Qué es la parálisis del sábado noche, la neuropatía que puede confundirse con un ictus
Pruebas neurofisiológicas permiten confirmar el nervio lesionado e identificar su grado de intensidad
En temporada alta de cenas de empresa, de grupos de amigos y familiares, en pleno Adviento y Navidad, conviene alertar para la prevención de una patología que, aunque de título alegre, es bastante alarmante para el que la padece; por lo menos hasta que es diagnosticada.
Se trata de la parálisis del sábado noche, que consiste, grosso modo, en levantarse después de una noche de sueño con debilidad para extender el codo, el antebrazo o la mano además de adormecimiento y hormigueo en una extremidad, frecuentemente tras estados de embriaguez.
Se debe a la compresión del nervio radial por la propia cabeza u otra parte del cuerpo durante el sueño
El cuadro clínico más característico, y que le ha dado nombre, consiste en despertarse con debilidad para la extensión del codo, de la muñeca y los dedos, junto con pérdida de sensibilidad y parestesias en la cara posterior de antebrazo y mano, distales al lugar de compresión. Eso en los casos leves. En los más graves, se producirá una parálisis completa en dichos movimientos, y la mano quedará en una posición característica de mano «péndula» o mano «caída».
Tiene un mecanismo fisiopatológico común con otra neuropatía, la «parálisis de la luna de miel», en la que el objeto compresivo pertenece a la anatomía de otra persona.
En qué consiste
El nervio radial es uno de los tres troncos nerviosos que descienden a lo largo del miembro superior. Lo hace en su cara posterior, tanto en el brazo como en el antebrazo. Es un tronco nervioso mixto, que a nivel motriz se encarga de la inervación del tríceps, que extiende el codo, y de los extensores del antebrazo, los cuales extienden los dedos y la muñeca. En su trayecto por la cara posterior del brazo desciende en un paquete vasculonervioso, con la arteria humeral profunda, muy próximo a la cara posterior del hueso húmero, y atraviesa su famoso canal de torsión. Es en este punto donde es más vulnerable a la compresión externa. No obstante, también puede comprimirse distalmente, en la arcada de Frohse, en la flexura externa del codo.
Diagnóstico
Su diagnóstico requiere de una detallada historia clínica y una exploración física. Las pruebas complementarias ayudan a confirmarlo. Las pruebas de neuroimagen como TC o MRI descartan accidentes cerebro-vasculares, que, en personas mayores de 50 años con factores de riesgo cardiovascular, pueden confundir el diagnóstico (recordemos el «ictus del despertar»).
En el propio brazo, las pruebas neurofisiológicas (Electroneuromiografía - ENMG), permiten confirmar el nervio lesionado, localizar la lesión e identificar su grado de intensidad, además de identificar posibles radiculopatías motoras sobreañadidas.
El tratamiento suele ser conservador, aunque va a depender del grado de lesión nerviosa. En los casos leves, se plantean ejercicios de rehabilitación, para fortalecer la musculatura y evitar contracturas. En casos más avanzados debe ponerse una férula para mantener la extensión de la muñeca y suelen necesitar fármacos para controlar el dolor neuropático, como AINE, amitriptilina o gabapentina.
En cuanto al pronóstico, en los casos leves la recuperación suele ser completa después de 2 o 3 meses. En los casos más graves, la recuperación completa puede tardar hasta 6-8 meses. En la mayoría de los casos, los pronósticos son buenos, lo que quiere decir que se trata de un daño nervioso potencialmente recuperable.
En definitiva, tras estos eventos sociales, no solo se trata de llegar vivo a casa, también es importante quedarse dormido en la posición correcta en la cama.
- Dr. Pablo González Uriel es médico especialista en Neurofisiología Clínica