¿Paciente o impaciente? Un estudio analiza cómo afrontamos el día a día

Vivimos en un mundo frenético donde todo va deprisa y donde todo se quiere conseguir rápido. Los psicólogos afirman que las nuevas tecnologías están haciendo a los jóvenes impacientes. Ya no se consulta con la enciclopedia o se bucea en los libros de la biblioteca. Frente a esto ChatGPT, Google o el inmenso mundo de las redes sociales facilitan una respuesta rápida a la mayoría de las dudas que surgen en el día a día. Pero, ¿qué pasa cuando la espera sea hace imprescindible? ¿Se aprende a ser paciente?

Kate Sweeny, investigadora en psicología de la Universidad de California en Riverside, asegura que «tanto los filósofos como los eruditos religiosos consideran que la paciencia es una virtud, pero la mayoría de la gente afirma ser impaciente» y añade: «Eso me hizo preguntarme si la paciencia no tiene tanto que ver con ser una buena persona como con cómo lidiamos con las frustraciones cotidianas».

Qué es la paciencia

Para investigar sobre el asunto, Sweeny buscó definir mejor qué constituye la paciencia y la impaciencia, y los factores que las determinan.

A partir de tres estudios realizados a 1.200 personas concluyó que la impaciencia es la emoción que sienten las personas cuando se enfrentan a un retraso que parece injusto, irrazonable o inadecuado, como un atasco de tráfico fuera de la hora punta o una reunión que debería haber terminado hace 15 minutos. La paciencia, entonces, es la forma en que enfrentamos esos sentimientos de impaciencia.

En la investigación, publicada en la revista Personality and Social Psychology Bulletin, los psicólogos utilizan el término «regulación de las emociones» para describir las numerosas estrategias que las personas utilizan para reducir (o, en ocasiones, aumentar) la intensidad de sus emociones. La paciencia, afirma Sweeny en un artículo teórico complementario, es el subconjunto de estas estrategias que se centran especialmente en los sentimientos de impaciencia.

En los estudios se pidió a los participantes que pensaran en sus respuestas a diversas situaciones frustrantes que podrían encontrarse en la vida cotidiana. Uno de ellos representaba un atasco de tráfico, otro describía una reunión larga y aburrida y otros les pedían que imaginaran que estaban atrapados en una sala de espera.

Los participantes indicaron qué tan impacientes se sentirían en respuesta a cada una de estas situaciones y luego si contrarrestarían su impaciencia mediante estrategias como la distracción, la respiración profunda o ver los aspectos positivos de la situación.

La tormenta perfecta

Los resultados del estudio identificaron tres escenarios que crean una «tormenta perfecta» para la impaciencia:

1. Cuando hay algo importante en juego, como tráfico en el camino al concierto de una banda favorita
2. Ante una situación de espera desagradable o incómoda, como cuando no hay asientos ni distracciones a la que agarrarse en una sala de espera o un autobús.
3. Cuando alguien es claramente el culpable de la demora como podría ser el retraso de un resultado médico porque el laboratorio olvidó procesar su prueba.

Las personas también se sentían más impacientes cuando una demora era más larga de lo que esperaban, pero sorprendentemente, no cuando la demora era relativamente larga o corta.

¿Pacientes o impacientes?

Aunque casi todos los participantes en los estudios dijeron que se sentirían al menos un poco impacientes al enfrentarse a esas situaciones frustrantes, algunas personas fueron más pacientes que otras.

• Los participantes que se sentían más cómodos con las situaciones abiertas y eran más estables emocionalmente, es decir, con una menor necesidad de cierre y neuroticismo, dijeron que no se sentirían demasiado impacientes en esos escenarios.
• Los que tenían más habilidades emocionales y mejor autorregulación dijeron que responderían con más paciencia, incluso si inicialmente se sentían impacientes.
• Ser agradable y tener un alto nivel de empatía también predijo paciencia.

Factores personales

En la publicación, los psicólogos afirman: con respecto a la impaciencia, los hallazgos respaldan nuestra afirmación de que la impaciencia surge en respuesta a la percepción de que una demora es irrazonable o injusta, y las características situacionales e intrapersonales surgieron como predictores de la impaciencia».

Con respecto a la paciencia, «los hallazgos fueron consistentes con la conceptualización de la paciencia como impulsada más por factores intrapersonales que situacionales y revelaron un conjunto de diferencias individuales que predijeron la paciencia. Esta investigación respalda el modelo de proceso de la paciencia como un enfoque viable, generador de preguntas de investigación comprobables, con implicaciones para el bienestar».

Sweeny concluye: «Nuestros hallazgos iniciales respaldan muchas de nuestras ideas sobre la paciencia y la impaciencia» y añade: «Todavía tenemos mucho que aprender, pero nuestro enfoque es bastante prometedor en términos de ayudar a las personas a manejar los sentimientos de impaciencia y, en última instancia, a ser más pacientes en su vida diaria».