Así envejece el rostro con la edad: de los 20 a los 70 años
Aunque no todos envejecemos por igual, hay una serie de sustancias que con el paso del tiempo nuestra piel deja de generar, provocando una mayor sequedad y aspereza
Un trabajo reciente de un equipo internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) afirmaba que la edad que se tienes no siempre coincide con la que se aparenta porque no todos envejecemos por igual. Los factores ambientales y la exposición a la luz solar son factores claves en los efectos del paso de los años en el rostro ya sea de hombre como de mujer.
A los 20 años, colágeno, elastina y acido hialurónico están en los niveles más altos y es el momento en que aparece la piel grasa. A partir de los 25 años, pueden aparecer los primeros signos de envejecimiento, normalmente como líneas finas. Cuando la piel comienza a afinarse, su función de barrera y su protección natural contra los rayos UV también disminuyen de manera gradual. La masa de colágeno y la flexibilidad también comienza a agotarse a una tasa de aproximadamente un 1 % cada año.
A partir de los 30 años la piel empieza a cambiar: su función barrera protectora se debilita progresivamente, el intercambio de oxígeno en las células se ralentiza, la epidermis pierde cada vez más humedad y su elasticidad disminuye.
A partir de los 40 años se pierde la estructura ordenada de las diferentes capas de la epidermis. Según un estudio de Eucerin entre los 40 y los 50 años se crean menos células y las que ya existían se contraen por lo que la capa superior de la piel se adelgaza. Esto puede provocar un aumento de la aspereza y sequedad. Aparición de zonas de hiperpigmentación (conocidas como manchas causadas por la edad) así como deterioro de la cicatrización de heridas e incremento del riesgo de infección cutánea.
Las llamadas «manchas seniles» son manchas de color parduzco que aparecen sobre todo en las zonas de la piel que han estado expuestos constantemente al sol. Con variaciones individuales, pueden ser más o menos notorias. Su tamaño varía desde unos pocos milímetros a varios centímetros. La causa de las manchas seniles es una fuerte multiplicación de los melanocitos en el estrato basal de la epidermis.
La piel a partir de los 50
En la década de los 50 la piel se vuelve más fina y pierde el tono muscular casi en un 70%. Según los expertos de Clínica Riba «la disminución de las hormonas durante la menopausia provoca que el cutis se reseque y que las manchas oscuras aumenten. También se reduce la densidad cutánea; es decir, se adelgazan las fibras de colágeno. En el cuello y en el rostro se evidencian las consecuencias de este proceso. La regeneración celular disminuye, lo cual provoca que se acentúen las arrugas, las bolsas y las ojeras».
Durante la década de los 60 y los 70 años disminuye la capacidad natural de la piel para producir lípidos y baja la producción de ácido hialurónico y colágeno, lo que origina sequedad, deshidratación y arrugas profundas.
Se desacelera la regeneración de la piel y esta se vuelve cada vez más fina, lo que provoca la pérdida de volumen y la pérdida de elasticidad. La cicatrización de las heridas también se ve alterada. Aumenta la sensibilidad a los rayos UV y la piel está propensa a la hiperpigmentación.
Desde el final de la década de los 70 en adelante, la función inmunitaria de la piel se reduce, haciendo que sea más vulnerable a la infección.