Casi toda la población mundial respira ya aire contaminado
Solo un 0,18 por ciento de la superficie de la Tierra tiene niveles de polución considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud
Coches, fábricas, calefacciones... La mano humana lleva años contribuyendo a la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Algo que ha derivado en que el aire ya no sea puro en ningún lugar del planeta. Según el primer estudio mundial sobre contaminación atmosférica, solo un 0,18 % de la superficie terrestre y un 0,001 % de la población mundial vive en niveles de contaminación considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud, lo que quiere decir que ya prácticamente no hay lugar seguro en el que residir.
El estudio –el primero en medir las partículas de contaminación PM2,5 en el mundo– revela que, en los últimos 20 años, Europa y América del Norte han reducido sus niveles de contaminación atmosférica mientras que Asia, Australia, Nueva Zelanda, América Latina y el Caribe las han aumentado.
Desde hace décadas, la falta de estaciones de control de la contaminación atmosférica ha impedido conocer los datos sobre la exposición local, nacional y mundial a las PM2,5 (las micropartículas más dañina para la salud ambiental).
Ahora, por primera vez, un equipo de científicos liderado por Yuming Guo, de la Universidad Monash de Melbourne (Australia), ha elaborado un mapa de la evolución de las PM2,5 en las últimas dos décadas. Los resultados se publican hoy en Lancet Planetary Health.
Para hacer el estudio, el equipo empleó observaciones tradicionales de control de la calidad del aire, detectores meteorológicos y de contaminación atmosférica por satélite y métodos estadísticos y de aprendizaje automático para evaluar con mayor precisión las concentraciones de PM2,5 en el mundo.
El trabajo concluye que la concentración anual de PM2,5 y los días de alta exposición a PM2,5 en Europa y América del Norte disminuyeron a lo largo de las dos décadas del estudio, mientras que las exposiciones aumentaron en el sur de Asia, Australia y Nueva Zelanda, y América Latina y el Caribe.
El estudio detalla que, pese a una ligera disminución de los días de alta exposición a las PM2,5 a nivel mundial, en 2019 más del 70 % de los días seguían teniendo concentraciones de PM2,5 superiores a 15 μg/m³.
Solo en el sur y el este de Asia, más del 90 % de los días tuvieron concentraciones diarias de PM2,5 superiores a 15 μg/m³. Además, Australia y Nueva Zelanda tuvieron un marcado aumento en el número de días con altas concentraciones de PM2,5 en 2019. A nivel mundial, la media anual de PM2,5 de 2000 a 2019 fue de 32,8 µg/m3, según el estudio.
Las mayores concentraciones de PM2,5 se registraron en Asia oriental (50,0 µg/m3) y Asia meridional (37,2 µg/m3), seguidas del norte de África (30,1 µg/m3), y las más bajas en Australia y Nueva Zelanda (8,5 μg/m³), otras regiones de Oceanía (12,6 μg/m³) y el sur de América (15,6 μg/m³).
Estos datos, contrastados con las directrices de la OMS para 2021, reflejan que solo el 0,18 % de la superficie terrestre mundial y el 0,001 % de la población mundial estuvieron expuestos a una exposición anual inferior a este límite directriz (media anual de 5 μg/m³) en 2019.
El estudio también muestra diferentes patrones estacionales, como niveles menores de contaminación en el noreste de China y el norte de la India durante sus meses de invierno (diciembre, enero y febrero), y mayores niveles de PM2,5 en las áreas orientales del norte de América durante los meses de verano (junio, julio y agosto).
«También registramos una contaminación atmosférica por PM2,5 relativamente alta en agosto y septiembre en Sudamérica y de junio a septiembre en el África subsahariana», añade Guo.
Para Guo, conocer estos datos es importante porque «proporcionan un conocimiento profundo del estado actual de la contaminación del aire exterior y sus repercusiones en la salud humana».
«Con esta información, los responsables políticos, los funcionarios de salud pública y los investigadores pueden evaluar mejor los efectos a corto y largo plazo de la contaminación atmosférica sobre la salud y elaborar estrategias para mitigarla», defiende el investigador.