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Fernando Rayón
Fernando Rayón

Pallete fue cesado el viernes en Moncloa para que Sánchez cumpla su sueño de integrar Indra y Telefónica

La forma en que se ha ejecutado añade un dramatismo innecesario a su salida de la compañía. Sobre todo porque deja claro algo que hemos dicho en varias ocasiones: la evidencia de que la libertad de empresa ha dejado de existir en nuestro país

Actualizada 22:45

José María Álvarez Pallete y Pedro Sánchez en el MWC de 2024

José María Álvarez Pallete y Pedro Sánchez en el MWC de 2024Efe

El mismo viernes recibió la llamada de Moncloa convocándole a las cinco de la tarde. Había tenido una mañana intensa con la reunión de la Comisión Ejecutiva a la que había planteado sus planes para Telefónica para los próximos cinco años. Quería un fin de semana tranquilo para preparar sus discursos de la próxima semana en Davos. A José María Álvarez-Pallete le gustaba lucirse en los foros internacionales y este año −con permiso de su amigo Pedro Sánchez que prepara un desembarco en el foro suizo− iba a aprovechar la oportunidad.

En la sede de la presidencia del Gobierno le esperaba Manolo de la Rocha, secretario general de Asuntos Económicos de la Presidencia del Gobierno, y Ángel Simón consejero delegado de CriteriaCaixa. Al no ver a Pedro Sánchez, Pallete se olió que algo pasaba. Para su sorpresa fue Simón quien le comunicó el cese.

No le permitieron siquiera que dimitiese. Fue cesado en Moncloa. Alguien podría ahora decir que lo de Pallete en Telefónica es la crónica de una muerte anunciada y es verdad. Ya hemos escrito en estas páginas sobre ello. Pero la forma en que Moncloa lo ha ejecutado añade un dramatismo innecesario a su salida de la compañía. Sobre todo porque deja claro algo que hemos dicho en varias ocasiones: la evidencia de que la libertad de empresa ha dejado de existir en nuestro país. Nos hemos convertido en un país como Venezuela y Nicaragua donde el poder político ha invadido el económico y el mediático y donde intenta cargarse el poder judicial. Pero vamos con la secuencia de los hechos.

Nos hemos convertido en un país como Venezuela o Nicaragua, donde el poder político ha invadido el económico y mediático

Al día siguiente, el sábado, y por si había alguna duda de lo que digo, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), principal accionista de Telefónica con un 10 %, anunció antes de la diez de la mañana que propondría al actual presidente de Indra, Marc Murtra, como sustituto de José María Álvarez-Pallete al frente de la compañía. La información facilitada por la Sepi explicaba que el ingeniero catalán lleva cuatro años al frente del grupo de tecnología y defensa, que también controla la Sepi en un 28 %. La Sepi no quiso esperar siquiera a la reunión de esa misma tarde de un consejo extraordinario de urgencia de Telefónica para anunciar el relevo de Álvarez-Pallete en la presidencia de Telefónica.

Todo muy democrático. Ya se ve lo que les importan los consejeros y resto de los accionistas de la compañía. Lo más curioso del caso es que, según los estatutos de Telefónica, el presidente debe llevar siete u ocho años en la compañía para presidirla, cosa que no cumple Marc Murtra, que ni siquiera es consejero, pero ¡que más da!: se cambian los estatutos antes y palante que diría el otro. Y que no se pongan legalistas los consejeros y no consejeros que pueden salir volando ese mismo día.

Pero y todo esto ¿por qué? Pues es verdad que la gestión de Pallete ha sido mejorable, especialmente es Sudamérica donde su división HispAm (Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, México, Uruguay y Venezuela) ha fracasado tanto en la gestión como en las ventas. Es verdad que la cotización de la acción está bajo mínimos.

Es verdad que los movimientos de Pallete tanto con los árabes como con algunos consejeros como Javier de Paz –el brazo armado de José Luis Rodríguez Zapatero en la casa– habían sido torpes. Y podría seguir con más cosas, pero eso no justifica en ningún caso que el Gobierno español se haya lanzado a controlar la multinacional tecnológica española como lo ha hecho.

Ya la entrada en el Consejo de Telefónica de Carlos Ocaña anunciaba una toma de posiciones bastante clara de la Sepi –es decir del Gobierno– en Telefónica. Pero es que ahora se prepara algo más. Algo bastante evidente: la compra de Telefónica de Indra para dotar al grupo de tecnología y defensa de una cobertura tecnológica de la que ahora carece.

Con esta operación en Telefónica Sánchez resuelve dos problemas en uno. Pasa a controlar totalmente la compañía con un hombre más del PSC –ya me referí a la amistad de Murtra y Salvador Illa– y además integra en la compañía Indra, la armentística que es la niña de los ojos del Presidente. Naturalmente se prepara la salida de José Vicente de los Mozos, actual consejero delegado de Indra, y su sustitución por alguien más cercano que no ponga pegas a la operación.

Pero los nombramientos, siendo importantes, no lo serán todo en esta nueva etapa. Lo sustancial, de cara a esta nueva etapa de la economía española –y quiero recalcarlo– es la facilidad con que el Gobierno se hace –bien es cierto que con nocturnidad y complicidad de La Caixa y los árabes– de una empresa de la importancia estratégica de Telefónica. Curiosamente ha vuelto a surgir en los comentarios y análisis de la operación la palabra mágica: estratégica. Y lo malo es que solo sirve para vestir una impunidad en la interferencia empresarial que nos aleja definitivamente de la libertad que se respira en el resto de los países de Europa.

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