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La comunidad de benedictinas de Santa María de Carbajal de León

La comunidad de benedictinas de Santa María de Carbajal de León

Los diez beneficios de vivir en un monasterio, según una monja de clausura

Algunos lo ven como «vivir encerrado entre cuatro paredes», pero las personas que siguen a Dios en la vida contemplativa lo tienen claro: «Nuestra vida es sana y sanadora y, por tanto, feliz»

Son pocos los creyentes que deciden dejarlo todo para seguir a Dios en la vida religiosa. Y muchos menos aún los que se decantan por la vida en el claustro. Sin embargo, seguir esta vocación entraña diez grandes beneficios, según enumera Ernestina Álvarez en la página web de las benedictinas de Santa María de Carbajal, en León.

«¿Por qué la vida monástica, nacida en el siglo VI, puede dar felicidad a un joven del siglo XXI (XV siglos más tarde)?», comienza preguntándose la religiosa de clausura. «Porque ofrece estabilidad y equilibrio a una sociedad que vive de forma fluctuante, cubierta de experiencias que nunca acaban de enraizar, donde la persona es en cuanto que se mueve sin cesar y cambia», responde. En contra del parecer de muchos, que pueden ver la vida en el claustro como triste, aburrida e insulsa, Álvarez defiende que «el carisma monástico representa una llamada a una profunda alegría». «Nuestra constante relación con Dios, el ritmo equilibrado entre el ora et labora, el ne quid nimis (nada en exceso) y la estabilidad en una familia monástica hacen que nuestra vida sea sana y sanadora y, por tanto, feliz», apostilla.

Y concluye enumerando los diez beneficios de vivir en comunidad en un monasterio de clausura.

Las diez «S» por las que es buena la vida monástica

  1. Sana y sanadora por el equilibrio y la estabilidad.
  2. Serena. Serenidad que viene del que solo tiene una ocupación en la vida: buscar a Dios.
  3. Sencilla. Reducida y simplificada a lo esencial.
  4. Silenciosa. El monje no puede perder nunca el contacto consigo mismo y el silencio es el clima que le permite esto; y sobre todo el escuchar, atender, velar el acontecimiento presente y vivirlo desde la fe.
  5. Sincera por el conocimiento de uno mismo que lleva a la humildad y la compunción del corazón.
  6. Sobria. Aspecto importante de renuncia para tener un único bien: Dios. Aquí se acoge el voto de pobreza, el silencio, la discreción… El monje es un minimalista buscando siempre lo menos y no lo más, salvo en su relación con Dios.
  7. Solidaria. Monje es el «apartado de todos, pero unido a todos» (Evagrio Póntico). Está solo, pero no es solitario, sino solidario, distanciado pero no lejano. Ora con todos y por todos. Retirarse no es separarse, sino unirse más en profundidad; retirarse para atraer al mundo hacia sí y conducirlo hacia Dios; tirar del mundo.
  8. Sonriente.
  9. Suficiente. El monje tiene a Dios y en él a todos. Principalmente, a la comunidad de hermanos/as con los que entra en comunión de vida.
  10. Suplicante. De oración e intercesión por todo el mundo.
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