Fundado en 1910

En 2016, una de las casas del Hogar de la Madre en Ecuador se derrumbó debido a un terremoto cuando Clare estaba allí

Clare Crockett, la actriz que encontró su vocación en España y murió en un terremoto, más cerca de ser beata

«Desde los 12 años, me perdí en el mundo de las discotecas y, a los 17, ya tenía un grave problema con el alcohol» llegó a afirmar la religiosa, quien se encontró con Dios besando los pies de un crucifijo

Su talento era evidente: carismática, extrovertida y con una seguridad arrolladora. «Esto es lo que quiero hacer, y lo voy a hacer. Así de claro», aseguraba Clare Crockett en un testimonio que dio en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, en 2011. Ella quería ser actriz y, sobre todo, mundialmente famosa. Criada en Derry, Irlanda del Norte, desde los 14 años ya estaba en una agencia de actores, firmando contratos y siendo seleccionada como presentadora en programas del Canal 4 de Irlanda e Inglaterra, e incluso llegando a participar en alguna que otra película.

Pero Dios tenía otros planes para ella, y se lo haría ver a su debido tiempo. Probablemente, lo último que pensaría esa joven es que su destino cambiaría hasta tal punto, que la Iglesia abriría la fase diocesana de la causa de su beatificación.

El pasado 12 de enero, en la catedral Magistral de los Santos Niños Justo y Pastor en Alcalá de Henares, Kristen Gardner, miembro de las Siervas del Hogar de la Madre y postuladora de la causa, presentó ante Monseñor Antonio Prieto Lucena, obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, la solicitud formal para abrir el proceso de beatificación de la religiosa irlandesa.

El prelado explicó que, después de la ceremonia, se comenzará un proceso formal en el que un grupo de personas investigará detalladamente la vida de la hermana Clare. Esto incluirá examinar sus virtudes, la fama de santidad que tenía, y las gracias o favores que las personas hayan recibido a través de su intercesión.

La «jugada» de la Virgen María

Su vocación al cine no era casual. En el colegio de monjas donde se educó, sus profesores veían en ella un talento que ni ella misma entendía. Sin embargo, había una frase que algunas maestras le solían decir: «Yo siempre estaba hablando, cantando... Me decían: 'Clare, las vasijas vacías hacen mucho ruido'». «Igual ellas me enseñaban la verdad, pero yo estaba tan en las nubes que no escuchaba», reconocía la joven.

Mientras su carrera avanzaba, su vida personal se sumía en un desorden oculto tras los focos. «A mí me gustaba mucho la fiesta, la discoteca, la marcha... Desde muy joven, con 12 o 13 años, ya salía al ambiente de las discotecas». A los 17 años, Clare admitía sin rodeos: «Tenía un problema con el alcohol, sí, un problema bastante gordo».

Todo cambió con una propuesta inesperada. Su amiga Sharon Dougherty la invitó a un viaje a España, todo pagado, un viaje que la joven actriz definió como «una jugada de la Virgen María». «Para mí, España era lo que había visto en televisión: playas, discotecas, marcha… Cuando me lo dijo pensé: '¡Gratis! ¡No me lo puedo creer!'». Sin embargo, lo que Clare imaginaba como unas locas vacaciones resultó ser otra cosa muy distinta.

Para recoger el billete, fue a una casa donde, al entrar, se encontró con un grupo rezando el rosario. «¿Vosotros vais a España?», preguntó con incredulidad. «Sí, hija, vamos de peregrinación», le respondieron. La realidad la golpeó en la cara cuando su amiga añadió: «Clare, vamos a un monasterio».

«Llegué con mi cigarillo y mi espejo»

El profundo rechazo que sintió de primeras era indescriptible, pero ya no había vuelta atrás: su nombre estaba en el billete y no podía cancelarlo. El viaje la llevó a la congregación del Hogar de la Madre y un retiro espiritual en plena Semana Santa. Clare lo recordaba con humor: «Llegué con mi cigarrillo y mi espejo. Solo pensaba en mi pelo y mis cejas». Ignorante de lo que significaba la Eucaristía o el significado de la Semana Santa, participaba con desgana y escepticismo. «No iba a misa ni a las charlas, nada, nada». Hasta que llegó el Viernes Santo.

Ese día, casi obligada, entró en la iglesia y se sentó en los últimos bancos, completamente indiferente. Observaba cómo los demás se acercaban a besar la cruz. «Yo también me puse en la fila, con las manos en los bolsillos, pensando: '¿A qué hora acabará esto para ir a cenar?'». Pero al besar la cruz, algo ocurrió. Un impacto inesperado, profundo, la atravesó. «Sentí dentro de mí, como una bofetada muy fuerte, que era Dios quien estaba en la cruz y que la única manera de consolarle era con mi vida».

Entre lágrimas que no podía contener, Clare comprendió por primera vez el sacrificio de Cristo. «Dios me había mostrado claramente que había muerto por mí y que yo tenía que darle algo. Y ese algo no era simplemente un avemaría o un compromiso pequeño: era mi vida». Sin formación religiosa ni experiencia previa de fe, se sintió confrontada con una verdad imposible de ignorar. «Yo pensaba: 'Voy a ser actriz famosa. No sé lo que está pasando, pero yo no puedo cambiar.' Sin embargo, sabía que tenía que dar algo».

Ese encuentro con la cruz lo cambió todo. Clare pasó de buscar la fama a entregarse por completo a Dios, abandonando las promesas del éxito mundano por una vida de entrega y servicio. «Dios habla al corazón. Lo que pasa es que a veces no le escuchamos. O intentamos bloquear su voz pensando que va a destrozar nuestra vida».

«O todo, o nada»

La disyuntiva era clara: o seguir con la vida que tenía, o entregarse por completo a la misión divina. Después de un tiempo intentando ignorar la voz de Jesús, Clare comprendió que Dios la llamaba a una vida de entrega total. «El Señor me estaba llamando a ser suya en las Siervas del Hogar de la Madre, a darle mi vida para que otros le pudieran conocer». «Hice, como decía santa Teresa de Ávila, una 'determinada determinación': ¡O lo hago, o me muero!». A raíz de ese suceso, su lema de vida pasaría a ser «o todo, o nada».

Cuando finalmente compartió su decisión con sus amigas, las risas fueron ensordecedoras. «Me decían: 'Estás loca'. Mi familia no entendía nada». Pero Clare tenía claro que si Dios le pedía algo, Él le daría las fuerzas necesarias para hacerlo, aunque se sintiera débil y perdida.

«Es como si estuvieras en un acantilado y sabes que tienes que saltar. Tienes miedo, pero sabes que el que te va a recoger es el Señor». Dejó atrás su país, su fama y sus amistades, dispuesta a entregarse por completo a Dios. «Sabía que estaba saltando, pero no hacia la nada. Sabía que las manos del Señor me iban a recoger».

El 11 de agosto, día de Santa Clara, Clare llegó a España y comenzó su vida en el Hogar de la Madre. Allí, lejos de las luces del escenario, encontró lo que siempre había buscado: la verdad sobre quién es ella y la realidad de quién es Dios. Su lema «o todo, o nada» se hizo aún más patente el 16 de abril de 2016, cuando un terrible terremoto azotó la costa ecuatoriana. La hermana Clare Crockett se encontraba en la comunidad de Playaprieta, una de las zonas más afectadas, y falleció ese día.

Tras su muerte a los 33 años, su familia solicitó que el cuerpo para que fuera sepultado en su ciudad natal. La postuladora de su causa destacó como las religiosas, con el tiempo, descubrieron el intenso apostolado que Clare hizo en vida cuando comenzaron a recibir «mensajes y correos de más de 50 países». Entre los testimonios, se destacaron aquellos de «almas desesperadas, al borde del suicidio», que «han recuperado la esperanza», y «estudiantes universitarios, perdidos en el vicio», que recibieron la fuerza «para volver al Señor».