dieta mediterranea

La dieta mediterránea es una de las mejor valoradas del mundo

Una dieta sana es más importante que los fármacos para el daño vascular asociado a la obesidad

Un estudio demuestra la eficacia del abordaje no farmacológico en el contexto del daño vascular asociado a la obesidad

En España, 3 de cada 10 muertes anuales se deben a una enfermedad cardiovascular. De ellas, el 80 % podrían haberse evitado, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), siguiendo un estilo de vida saludable y reduciendo los factores de riesgo. Entre esos factores de riesgo, la obesidad destaca por su elevada prevalencia y su relación con el desarrollo de enfermedades como el infarto de miocardio, el ictus, y la insuficiencia cardiaca o renal, principales causas de muerte en los países occidentales.

El papel de la dieta, en su prevención, es bien conocido pero ahora una investigación, publicada en la prestigiosa revista Acta Physiologica aporta nuevas evidencias sobre los beneficios de los hábitos dietéticos saludables en el control de las enfermedades cardiovasculares.

El estudio, desarrollado por investigadores del Grupo de investigación Metabolismo y Función Vascular (MET-VASC), de la Universidad CEU San Pablo, bajo la dirección de la Dra. Beatriz Somoza, en colaboración con la Dra. Fernández-Alfonso, de la Universidad Complutense de Madrid, y la Dra. Chowen, del Hospital Universitario Niño Jesús, describe cómo una intervención dietética puede lograr efectos beneficiosos, tanto funcionales como moleculares, similares a los aportados por un tratamiento farmacológico. El estudio se aborda dentro de un proyecto financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y por la Fundación Universitaria San Pablo CEU/Banco Santander.

Abordaje no farmacológico

Beatriz Somoza explica que «en este trabajo se demuestra cómo la alteración de la vía AMPK/CREB/HO-1, responsable del daño endotelial asociado a la obesidad, puede constituir una nueva diana terapéutica. La intervención dietética activa esta vía, lo que demuestra la eficacia del abordaje no farmacológico en el contexto del daño vascular asociado a la obesidad».

Por otra parte, la Dra. Somoza destaca el hecho de que una dieta sana mantenida en el tiempo «permite no solo perder peso, sino también mejorar notablemente la tolerancia a glucosa, lo que puede retrasar o incluso evitar el desarrollo de diabetes Mellitus tipo 2, entre otras alteraciones metabólicas».

Aunque son muchas las evidencias que avalan los beneficios de llevar un estilo de vida saludable en la prevención del desarrollo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, este estudio pone de manifiesto que la intervención dietética puede incluso revertir alteraciones ya establecidas, por lo que debe considerarse como el pilar fundamental del tratamiento no farmacológico en los pacientes con obesidad. Además, este interesante resultado, podría contribuir a incrementar la motivación de los pacientes para cambiar sus hábitos dietéticos y, con ello, las probabilidades de éxito en la mejora de su salud cardiovascular.

Así se hizo el estudio

En este experimento se utilizó un modelo de ratón con obesidad inducida por dieta rica en grasa durante 8 semanas. A la mitad de ellos, se le sustituyó esta dieta por una dieta equilibrada durante las 2 últimas semanas. Este corto periodo de tiempo fue suficiente para que el grupo de intervención dietética mostrara cambios metabólicos y vasculares significativos: se redujo el peso y se mejoró el control lipídico, glucémico y la función vascular. Estos efectos se explicaron por un aumento en la actividad de la proteína AMPK, que actúa como «sensor energético» para las células. Esta proteína presenta un papel clave en la regulación del metabolismo y el tono vascular, al mantener la función endotelial y reducir el estrés oxidativo. El retorno a una dieta saludable aumentó la actividad de la AMPK vascular y la expresión de las proteínas antioxidantes catalasa y hemo-oxigenasa. Además, incrementó la síntesis y disponibilidad de óxido nítrico, uno de los factores más importantes para mantener la función endotelial y, por lo tanto, evitar el desarrollo de la enfermedad cardiovascular.

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