejando pasar, o con la que he cortado y dejo marchar, fuera mi media naranja? ¡Habría arruinado mi vida!».
Algo que lleva a que surja «el miedo a equivocarse, que lleva a mantener demasiadas puertas abiertas por si las moscas, por si alguna de esas personas fuera mi todavía desconocida media naranja». Y «con ese miedo en el cuerpo, no se puede avanzar y madurar en el amor, que nunca pasa a ser incondicional, siempre mantiene una duda».
Miles de príncipes azules
La propuesta que hacen a los solteros pasa por recordar que «Dios respeta nuestra libertad, más aún, cuenta con ella. Dios sabe con quién nos vamos a casar, pero lo sabe teniendo en cuenta nuestra libre elección. En cierto modo, Dios se casa con nuestra decisión. Como si nos dijera: 'La persona que tú elijas, yo la convierto en tu camino para ser feliz aquí en la tierra y luego en el Cielo'».
Y van un paso más allá, al afirmar que «no existe mi media naranja, mi príncipe azul, esperando a ser descubierto. Hay miles de personas que podrían ser mi príncipe azul o mi media naranja. Y esto es un alivio enorme, que nos libera de temores y pone en valor nuestras decisiones y elecciones». De hecho, aseguran que «puedo enamorarme de muchísimas personas y ser feliz, formar una familia con muchas de ellas. Y cuanto más grande es nuestro corazón, más capaces de enamorarnos somos. El amor no es algo que se descubre, sino que se construye y requiere de nuestra libertad: 'Elijo querer a esta persona'. Por eso, nunca nos equivocamos si actuamos libremente».
Dios actúa como un GPS
Y presentan una pregunta que muchos solteros les plantean: «Si veo que una persona es buena, que nos entendemos de maravilla, nos queremos y nos gustaría formar una familia juntos, ¿puedo tener certeza absoluta de que es la persona que Dios quiere para mí?». A lo que responden: «Antes de casarte, no. Después de casarte, sí. Porque Dios graba entonces en tu alma un sello que dice: 'Yo te pertenezco a ti para siempre y tú eres mi camino al Cielo'».
De hecho, ante el temor de los jóvenes a equivocarse a la hora de elegir a la persona con la que casarse, Brage y Costa señalan que, incluso «si te equivocaras, Dios lo arreglaría tomando esa decisión tuya y convirtiéndola, a pesar de todo, en tu camino. Un camino distinto al de cualquier otra elección, pero con el mismo destino: el Cielo».
Y ponen un ejemplo de lo más gráfico: «Dios podría ser descrito, en todo lo referente a la relación entre las elecciones de nuestra libertad y su Voluntad, como un navegador GPS: si te pasas la calle, no se apaga, sino que recalcula y te da una nueva ruta desde donde estás, para llegar a la felicidad en el Cielo». Y rematan: «No existe tu media naranja. ¡Qué alivio!»