El ayuno podría tener mucho que ver con el cáncer

El ayuno podría tener mucho que ver con el cáncerGTRES

La dieta del ayuno de 12 horas que te protege del cáncer

Valter Longo, el 'gurú de la longevidad' apuesta en su nuevo libro por el ayuno contra el cáncer

Según la International Agency for Research on Cancer, en el año 2020 se diagnosticaron aproximadamente 18 millones de casos nuevos de cáncer en el mundo y esta cifra podría aumentar en un 40% durante las próximas dos décadas.

Lo cierto es que en los últimos años se ha avanzado mucho en la lucha contra la enfermedad pero no debemos olvidar que se trata de algo muy complejo: en un tumor puede haber diversos tipos de células y cada uno responder a una terapia distinta; la aplicación, por tanto, de tratamientos estandarizados es limitada dado que hay tantos tumores como personas, y basta que sobreviva una sola célula cancerosa para que pueda darse origen a nuevas masas tumorales, en algunos casos más resistentes al tratamiento que las anteriores.

En general, la medicina tradicional ha obviado los poderosos efectos del metabolismo y el ayuno para afrontar una enfermedad como el cáncer. Las investigaciones lideradas por Valter Longo, biólogo celular han contribuido a que algunos de los más importantes centros oncológicos del mundo empiecen a tener en cuenta la combinación de la terapia metabólica con la terapia tradicional.

El reconocido bioquímico italiano, conocido como el 'gurú de la longevidad' lleva treinta años investigando sobre los beneficios de la alimentación para lograr una longevidad saludable, de los cuales quince han estado dedicados al estudio del cáncer. En su nuevo libro El ayuno contra el cáncer, Longo recoge varios casos clínicos de pacientes con distintos tipos de tumores cuyos resultados demuestran que el ayuno, en combinación con un programa de nutrición basado en la dieta de la longevidad, mejora la eficacia de los tratamientos antitumorales y reduce los efectos colaterales de los fármacos.

Las células tumorales y las sanas se alimentan de distinta manera

«La mejor estrategia es respetar el estándar de tratamiento y usar la alimentación para respaldarlo sin sustituirlo, al menos mientras no se disponga de suficientes datos clínicos para incluir la alimentación en dicho estándar. No es una mera idea, sino algo que se basa en quince años de investigación, durante los cuales hemos comprobado que solo la combinación de fármacos dirigidos y dietas imitadoras del ayuno ha logrado la curación y supervivencia de los ratones, y que las terapias en el hombre sean más eficaces o menos tóxicas, un dato especialmente eficaz en el cáncer de mama», afirma Longo.

Uso de los nutrientes

Uno de los principales temas del libro es la diferencia entre el uso de los nutrientes que hacen las células tumorales y las células normales. Las células tumorales y las sanas se alimentan de distinta manera. Así como las sanas, cuando hay escasez de nutrientes (practicamos el ayuno), se protegen y se quedan en una especie de pausa, las tumorales no se detienen, siguen multiplicándose descontroladamente y no se protegen.

Lo que el profesor Longo y su equipo han descubierto es que resulta indispensable separar unas células de otras para que la toxicidad de los tratamientos no elimine todas las células por igual. Una primera fase de experimentación tuvo como resultado que un ciclo de ayuno antes de la quimioterapia protegía a los animales de los efectos colaterales tóxicos del tratamiento. E incluso sin la quimioterapia vieron que los ciclos de ayuno de dos días detenían la progresión de los tumores en varios tipos de cáncer.

Las células tumorales no son capaces de gestionar correctamente la falta de alimentoValter Longo

«Las células sanas saben perfectamente lo que deben hacer cuando la comida escasea porque desde hace miles de millones de años, si tenemos en cuenta a sus antepasados unicelulares, han estado expuestas a esa condición. Las células tumorales, en cambio, han evolucionado en presencia de un exceso de nutrientes, y cuando se encuentran en condiciones de ayuno, buscan desesperadamente vías de escape para sobrevivir porque han sufrido tantas mutaciones y cambios en el ADN que ya no son capaces de gestionar correctamente la falta de alimento», explica el biólogo celular.

Dieta de la longevidad

Uno de los mayores factores de riesgo de padecer cáncer es el envejecimiento. La dieta de la longevidad, ya descrita en su libro anterior y ligeramente modificada en éste, tiene como base la evidencia científica, pero es también el resultado del estudio de las dietas que han adoptado poblaciones centenarias ubicadas en distintos lugares del mundo, preservando las tradiciones y costumbres mantenidas durante años. No supone por tanto un cambio radical en los hábitos alimenticios y puede adoptarse como una práctica de vida que combina nutrición, efecto antitumoral y antienvejecimiento. Basada en una alimentación principalmente vegetal a la que se le añade pescado, la dieta de la longevidad es baja en azúcares y almidones, alta en fibra y omega 3 y tiene pocas, aunque suficientes, proteínas.

Dieta del envejecimiento

  • Verduras ​
  • Frutas (con moderación)
  • Aceite de oliva
  • Legumbres
  • Cereales integrales
  • Pescado (no diario)
  • Carnes blancas en pequeñas cantidades
  • Chocolate negro
  • La dieta excluye todas las carnes rojas y procesados

Ayuno de 12 horas

El ayuno, por otra parte, y como ya hemos visto, protege las células sanas y contribuye al aumento de la toxicidad de las terapias sobre las células tumorales. Longo propone un ayuno que consiste en no comer durante un intervalo de doce horas, es decir, si se desayuna a las ocho de la mañana se deber cenar antes de las ocho de la noche, lo cual mejora además la calidad del sueño, lo que técnicamente es un estilo de ayuno intermitente.

Si se desayuna a las ocho de la mañana se deber cenar a las ocho de la noche

Valter Longo propone combinarlo con la dieta que imita el ayuno de cuatro o cinco días, una versión de la dieta de la longevidad con menos calorías, proteínas y azúcares, y más grasas de origen vegetal, sumado a un programa de ejercicio personalizado para preservar el nivel de masa muscular. Todo ello bajo la supervisión de un equipo de especialistas liderado por el oncólogo, tomando como referencia las necesidades individuales de cada paciente según el tipo de tumor que padece.

Se trata de un programa de nutrición en el que el número de calorías, los ingredientes, la duración y la frecuencia de la dieta son muy precisos para así poder obtener los efectos antitumorales.

Pros y contras de algunos alimentos

Frutos secos: un puñado diario de frutos de cáscara tienen un efecto antienvejecimiento y antitumoral.

Soja: es mejor un consumo limitado, preferiblemente en su forma original y combinada con otras legumbres, especialmente en aquellos lugares donde la soja tiene una presencia habitual en la mesa. A la soja se le atribuye tanto efecto protector como efecto cancerígeno.

Alimentos biológicos: es posible que contengan cuatro veces menos residuos de pesticidas y otros agentes cancerígenos que los cultivos convencionales. Un estudio en el que participaron 68.000 personas durante cinco años permitió concluir que consumir alimentos biológicos reduce en un 25% la probabilidad de padecer cáncer.

Antibióticos: cuanto mayor es el número de prescripciones, mayor es la incidencia de varios tipos de tumores. Es el resultado de un estudio en el que participaron más de tres millones de personas.

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