Los dientes no son blancos, su color se acerca más al del marfil

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Blancorexia: riesgos de la obsesión por tener los dientes blancos

La mayoría de productos pueden producir efectos adversos en la boca como irritaciones severas en las encías, el paladar y la garganta

La sonrisa es determinante en nuestra apariencia física y en los últimos tiempos ha ido cobrando importancia el cuidado de los dientes. La salud bucodental de los ciudadanos en general ha mejorado notablemente debido a este cambio de hábitos, pero una obsesión por tener la dentadura perfecta puede conllevar riesgos.

Más allá de la alineación de los dientes o su correcta higiene, son muchos los que quieren tenerlos blancos. Cuando esto se convierte en una obsesión recibe el nombre de blancorexia, un trastorno que es cada vez más común.

Lo cierto es que ese blanco perfecto en los dientes es difícil de conseguir, tanto en clínicas especializadas como con métodos caseros. Lo normal es que, con el paso del tiempo y debido a la ingesta de ciertos alimentos, los dientes vayan perdiendo ese color. Es aquí donde aparece el peligro de los blanqueamientos, que pueden ser peligrosos para el esmalte de los dientes y causar otras afecciones.

La mayoría de productos blanqueadores contienen sustancias como el peróxido de hidrógeno o el peróxido de carbamida que, en exceso, pueden producir efectos adversos en la boca como irritaciones severas en las encías, el paladar y la garganta. Además, una obsesión por lucir unos dientes más blancos podría llevar consigo consecuencias negativas como las siguientes:

  • Gingivitis, que causa irritación, enrojecimiento e hinchazón de la parte de las encías que rodea la base de los dientes.
  • Alteraciones en el esmalte, ya que el uso de estos productos y técnicas lo irá desgastando.
  • Hipersensibilidad dental, que viene causada por el debilitamiento del esmalte.
  • Cambios en la lengua y en la percepción del sabor.
  • Daños en la pulpa dental, que supone la muerte del nervio del diente.

Los blancoréxicos suelen acudir de forma frecuente a su odontólogo para que les realicen estos tratamientos que varíen el color del diente. Pero aunque estos estén permitidos y los lleve a cabo un profesional, suelen ser bastante agresivos con el esmalte.

Tal y como indica el doctor Luciano Badanelli, esta obsesión obedece a motivos psicológicos, pero también influyen otras causas, como el bombardeo publicitario de 'productos milagro', el deseo de imitar a los famosos y la falta de información sobre los peligros.

El blanco absoluto no existe

Los dientes no son blancos. Su color se acerca más al del marfil y dependiendo de la persona su tono variará. Aunque su color irá oscureciéndose con el paso de los años sin remedio, esto se puede aminorar si se evita la ingesta de té, café o refrescos de cola, ya que estos van tiñendo los dientes. Asimismo, el tabaco agrava notablemente esta situación.

Debido a la imposibilidad de conseguir un blanco nuclear, muchas personas no se quedan satisfechas tras su blanqueamiento en una clínica y optan por continuar con él en casa. El doctor Jesús Peláez advierte del riesgo de los 'productos milagro' como el agua oxigenada, el bicarbonato o el carbón activado para dientes. Estos prometen resultados mágicos en cuestión de días, algo que no es cierto y además aumenta el riesgo de dañar aún más los dientes.

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