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Los habitantes de la ciudad de Peiping levantan sus puños cerrados en un saludo de bienvenida a las fuerzas comunistas chinas que entran en la ciudad tras expulsar a las fuerzas nacionalistas, el 5 de febrero de 1949.  El retrato central detrás de ellos es del General Mao Zedong.

Los habitantes de Peiping saludan con puños alzados la llegada de las fuerzas comunistas en 1949©GTRESONLINE

La fe de la familia Chu: seis hijos encarcelados y una madre heroica en la persecución comunista en China

La Iglesia asiática ha perdido a una de sus figuras más emblemáticas en la persona del padre Matteo Chu Li-teh, quien en 1955, durante una operación de los comunistas, fue arrestado junto a más de mil católicos

la oscarizada película Salvar al soldado Ryan relata la historia de un grupo de soldados que, en plena Segunda Guerra Mundial, reciben la misión de encontrar y devolver a casa al único hijo que le queda a una madre, tras perder a sus otros tres en combate. Hay tramas del cine, como esta, que invitan a reflexionar sobre el incalculable valor de la vida humana, sin embargo, hay historias reales que logran trasmitir lo mismo, superando cualquier ficción y demostrando que el heroísmo no solo se vive en la pantalla.

Fue el caso de Martina, una madre viuda en la China comunista que vio a sus seis hijos encarcelados por su fe, sufrió la muerte de uno de ellos en prisión y soportó en carne propia las consecuencias de una despiadada persecución religiosa. Hace apenas unos días falleció otro de sus hijos, el sacerdote jesuita Matteo Chu Li-teh, quien en 1955, durante una operación de los comunistas, fue arrestado junto a más de mil católicos.

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El sacerdote jesuita Matteo Chu Li-tehFSSPX News

Ante todo, confianza en Dios

La Iglesia en China ha perdido a una de sus figuras más emblemáticas en la persona del padre Matteo, quien falleció en Taiwán a los 91 años. Su vida fue un ejemplo de fidelidad al Evangelio en uno de los períodos más oscuros de la historia de la Iglesia en el país asiático. Originario de Shanghai, se convirtió en testigo directo de la persecución religiosa comunista, habiendo pasado un total de 27 años entre cárceles y trabajos forzados.

La historia del padre Matteo es, en muchos sentidos, la historia de toda su familia. En 1955, durante una brutal operación de represión comunista, el joven seminarista fue arrestado junto a más de mil católicos. Entre los detenidos se encontraba el propio obispo Ignazio Gong Pigmei. Desde ese momento, su vida cambiaría para siempre. No solo él, sino también sus seis hermanos, fueron encarcelados, uno de ellos ya sacerdote, Francisco Javier Chu Shu-de, quien murió en prisión en 1983.

Pedía todos los días al Señor la gracia de ser fiel al don de su llamadaSacerdote jesuita Matteo Chu Li-teh

La madre del padre Matteo, Martina, central en esta historia, era conocida en Shanghai como «la dolorosa». Para ahorrar, recorría kilómetros a pie para llevar, con lo poco que tenía, algo de comida, ropa y palabras de consuelo a sus hijos. «La insultaban regularmente por ser la madre de seis contrarrevolucionarios, pero nunca se rindió», recordaban sus hijos, según recoge Asia News. «En cada visita, nunca dejó de animar a cada uno de nosotros a seguir adelante, a aceptar voluntariamente el sufrimiento y a mantener la confianza en Dios». Una confianza que se pondría a prueba cuando todos los hijos fueron enviados a distintos campos de trabajo de toda China, imposibilitando a la madre de verlos durante más de 20 años.

«Hay alegría y paz en mi corazón»

El padre Matteo, tras ser liberado en 1984, tuvo que enfrentarse a la negativa de ejercer su sacerdocio en China, al rehusar unirse a la Asociación Patriótica. En 1988, tras obtener permiso, se exilió en los Estados Unidos junto al obispo Gong Pingmei, cuyo apoyo fue crucial en los momentos más difíciles. Un año después, Matteo Chu fue alentado a ir a Taiwán para retomar su formación en la Compañía de Jesús, algo que culminaría en su ordenación en 1994, un acontecimiento que se celebró con la presencia de su madre, Martina.

En una entrevista que ofreció este mismo año a Mondo e Missione, el sacerdote jesuita compartió sus recuerdos de los años de prisión: «Tuve momentos de gran agotamiento–decía– Se alternaban momentos de profunda confianza en el Señor con otros de postración. Mi oración se convirtió muchas veces en lamento: ¿Por qué, Señor, me has dado una cruz tan pesada?. Me pregunté infinitas veces si realmente, en esas condiciones todavía estaba llamado a ofrecerle mi vida. Pero recordaba siempre las palabras y el ejemplo de mi madre, y sencilla y obstinadamente pedía todos los días al Señor la gracia de ser fiel al don de su llamada».

«Hay alegría y paz en mi corazón», afirmó en esa misma entrevista. «No he hecho nada contra Dios ni contra mi país, al que amo profundamente. Fuimos enviados a los campos de concentración solo porque queríamos conservar intacta la fe que recibimos y cumplir la voluntad de Dios». Durante sus últimos años en Taiwán, Matteo Chu continuó sirviendo con devoción a la Iglesia, donde se le encontraba habitualmente, antes de las misas diarias, recibiendo a los fieles para confesarlos.

Si en Salvar al soldado Ryan un grupo de hombres arriesga todo para salvar a un único soldado, en esta historia, una madre viuda luchó incansablemente por mantener viva la fe de sus seis hijos encarcelados, enfrentándose a un régimen que buscaba destruir sus convicciones. Más que un acto de supervivencia, el testimonio de la familia Chu es un recordatorio de que el heroísmo no solo ocurre en campos de batalla, sino en el corazón de quienes no renuncian a sus creencias ni al amor a Dios, por alto que sea el precio.

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