Un Jubileo para los marginados: ¿Cuál es el plan de Francisco?
Comienza la cuenta atrás para la apertura de la Puerta Santa en el Vaticano y el inicio del Año Santo, un evento en el que España se perfila como uno de los países que más fieles aportará a esta gran cita
Desde la antigüedad, la idea de un Jubileo ha estado cargada de simbolismo y esperanza. Para el pueblo hebreo, era un tiempo sagrado que marcaba el perdón de las deudas, la liberación de los esclavos y el descanso de la tierra. Anunciado al son de un cuerno de carnero, el yōbēl, este año no solo celebraba la libertad del exilio babilónico, sino que también apuntaba a la renovación personal y comunitaria bajo la mirada de Dios.
En el cristianismo, esta tradición fue transformada por el Papa Bonifacio VIII en 1300. El Jubileo pasó a ser una oportunidad única para que los creyentes redescubrieran su fe, rompiendo con la rutina espiritual para abrazar una vida más profunda y comprometida. Desde entonces, la Iglesia lo instituyó primero cada 100 años, luego cada 50 y, finalmente, cada 25, asegurándose de que cada generación pudiera vivir este fecha especial.
El Jubileo 2025 será un nuevo capítulo en esta historia milenaria. Con el lema Peregrinos de esperanza, se espera que sea un recordatorio a los cristianos firmes en su fe a profundizar su compromiso y una invitación para aquellos alejados de reencontrarse con Dios. Ante este panorama, el Santo Padre ha aprovechado este nuevo llamado a toda la Iglesia para no dejar de interpelar a las periferias y los marginados, las cuáles han sido su prioridad desde el principio de su pontificado.
Llenar «las cunas vacías»
El 'toque Francisco' se nota nada más ojear el calendario del Jubileo. El Pontífice ha perfilado una acción concreta para promover esa esperanza en múltiples frentes sociales. Además, en la bula de convocación del Año Santo, el Papa aboga por propuestas específicas para alertar sobre aspectos que le preocupan.
Una de estas, es la alarmante disminución de nacimientos en el mundo. No es la primera vez que el Papa expresa su consternación ante esta realidad, que atribuye a «los ritmos frenéticos de la vida», «los temores ante el futuro», «la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas» y «los modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones».
Ante esto, el Papa aboga por una «alianza social inclusiva y no ideológica», para apoyar a los jóvenes que desean formar familias, llenando «las cunas vacías» y construyendo un futuro marcado por el cuidado y la vida.
Condonar la deuda de los países pobres
La esperanza también se extiende a los más marginados, como los presos, enfermos y migrantes. Francisco propone gestos concretos, como la apertura de una Puerta Santa en una cárcel, para que los reclusos puedan vislumbrar un futuro mejor y emprender caminos de reinserción social.
Del mismo modo, el Pontífice subraya la necesidad de una atención especial a los enfermos y personas con discapacidad, recordando que su cuidado no solo es un deber, sino un tributo a la dignidad humana que requiere el esfuerzo de toda la sociedad.
En el centro del Jubileo, el obispo de Roma ha puesto a los más vulnerables, recordando a los «millares de pobres» que carecen de lo esencial para vivir y enfrentan exclusión e indiferencia. «A menudo no tienen una vivienda ni comida suficiente para cada jornada», lamenta el Pontífice.
El Papa hace un llamado a las naciones más prósperas para que afronten con responsabilidad la realidad de la deuda externa en los países más pobres. Les insta a reconocer «la gravedad de tantas decisiones tomadas» y a condonar las deudas de aquellas naciones que jamás podrán saldarlas, subrayando que esta acción no es un acto de generosidad, sino «una cuestión de justicia».
Una apuesta por la juventud
El Santo Padre no solo recuerda a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud, sino que también destaca que estos «con frecuencia ven que sus sueños se derrumban» y que, por ello, en el Jubileo, «no podemos decepcionarlos».
Resalta la fuerza transformadora de los jóvenes cuando canalizan su energía en acciones positivas, como en momentos de catástrofes o crisis sociales, pero también subraya la tristeza de verlos sin esperanza o sin oportunidades laborales o educativas que puedan garantizar estabilidad. Estas carencias, añade, hacen que muchos caigan en «la ilusión de las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo efímero», lo que oscurece su sentido de la vida.
El Papa concluye apelando a la Iglesia y a la sociedad para estimular a las nuevas generaciones. Los invita a renovar el esfuerzo por apoyar a los jóvenes, quienes son «la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo».