Hombre trabajando en la playa

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¿Eres de los que no consigues desconectar en vacaciones? Sufres el síndrome de 'burnout'

La consecuencia principal de no desconectar es el agotamiento físico y mental que puede propiciar el desarrollo de problemas psicológicos

Desde el 1 de enero de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido oficialmente como enfermedad el burnout o «síndrome de estar quemado» o de desgaste profesional. Este síndrome ha llegado a convertirse en una verdadera epidemia mundial y, solo en nuestro país, el 43 % de los profesionales lo sufren.

No es de extrañar si analizamos los resultados que arroja el Estudio TopDoctors, verano y bienestar físico y mental 2022. Revela que tres de cada cuatro españoles no logran desconectar totalmente en vacaciones. De hecho, el 35 % desconecta del trabajo, pero no de internet y las redes sociales, cifra que se dispara al 70 % en el caso de los menores de 30 años.

Por otro lado, casi un tercio de los españoles confiesa que solo logra desconectar a ratos; y un importante porcentaje del 8 % (mayoritariamente femenino) que apunta que su rol familiar es el motivo por el que no desconecta en vacaciones. Afortunadamente, tan solo un 3 % afirma no desconectar nada debido a su trabajo.

La desconexión digital y laboral en verano es una de las principales claves para prevenir problemas psicológicos a largo y corto plazo.

La psicóloga sanitaria y miembro de TopDoctors María Gallego Blanco apunta que «la desconexión en vacaciones nos ayuda a descansar física y mentalmente, y facilita que volvamos al trabajo más motivados. La consecuencia principal de no hacerlo suele ser el agotamiento físico y mental que, en algunos casos, propicia el desarrollo de problemas psicológicos».

También señala que «hay personas que, por su profesión o situación personal, no pueden desconectar durante el período vacacional.» Algo que se complica en el caso de los autónomos o aquellos con un negocio propio debido a «las responsabilidades y gestiones que, muchas veces, hacen complicado desconectar del todo. Si es así, recomiendo limitar estar pendiente en la medida de lo posible y hacer un uso racional de la tecnología».

Sin embargo, no siempre son las responsabilidades, sino la dependencia de internet y las redes sociales, especialmente entre las generaciones más jóvenes: «A veces, las vacaciones marcan el punto de inflexión en el que la persona es plenamente consciente de su adicción a dispositivos electrónicos y redes sociales. El hecho de querer compartir en RRSS los momentos de ocio nos centra en cómo narrar lo que hacemos, en lugar de disfrutar de lo que tenemos a nuestro alrededor».

Efecto ‘luna de miel’

Esta ‘quemazón’ comienza a tener importantes consecuencias físicas y psicológicas a nivel mundial. Una de las más mediáticas es la que se ha venido llamando la Gran Renuncia que, en EE.UU., que está llevando mensualmente a cuatro millones y medio de trabajadores a dimitir. En nuestro país las cifras no se quedan cortas y crecen día a día. Según las estadísticas de afiliación de la Seguridad Social, 5.467 trabajadores españoles renunciaron a sus trabajos solo en abril, cifra récord hasta la fecha desde que se recopilan estos datos (2001).

La psicóloga sanitaria Gallego Blanco revela que inicialmente en la pandemia los profesionales más afectados por el burnout que llegaban a consulta eran profesores, médicos y personal sanitario (especialmente enfermería) en general, pero la lista se ha ido ampliando a los propios psicólogos, policías, personal de atención al público y otras muchas ocupaciones orientadas hacia las personas.

Según Mercè Morán, psicóloga sanitaria, psicoterapeuta, jefa psicología de la consulta CAIS, esto se ha producido porque «la pandemia nos ha puesto frente a muchas cosas y, lo más importante, frente a nosotros mismos. Especialmente frente a todo aquello que no veíamos por nuestras ajetreadas vidas, como un ratón en una rueda que no para de dar vueltas. Ese shock te coloca en una situación en la que reevalúas y tomó prioridad absoluta la salud, la tranquilidad, el bienestar, y plantearnos si estamos viviendo acorde a lo que es importante para nosotros.»

Además, añade que estar descontento con nuestro trabajo afecta por muchas razones: «para empezar, es el sitio y es con las personas con las que pasamos más tiempo. Además, social y culturalmente nos valoramos a nosotros mismos mucho entorno a nuestro rendimiento y ejecución. Es por ello por lo que es muy importante que trabajemos en estar contentos en nuestro empleo».

Ante la situación de plantearse cambiar de vida aconseja que no se deje el trabajo sin tener un plan y una organización de la actividad que va a desarrollar cuando abandone: «Se puede producir el efecto ‘luna de miel’ y que los primeros días sin nada que hacer sean muy agradables, pero, si no inicia una actividad de forma más o menos inmediata tras dejar el trabajo, corre muchos riesgos de deprimirse».

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