Viaje al interior del Banco de Alimentos: «La inflación nos genera problemas para adquirir productos básicos»
170.000 personas fueron atendidas el pasado año por esta organización, que puede repartir entre 15.000 y 20.000 kilos diarios solo entre frutas y hortalizas
Son las diez de la mañana y la actividad en uno de los almacenes del Banco de Alimentos en Madrid es frenética. Idas y venidas de carretillas elevadoras, palés repletos de comida y personal –la mayoría voluntario–, se suceden en los pasillos de la nave situada en el municipio de Alcobendas y que, en este caso, está cedida por la Comunidad de Madrid.
Alrededor de 170.000 personas fueron atendidas el pasado año 2022 por esta ONG que se define como «apolítica y aconfesional» y que tiene 27 años de experiencia basada en el voluntariado. Este fue el segundo banco de alimentos que apareció a nivel europeo, por detrás del de París, y lo que comenzó como una pequeña asociación constituye ahora la organización de este tipo más grande de Europa, tanto por volumen como por kilos distribuidos por número de beneficiarios.
Pero como a cualquier consumidor español, la espiral inflacionista en la que vivimos instalados desde que comenzó la guerra en Ucrania también afecta a este tipo de organizaciones benéficas.
Mila Benito, directora de marketing y comunicación de la Fundación Banco de Alimentos de Madrid, relata que la adquisición de productos básicos como la leche o el aceite son para ellos «un gran problema» debido no solo al incremento de su precio, sino también a la menor cantidad de género que hay disponible para la venta. Benito comenta que, tras el confinamiento, bajaron las donaciones en la misma medida que aumentaban las peticiones de ayuda. «Tuvimos entre un 30 y un 40 % menos de donaciones y más demanda de beneficiarios. Pensábamos que 2022 iba a ser un año en el que todo se iba a estabilizar y, desgraciadamente, llegó la guerra de Ucrania».
Aunque la mayoría de lo que se almacena son alimentos no perecederos (arroz, pasta, aceite, legumbres...), el reparto de frescos también es importante en el banco. Pedro Sánchez Quintana, responsable del reparto de frutas y hortalizas, señala que cada día salen entre 15.000 y 20.000 kilos de ese género.
De igual forma, desde la ONG apuntan que las donaciones de alimentos físicos ha bajado en favor de las aportaciones económicas. Estas se pueden hacer tanto en la gran recogida –al pasar por caja en el supermercado– como desde la página web. Elena Doria, directora del gabinete de prensa, valora de forma positiva este cambio de tendencia, ya que de esa forma la entidad cuenta con un saldo que pueden ir gastando en función de sus necesidades y no depender únicamente de lo almacenado.
Funcionamiento
Las labores de un día normal en el almacén de Alcobendas requieren un buen madrugón para los voluntarios, a los que les acompaña estos meses de invierno un ambiente gélido –en muchas ocasiones inferior a los cero grados– no solo en el exterior, sino también dentro de las naves.
Rafael Pavón, jefe del almacén, explica que la jornada comienza entre las seis y las siete de la mañana y se puede prolongar hasta primera hora de la tarde. El Banco de Alimentos no reparte directamente a los necesitados, sino que son las diferentes entidades benéficas las que acuden a ellos para aprovisionarse. Por ello, las primeras horas de la mañana son frenéticas, ya que es cuando estas organizaciones llenan sus furgonetas con los productos almacenados.
Voluntariado
La realización de este reportaje coincide con la visita de un grupo de alumnos del Colegio Santa María de los Rosales, que participaron en las labores de clasificación de alimentos. Como ellos, cada semana acude un centro diferente con el único propósito de inculcarles la labor del voluntariado. Algo que, según los trabajadores de la nave, funciona, puesto que cuando cumplen la mayoría de edad son los primeros en apuntarse –especialmente a la gran recogida, en la que se necesita una gran masa de colaboradores–.
Aun así, desde la organización insisten en que aceptan voluntarios todo el año y que todos son bien recibidos, «incluso aunque sea para unas pocas horas a la semana». Para ello, lo más fácil es apuntarse a través de su página web, y «es a partir de ahí cuando se va asignando según disponibilidad de huecos para unas tareas u otras», concluye Benito.