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El Papa Francisco, recién elegido el 13 de marzo de 2013

El Papa Francisco, recién elegido el 13 de marzo de 2013AFP

Diez años del Papa Francisco

¿Cómo y por qué fue elegido Papa Jorge Mario Bergoglio?

El Debate revela, diez años después, los vericuetos de la elección de Francisco, en un cónclave en el que el primer candidato era el arzobispo de Milán, así como los motivos que llevaron a los cardenales a escoger al arzobispo de Buenos Aires

Mañana del 11 de febrero de 2013. Benedicto XVI, en un sobrio discurso en latín, anuncia su renuncia. Era el secreto mejor guardado de su Pontificado. Los cardenales ni lo sabían ni lo esperaban. Sin previo aviso, aquellos que todavía no habían cumplido los 80 años se encontraban ante la enorme responsabilidad de elegir al próximo sucesor del apóstol Pedro, en un cónclave que debía celebrarse en los próximos 30 días.

¿A quién escoger? ¿Qué candidato podía responder a los enormes desafíos que afrontaba en ese momento la Iglesia?

Una situación difícil

Por una parte, el proceso de secularización avanzaba galopante, configurando una sociedad postmoderna, en la que los cristianos se han convertido en minoría, y la Iglesia en una institución poco comprendida. Por otra, la credibilidad de la Iglesia se vio claramente afectada por los escándalos ligados a la pedofilia. Y, por si fuera poco, en el Vaticano habían estallado escándalos administrativos y financieros, sacados a relucir por la filtración de documentos a la prensa, el famoso Vatileaks.

En esta situación, los cardenales tenían tres semanas, antes de la apertura del cónclave, para conocerse mejor, compartir los desafíos y buscar al hombre adecuado. Había dos maneras de hacerlo: reuniones formales, llamadas «congregaciones», en las que participaban también los cardenales de más de ochenta años, sin derecho después a participar en el cónclave, y las reuniones privadas.

Como es lógico, en las congregaciones de cardenales había expectativas por saber qué propondría Jorge Mario Bergoglio, pues había sido el más votado, después de Joseph Ratzinger, en el cónclave de 2005. De los 115 cardenales electores, 68 habían participado en la elección precedente.

La intervención de Bergoglio

El arzobispo de Buenos Aires esperó a tomar la palabra y pronunció su intervención de tan solo tres minutos en la penúltima de estas reuniones de cardenales. Su discurso era muy diferente a otros que se habían escuchado antes: «La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria».

Hoy podemos leer las notas en las que basó Bergoglio su intervención, pues se las pidió el hoy fallecido cardenal Jaime Lucas Ortega, entonces arzobispo de La Habana, quien más tarde las haría públicas.

«Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma», se puede leer en esas notas. «Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico».

Pero Bergoglio no entró como papable en el cónclave. Los periodistas y los mismos cardenales recordaban que no había sido elegido en el cónclave precedente y, además, había superado la edad del retiro de un arzobispo. ¿Un Papa de 76 años para afrontar desafíos tan grandes?

Había otros tres candidatos en las listas de los cardenales. El principal era el arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola, seguido del cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos, y del cardenal brasileño Odilo Scherer, arzobispo de São Paulo, representante del país con el mayor número de católicos.

La sorpresa del cónclave

En la primera tarde de cónclave, en ese martes 12 de marzo, solo daba tiempo para una primera votación, que se concluyó a las 19:42, con la «fumata negra» en la chimenea de la Capilla Sixtina. Los cardenales se dieron cuenta en ese momento de que ninguno de los tres «papables» garantizaría un liderazgo capaz de inspirar la energía y visión que exigía la Iglesia.

En esa votación, el principal candidato, el cardenal Scola, obtuvo muchos menos votos de lo que se esperaba, tan solo 30. Se comprendió que, ante los escándalos de gestión en la Iglesia y el Vaticano, un Papa italiano carecería de la objetividad y libertad necesarias.

Los votos estaban muy desparramados. Los otros dos candidatos no cuajaron, se les percibió como institucionales. El nombre de Bergoglio apareció con 26 votos, en segunda posición. En esa noche, los cardenales se fueron a dormir con la sorpresa de volver a acostarse en la residencia de Santa Marta pensando seriamente en Bergoglio, a pesar de que por edad ya había presentado su renuncia un año antes a Benedicto XVI.

En la mañana del día siguiente tuvieron lugar la segunda y tercera votaciones, y ahí ya el nombre de Bergoglio empezó a decantarse, apareciendo en primera posición.

Los recuerdos de Francisco

El Papa Francisco ha revelado en una entrevista a Infobae, publicada este viernes, 10 de marzo, la manera en que vivió esos momentos. «Realmente yo no me di cuenta de lo que iba a pasar. ¿Cómo? ¿usted no tenía voto? Sí, muchos tenían votos ahí, pero en el cónclave está el fenómeno de los votos depósito. A veces uno no sabe a quién votar y entonces espera un poco, y se lo da a uno que no va a salir, a ver cómo va la cosa. Es cómo el Espíritu Santo lo mueve a uno, ¿no? Yo a la mañana me vine tranquilo aquí, al mediodía, y algunos me hicieron chistes de paso, que no los entendí».

Llegó la pausa para la comida. Según revela el mismo Papa, en el comedor, algunos cardenales del centro de Europa le preguntaron: «Venga, eminencia, ¿qué nos cuenta de Latinoamérica?».

«Me tomaron examen –recuerda Francisco–. Al salir del comedor, un cardenal viene corriendo de atrás y me dice: 'Un momentito, por favor, ¿es verdad que a usted le sacaron un pulmón?'. Le dije 'No, me sacaron el lóbulo superior derecho porque tenía quistes'. ¡Ah, ¿y esto cuándo fue?'. Y yo le dije 'En el año 57’. Y dijo ‘Estas maniobras de último momento…', y se dio vuelta».

«Ahí me di cuenta de que había campaña a favor y campaña en contra. Fui, dormí la siesta, tranquilo», recuerda Bergoglio.

La elección

«No sé si hubo campaña en contra –sigue revelando Bergoglio en esta nueva entrevista–. No sé. Evidentemente, había otros que votaban a otra gente. Es verdad que al final casi fue… no digo unánime, pero sí bastante. La votación fue masiva a lo último. Pero en contra no, no se me ocurrió quién. Y ponerme a imaginar… Corro peligro de calumniar, así que mejor que no», afirma entre risas en la entrevista publicada este viernes.

Tras la siesta, Bergoglio regresó a la Capilla Sixtina para participar en las otras dos votaciones previstas para esa tarde. A las 19:05 se produjo la fumata blanca. El cardenal protodiácono Jean-Louis Tauran anunciaba la elección como sucesor de Pedro del primer iberoamericano y del primer jesuita.

Los cardenales regresaron a sus casas recordando el perfil que el cardenal Bergoglio había presentado en la preparación del cónclave del nuevo Papa: «un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de 'la dulce y confortadora alegría de la evangelizar'».

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