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Síndrome de la cara vacía

Síndrome de la cara vacíaPixabay

Coronavirus

El 'síndrome de la cara vacía': el 'trastorno' ante la retirada de las mascarillas

La mascarilla se ha convertido en una protección psicológica, una barrera que impide mostrarnos a nosotros mismos, nuestras expresiones y defectos

Tras casi dos años de su uso ineludible por la pandemia del coronavirus, la mascarilla está próxima a eliminarse en interiores (menos transporte público, hospitales y residencias). Esta noticia ha generado multitud de reacciones emocionales entre los ciudadanos.

Para muchos es una de las mejores noticias que Sanidad podía comunicar, para otros, todo lo contrario. Esto sucede porque nos hemos acostumbrado a llevarla, tanto, que las personas se pueden llegar a sentir cómodas con ella, en lo que estéticamente se refiere.

En los últimos años, no hemos visto a los compañeros de trabajo, profesores o vecinos con la cara al descubierto completamente, por lo que nuestro cerebro ha tenido que imaginar o recordar cómo era la parte de la boca.

Nos hemos acostumbrado tanto a su uso que algunas personas han logrado desarrollar una especia de dependencia a las mascarillas. Los expertos le han decidido poner un nombre: el 'síndrome de la cara vacía'.

La verdad es que aunque parezca un trastorno o un problema psicológico, no lo es, pero sí que ha incrementado la inseguridad de las personas, tanto que algunas no se atreven a salir a la calle si no es con esa barrera protectora que oculta parte de su rostro, especialmente desde que se permitió la retirada de las mascarillas en lugares exteriores siempre y cuando se mantenga la distancia de seguridad impuesta por Sanidad.

¿Por qué ocurre?

Los seres humanos asociamos conceptos para poder entender nuestra realidad. Con el inicio de la pandemia, estábamos inmersos en unas circunstancias de incertidumbre e inestabilidad. Fue ahí cuando la gente empezó a asimilar que mascarilla era igual a protección. De la misma manera, no llevar mascarilla era igual a desprotección.

El problema empieza cuando este significado se mantiene a pesar de que las circunstancias cambien y la amenaza o peligro que nos llevó a hacer la asociación haya desaparecido o sea mucho menor. Si no hay peligro o el riesgo es mínimo, la mascarilla deja de ser una protección.

También por asociación, la protección no solo se aplica al virus, sino que ampliamos su significado a un ámbito emocional. La mascarilla entonces se convierte en una protección también psicológica, una barrera que impide mostrarnos a nosotros mismos, nuestras expresiones y defectos. La mascarilla como ocultación.

Personas con más probabilidad de desarrollarlo

  • Personas con ansiedad
  • Hipocondría
  • Agorafobias
  • Ataques de pánico o ansiedad generalizada
  • Personas con una timidez extrema, fobia social, o complejos físicos

Este tipo de perfiles suelen mantener conductas evitativas, es decir, se protegen dejando de hacer cosas. Esta forma de funcionar no hace sino aumentar el miedo. Por ejemplo, dejan de mostrarse físicamente, reunirse con amigos, y en casos más extremos incluso pueden dejar de salir de casa.

Por último, también algunas personas siguen llevando mascarilla por miedo a la reprimenda de quien las lleva o por no dar una imagen social determinada.

¿Cuál es la solución?

Para este síndrome no hay ninguna solución médica, lo único es la adaptación. Igual que nos llevó tiempo vernos con mascarilla, ahora tiene que llevarnos tiempo, reconocernos sin ella y recolocarnos psicológicamente. No obstante, es normal que en la transición aparezcan emociones contrarias.

Según los psicólogos, las personas que padezcan esto deben saber que no se está obligando a salir sin mascarilla, por lo que podrán llevarlas siempre que quieran. También deben abandona las conductas evitativas y es recomendable que se vayan exponiendo poco a poco.

Sería bueno que creasen una lista de situaciones, de menos a más amenazantes, empezando por las más fáciles y concluyendo con las más complejas.

Hay que tener en cuenta que la mascarilla es una barrera, igual que nos protege del virus, también nos puede distanciar de los demás. Recordar que ver la cara nos ayuda a ver las emociones y a interactuar de una manera más libre con los demás.

En caso de que no mejorase, se deberá acudir a un especialista que es quién va a enseñar a gestionar todas las emociones, miedos e inseguridades.

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