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El Papa habla con María Luisa Berzosa (I) y Cristina Inogés Sanz (D)EFE

Sínodo sobre la sinodalidad

Tres españolas en el Sínodo: «Se han tejido muchas especulaciones, pero la doctrina es inmutable»

El Debate conversa con tres madres sinodales españolas sobre diversos temas que emergen de la discusión fuera del Aula Pablo VI: diaconado femenino, disminución de vocaciones, la doctrina, los dubia, la novedad de la sinodalidad...

Por primera vez en la historia del Sínodo, establecido en 1965 por el Papa Pablo VI, 54 mujeres tienen el derecho de voto en la XVI Asamblea General, cuya primera sesión concluye este domingo 29 de octubre. Además, un total de 85 mujeres participan en la asamblea en calidad de invitadas especiales, expertas y animadoras. Su voz y su voto ha contribuido a la publicación de la Carta al Pueblo de Dios el 25 de octubre (348 miembros presentes; 336 a favor, 12 en contra) y seguirán participando en la elaboración del documento de síntesis de las mesas de trabajo por idiomas que se dará a conocer antes de la conclusión del Sínodo.

En el Aula Pablo VI, el Papa Francisco ha expresado públicamente su apoyo a las mujeres y ha condenado actitudes machistas y dictatoriales en la Iglesia, conmovido por el testimonio de varias de ellas.

La inteligencia del corazón de las mujeres

El impacto de la participación de las mujeres en esta nueva dinámica del Sínodo se traduce en una «contribución diferenciadora», según explicó a El Debate la teóloga laica Cristina Inogés Sanz, madre sinodal por designación papal, y miembro de la Comisión Metodológica de la asamblea. La presencia de las mujeres ha enriquecido las discusiones con un enfoque que va más allá de lo «meramente intelectual», ya que sus ideas pasan por el filtro de la «inteligencia del corazón», comentó Inogés Sanz.

«Por ejemplo, debido a la naturaleza de su trabajo y la dinámica de la vida en la que han estado inmersos, los hombres han tendido a enfocarse más en el ámbito de las ideas, y en ocasiones les resulta más difícil llevar esas ideas al terreno de la inteligencia emocional», agregó la teóloga. Esto ha marcado una notable diferencia en la dinámica del Sínodo.

Diaconado de las mujeres

El Papa Francisco instauró la Comisión de Estudio sobre el Diaconado de las Mujeres en 2016, y en 2020 nombró a varias teólogas y filósofas (50 % de los miembros son mujeres). Sin embargo, en el Sínodo 2021-2024 se ha pedido al Papa volver a retomar el estudio del argumento, dado que ha quedado en empate en las discusiones anteriores. Y, finalmente, que el Papa y la Iglesia decida.

Cristina Inogés Sanz anticipó que esta sesión 2023 del Sínodo no será decisiva en materia, aunque sí el argumento ha sido mencionado en varias ocasiones en las mesas lingüísticas. «Lo que podemos hacer es esperar, ya que esta no es la última asamblea, sino la primera de dos. En consecuencia, dispondremos de un año por delante para reflexionar, madurar y considerar propuestas», comenta.

La teóloga cree que el diaconado femenino es factible y no está relacionado con la disminución de vocaciones sacerdotales. Argumenta que el diaconado permanente es independiente del acceso al sacerdocio y ya es ejercido por mujeres en varias partes del mundo. Considera que reconocer esta práctica es similar a cómo se incorporan palabras al diccionario después de haber estado en uso durante mucho tiempo. Destaca que el proceso ha estado en marcha durante años, con comisiones sin una resolución definitiva. Enfatiza la importancia de no debatir indefinidamente y considera que la cuestión no es solo para suplir la falta de vocaciones, ya que el diaconado tiene una función diferente al sacerdocio.

Sin modificación de doctrina

El cambio en la doctrina puede considerarse desconcertante para aquellos que observan el Sínodo desde fuera con escepticismo o aprehensión. «Existe una percepción un tanto errónea sobre lo que podría ocurrir en el aula», afirma Cristina Inogés. «Se han tejido muchas especulaciones y, en ocasiones, se busca transmitir información perjudicial sin fundamento. Sin embargo, es importante aclarar que la doctrina en sí misma no se modificará. La doctrina es inmutable. Lo que el Papa Francisco destaca es que la doctrina está en constante evolución y, por lo tanto, no vivimos en un contexto igual al de hace siglos atrás, sino en una realidad muy diferente. Se abordan cuestiones doctrinales en el Sínodo, pero no con la intención de cambiarlas, sino para comprender su aplicación en la actualidad. Así que no hay motivo de preocupación, la doctrina seguirá siendo la misma».

¿Qué es la sinodalidad?

Para Cristina Inogés aunque la palabra «sinodalidad» no se menciona en ningún documento del Concilio Vaticano II, la realidad eclesiológica que este concilio promovió conduce hacia la sinodalidad. Sin embargo, aseguró, «es importante recordar que la sinodalidad no es un concepto novedoso del Vaticano II, sino que tiene sus raíces en los primeros días de la Iglesia en el siglo I. En sus inicios, la Iglesia era sinodal y laical, ya que no existían ministros ordenados en ese entonces. La evolución hacia la jerarquía eclesiástica llegó más tarde, y la práctica sinodal persistió hasta aproximadamente el siglo XII. Durante este tiempo, se celebraban sínodos locales y más amplios como una costumbre común, basados en un principio establecido en el siglo III por San Cipriano, que afirmaba: ‘Lo que afecta a todos debe ser decidido y aprobado por todos’. Este principio, propuesto por San Cipriano en el siglo III, sigue siendo igual de relevante en el siglo XXI. En esencia, la sinodalidad implica la participación de todos en la Iglesia, donde se escucha y se da voz a todos».

Una imagen destacada de diversidad en la Iglesia durante la asamblea muestra al jesuita estadounidense James Martin junto al cardenal Gerhard Müller en una foto compartida en redes sociales por el jesuita. Martin, partidario de la inclusión del colectivo LGTBI, aboga por reformas más profundas, mientras que Müller, ex prefecto de la Doctrina de la Fe, se presenta como uno de los críticos más prominentes del proceso sinodal liderado por el Papa Francisco.

¿Puede considerarse un logro de la sinodalidad? Cristina Inogés afirma: «No diría que es un logro, más bien son personas que dialogan entre sí y ahí están, conviviendo en el mismo espacio. Puede que representen las posturas más extremas que encontramos en el Sínodo. Suelo decir una frase que creo resume bien la situación: 'No estamos en el Sínodo condenados a entendernos, sino que estamos invitados a escucharnos'. Este enfoque cambia significativamente la perspectiva y la dinámica entre las personas. Saber que todos estamos invitados en igualdad de condiciones, independientemente de nuestras posturas, ayuda a superar desafíos, incluyendo aquellos que la prensa podría destacar o las diferencias que puedan existir debido a las trayectorias individuales de las personas».

La diversidad del pueblo de Dios

El Debate también conversó con María Luisa Berzosa, quien es consultora de la Secretaría General del Sínodo. La religiosa española no tiene derecho a voto en la síntesis final que se presentará el 29 de octubre, pero ha participado en las últimas asambleas y es memoria viva e histórica de los progresos recientes de las mujeres en los sínodos. Desde su perspectiva como mujer y facilitadora, su objetivo ha sido «integrar la inclusión de las mujeres en la dinámica del Sínodo. A pesar del reducido número de mujeres en los grupos, hemos trabajado para asegurar la presencia de mujeres y laicos junto a obispos y cardenales, promoviendo una combinación que refleje la diversidad del pueblo de Dios en el aula».

Clericalización de los laicos

En cuanto a evitar la secularización de los sacerdotes y la clericalización de los laicos y las mujeres, Berzosa opina lo siguiente: «En el modelo actual de Iglesia, personalmente, tampoco aspiraría a ser sacerdote. Existen numerosas funciones, tareas y ministerios que llevamos a cabo, aunque no cuenten con un reconocimiento oficial. Abogaría por promover una mayor corresponsabilidad en este sentido. Insisto con el término corresponsabilidad, ya que no somos las únicas responsables; estamos unidos en la diversidad de vocaciones y carismas. Si nos limitamos a ser reconocidos únicamente por el sacramento del orden, como sucede a menudo, los clérigos pueden caer en el clericalismo, y los laicos pueden verse arrastrados a una vida clerical, desviándose de su vocación laica, que es fundamental. Por lo tanto, creo que debemos avanzar hacia una Iglesia en la que, si existen miembros ordenados, ya sean mujeres u hombres, seamos una Iglesia de iguales, sin divisiones basadas en sacramentos. El sacramento debe ser un instrumento para servir a la pastoral y atender a las personas, no una fuente de poder o estatus. Ese no es el propósito del sacramento».

Falta de sacerdotes en varias iglesias

En España, son principalmente las mujeres las que mantienen en funcionamiento el día a día y la vida de las parroquias y otras instancias eclesiales. Entonces, ¿por qué parece todavía algo inusual o aislado hablar de corresponsabilidad en este contexto? Maria Luisa Berzosa sostiene: «Si no hay sacerdotes, la situación se vuelve crítica. En la Amazonía, algunas comunidades solo celebran la Eucaristía una vez al año, y en otras, la frecuencia es de una vez cada tres años. En mi tierra, Castilla, en España, estamos experimentando una disminución en el número de sacerdotes. Debemos abordar estas necesidades pastorales urgentes, porque si no hay ministros ordenados, las personas viven y mueren sin el apoyo espiritual necesario. Es cierto que las mujeres están desempeñando un papel fundamental, pero no tienen la capacidad de confesar o consagrar, entre otras cosas. Entonces, si consideramos que la Eucaristía es el centro de la vida cristiana, pero no hay personas que puedan celebrarla, ¿cómo llenamos ese vacío? Es esencial encontrar soluciones, ya que las personas enfrentan situaciones de vida y muerte sin la asistencia espiritual necesaria debido a la falta de un varón ordenado que pueda proporcionarla. ¿No es posible crear otros ministerios o desarrollar enfoques pastorales alternativos en la Iglesia para abordar este desafío?».

La dubia de cinco cardenales

Previo al Sínodo algunos cardenales han presentado algunos dubias al Papa Francisco. «La prioridad de la Iglesia no es el cambio climático, los migrantes y el poder de los laicos, sino el Evangelio de Jesús», afirmaba uno de estos purpurados. La religiosa española comentó: «¿Pero acaso la atención a los migrantes no es parte del Evangelio? Es decir, si concebimos la fe únicamente como un acto de culto, para celebrar sacramentos, cultivar la piedad, rezar o realizar novenas, no tengo objeciones. Sin embargo, la fe también tiene una dimensión comunitaria, social, misionera y proyectiva. La fe no es solo algo intimista; nos impulsa a un compromiso social, a cuidar a nuestros hermanos, ya sean migrantes, enfermos, marginados, refugiados o desplazados. Volvamos al Evangelio. Todas las personas que se acercan a Jesús en el Evangelio lo hacen en situaciones de enfermedad, pecado o marginación social, y todas experimentan una transformación que les permite comenzar de nuevo, reconstruir sus vidas. Entonces, ¿cómo podemos vivir nuestra fe si no es en el mundo que nos rodea? La fe no es solo para el ámbito íntimo, ni para rezar en soledad; está destinada a proyectarse en el mundo. Como dice el apóstol Juan: 'Si alguien afirma: amo a Dios, pero odia a su hermano, es un mentiroso'. La fe en Dios está inexorablemente ligada a cuidar y amar al prójimo. Si consideramos los problemas sociales como algo ajeno a la fe, no se ajusta al Evangelio de Jesús. Jesús actúa constantemente en el Evangelio a favor de las personas más necesitadas, y cuanto más necesitadas están, más atención les presta».

Las mujeres y su aporte en el Sínodo 2023

Por otro lado, consultamos a Eva Fernández Mateo, una laica casada y enfermera que también ejerce como presidenta de la Acción Católica General de España y participa en el Sínodo. Le preguntamos: ¿Cuáles son los desafíos particulares que enfrentan las mujeres al participar en esta dinámica?: «El valor que las mujeres aportamos en el Sínodo es igual al de cualquier otro participante, basado en quiénes somos y en nuestra esencia. A medida que ha transcurrido el Sínodo, nos hemos enfocado en escuchar profundamente, dialogar y expresarnos con libertad en busca de convertirnos en una Iglesia más orientada hacia la misión. Creo que ahí radica el papel de las mujeres, así como el de cada individuo en función de su vocación. Contribuimos para que la Iglesia sea más misionera, partiendo de nuestra vocación y experiencia personal».

Escucha y diálogo

La presidenta de la Acción Católica considera que las mujeres pueden superar las estructuras existentes que a menudo las marginan en algunas iglesias locales mediante el fomento de la reciprocidad, la escucha y el diálogo. «Estos días estamos discutiendo y abordando el tema de la participación en el Sínodo. Estamos viendo que esto es una labor conjunta. Insisto en que la reciprocidad, la escucha y el diálogo son fundamentales para transformar nuestras estructuras. Creo que es importante recordar lo que se menciona en el número 53 del Instrumentum Laboris, que destaca que la participación de todos es única e indispensable. En la actualidad, es esencial que las mujeres descubran que sus voces son indispensables en la Iglesia, al igual que las voces de otros colectivos que sienten que no son escuchados. Escuchar a las periferias, a las personas que sufren y tener en cuenta a aquellos que han abandonado la Iglesia debido a heridas pasadas es un desafío. Debemos lograr que nuestras estructuras se conviertan en lugares donde se escuche la voz de todos y todas».