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San Silvestre

San Silvestre

¿Qué santo celebramos hoy 31 de diciembre?

Hoy celebramos a san Silvestre, Papa (c. 270-335)

El último día del año deja atrás una etapa consumada. Los momentos buenos con su regusto de nostalgia y los que fueron malos con el desahogo de que ya pasaron. El Papa Silvestre acompaña a cada despedida del año como queriendo abrir siempre una puerta a la esperanza; toda su vida hizo puente entre dos épocas para la Iglesia; se acababa la de las catacumba y se abría la de preponderancia incluso sobre el Imperio. Era una maravillosa aventura, aún sin escribir en los anales, pletórica de promesas.

Eusebio de Cesarea, Sócrates y Sozomeno son los historiadores que transmiten su figura; también la relatan el Catálogo Liberiano y el Pontifical Romano. Las Actas célebres se elaboraron en el siglo V y tienen todas las trazas de ser espurias. En torno a su persona y obra hay multitud de leyendas y fábulas de difícil e intrincada distinción entre lo verdadero y lo falso, con gran predicamento en la Edad Media, debido a dos asertos que, estando unidos, son dependientes entre sí: la conversión, curación y bautismo del emperador Constantino y la donación en Roma, de Italia y de todo el Imperio de Occidente al Papa. Baronio, autor de los Anales eclesiásticos, da por supuesta la historicidad de las dos partes. Incluso recurre al testimonio del papa Adriano I, que las tiene como tales en el siglo VIII y la expuso en carta a los emperadores Constantino e Irene con motivo de la herejía iconoclasta. Las dos cuestiones son igualmente citadas en el concilio II de Nicea.

Hasta Gregorio de Tours y el obispo Hicmaro –no excesivamente lejanos a la época– hacen referencia al bautismo de Constantino por Silvestre cuando narran la conversión del no menos famoso rey franco Clodoveo. La valoración que hoy se hace por los entendidos es que la «donación» no deja de ser una fábula y que el hecho del «bautismo» por el Papa Silvestre parece haber sido de una vida romanceada que data del siglo V, pero no sin dejar dudas al respecto porque el historiados Eusebio, agasajador del emperador allá donde los haya, dice que fue bautizado en Helenépolis de Bitinia, por el obispo arriano Eusebio de Nicomedia.

De todos modos, aunque la conversión y el bautismo de Constantino fueron hechos reales, el emperador permaneció sin entender mucho de la nueva fe durante toda su vida en la práctica, ya que continuó adherido a costumbres y hábitos paganos y prolongó su afición a la superstición como él solo. Más que servir al cristianismo, lo utilizó como religión imperial y como elemento de fuerza de cohesión aprovechable para sus intereses. El mismo concilio de Arlés lo convocó el emperador y lo presidió su obispo preferido y, en el de Nicea, el papa fue un obispo, invitado como los demás, y presidido por su amigo, el obispo Osio de Córdoba. Otra cosa distinta es la convicción de la primacía que ostentaba el obispo de Roma ante el episcopado universal. En el siglo IX, ya el emperador Otón III afirma contra el sentir popular de la «famosa donación de Constantino» debe tenerse como falsa, Hoy se piensa así entre los estudiosos de la historia y existe la seguridad de que fue un invento de los siglos V al VIII, utilizado y mantenido aún en siglos posteriores para justificar la posesión de los bienes eclesiásticos que iban depositándose en manos de los papas por las donaciones de los fieles y apto para justificar la donación que Pipino el Breve y Carlomagno hicieron a los papas de las tierras conquistadas a los lombardos.

Si hemos de hacer caso al Pontifical Romano, Silvestre nació hacia el año 270, en Roma, y su padre se llamó Rufino. Educado por el presbítero Cirino, se manifiesta como hombre fuerte en la fe durante el periodo de persecución contra la Iglesia, sufriendo cárcel durante la persecución de Diocleciano , ordenado sacerdote a los treinta años por el papa Marcelino y elegido Papa, como sucesor de Melquíades, el 31 de enero del 314, un año después del edicto de Milán. Debió de luchar contra el paganismo resistente para asentar a la Iglesia en un nuevo período de su historia. Reconstruye templos, favorece las leyes que llevan a la emancipación de los esclavos, la vuelta a los desterrados por motivos de la religión y la devolución de sus bienes, el descanso dominical y el castigo a los sodomitas.

Hacen Falta nuevos modos para la labor pastoral: se precisa dotar de nueva organización a la Iglesia, prestar atención a los concilios (Arlés y Nicea) en los que se ventilan cuestiones de la fe, regular el culto divino y dotarlo de pastores idóneos. Es la hora de la construcción de las grandes basílicas con la donación de terrenos y medios aportados por el emperador: la del Salvador, San Pedro en el Vaticano, San Pablo, la Santa Cruz de Jerusalén, Santa Inés y San Lorenzo.

Silvestre dio normas para regular el trato con los pecadores y señaló pautas para la reincorporación plena a la Iglesia tras la penitencia. Por como lo tratan los escritos donatistas se deduce la dureza que debió de usar con ellos. Bastante le han criticado los historiadores su extremada debilidad con el emperador demasiado inmiscuido en los asuntos eclesiales. O no supo, o no quiso llegar al empleo de su autoridad como Pastor supremo porque veía en la llegada de la nueva era de paz un comienzo demasiado frágil para la Iglesia, que vivía en medio de una sociedad donde aún sonaban fuerte los estridentes gritos del paganismo. Quizá la posición adoptada fue la más ventajosa para la Iglesia. Murió el 31 de diciembre del año 335, el primero de los largos papados. Lo sepultaron en el cementerio de Priscila, en la Vía Salaria, junto a la tumba de san Marcelo. Remate del santoral, último día; mañana pondremos otro guarismo para expresar el tiempo rodante en la Providencia de Dios, que cuida de todo y de todos, desparramando santidad en los santos. Los albañiles y canteros hicieron a Silvestre su patrón por el mal de piedra que sufrió el papa -aforismo para expresar las muchísimas iglesias que construyó-. Como otro símbolo también mal interpretado pudo ser atribuirle el bautismo de Constantino, que indicaba la cristianización de un mundo pagano, sellando las fauces del dragón del paganismo que estaba en el Capitolio, y recibiendo posesión y poder terreno, alegoría de la cruz reinante. Silvestre papa, último santo del año, puede considerarse como resumen de toda la santidad, plasmada en tantos y tan gloriosos santos, que se ha ido describiendo hasta aquí.

Pero, como ya se ve que hasta lo más santo puede interpretar mal al faltar el contexto cristiano, bien puede espabilar san silvestre para que se consiga dar sabor cristiano a este día último del año tan lleno de paganismo; más aún, cuide de la Iglesia que él guió para que cristianice a este mundo tan rebosante de escepticismo; y confiemos que el presente criterio mundano no termine por paganizar los cristiano.

Otros santos del día

Sabiniano, Potenciano (Prudenciano), obispos; Columba, virgen y mártir: Donata, Paulina, Rogata, Rústica, Dominanda, Serotina, Hilaria, Zótico, Donato, Saturnino, Celestino, máartires; Mario, Eustasio, obispos; Erico, Pedro, abades; Hermetes o Hermes, exorcista; Esteban, Ponciano, Atalo, Fabián, Cornelio, Sixto, Floro, Quinciano, Minerviano y Simpliciano, mártires de Sicilia; Barciniano, confesor.

Pasos para la canonización de un santo

El acto de canonización suele ser por lo general presidido por el Papa, y es una de las ceremonias más importantes de la Iglesia católica. El proceso de canonización se produce tras la muerte del santo y normalmente la petición viene precedida por las siguientes etapas:

  • Postulación: es el proceso por el cual se presenta y se da a conocer la intención de proponer a una persona como santo. Este proceso requiere de datos biográficos y testimonios.
  • Siervo de Dios: iniciación del postulado dentro de proceso de beatificación y declaración como persona vinculada a la Iglesia católica.
  • Venerable: equivale a persona digna de estima y de honor. Asociado a una vida ejemplar y previo a la beatificación.
  • Beatificación: si se prueba la existencia de un milagro relacionado con el venerable se procede a la beatificación.
  • Canonización: si al beato puede atribuirse un segundo (o más) milagros se procede a canonizarle.
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