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Una mujer recoge agua de un pozo en el río Cihoe

Una mujer recoge agua de un pozo en el río CihoeEuropa Press

La escasez de agua, que ya afecta hasta a 3.000 millones de personas, aumentará en las próximas décadas

La directora general de la UNESCO considera que es «urgente» establecer mecanismos internacionales sólidos para evitar que la crisis mundial del agua se descontrole

Se trata de un problema grave que la humanidad tendrá que afrontar en el futuro próximo. En el día mundial del agua, la ONU advierte de que la escasez de este líquido se agravará en las próximas décadas, sobre todo en las ciudades si no se impulsa la cooperación internacional en este ámbito. Además, alerta de que en la actualidad entre 2.000 y 3.000 millones de personas en el mundo padecen falta de agua.

El informe, publicado por la UNESCO en nombre de ONU-Agua, estima que el 26 por ciento de la población mundial, unos 2.000 millones de personas no cuentan con agua potable mientras que el 46 por ciento, 4.600 millones carecen de acceso a un saneamiento gestionado de forma segura.

El trabajo se ha publicado este 22 de marzo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua 2023, que se celebra en Nueva York. En concreto, alerta de que entre 2.000 y 3.000 millones de personas sufren escasez de agua durante al menos un mes al año, lo que supone graves riesgos para sus medios de subsistencia, en particular la seguridad alimentaria y el acceso a la electricidad.

Se prevé que la población urbana mundial que sufre escasez de agua se duplique, pasando de 930 millones en 2016 a 1.700-2.400 millones de personas en 2050. La creciente incidencia de sequías extremas y prolongadas también está estresando los ecosistemas, con consecuencias nefastas para las especies vegetales y animales.

La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, considera que es «urgente» establecer mecanismos internacionales sólidos para evitar que la crisis mundial del agua se descontrole. «El agua es nuestro futuro común y es esencial actuar juntos para compartirla equitativamente y gestionarla de forma sostenible», ha manifestado.

Por su parte, el presidente de ONU-Agua y director general de la Organización Internacional del Trabajo, Gilbert F. Houngbo, ha valorado que «queda mucho por hacer». «El tiempo no está de nuestro lado», ha advertido, al tiempo que ha destacado que es el momento de la unión y de acelerar la acción. «Este es nuestro momento para marcar la diferencia», ha insistido.

Una cooperación «esencial»

El documento refleja que que casi todas las intervenciones relacionadas con el agua implican algún tipo de cooperación, ya que, por ejemplo, los cultivos requieren sistemas de riego compartidos o que suministrar agua segura y asequible a ciudades y zonas rurales solo es posible mediante una gestión comunal de los sistemas de abastecimiento de agua y saneamiento.

El informe aboga por que la cooperación entre estas comunidades urbanas y rurales es esencial para mantener tanto la seguridad alimentaria como los ingresos de los agricultores.

Asimismo, admite que la gestión de los ríos y acuíferos internacionales complica aún más las cosas pero la cooperación en cuencas y acuíferos transfronterizos aporta «muchos beneficios» más allá de la seguridad del agua, incluida la apertura de canales diplomáticos adicionales, pero solo 6 de los 468 acuíferos internacionalmente compartidos del mundo son objeto de un acuerdo formal de cooperación.

Entre los beneficios compartidos más destacados en el informe figuran los servicios ambientales como el control de la contaminación o el enriquecimiento de la biodiversidad y las oportunidades de compartir datos, información y cofinanciación.

Por ello, el documento aboga por la participación inclusiva de las partes interesadas que fomenta asimismo la aceptación y la apropiación; por involucrar a los usuarios finales en la planificación y ejecución de los sistemas de agua crea servicios que se ajustan mejor a las necesidades y recursos de las comunidades pobres, y aumenta la aceptación y apropiación públicas.

Igualmente, el trabajo considera que la participación inclusiva también fomenta la responsabilidad y la transparencia y pone de ejemplo los campos de desplazados de la región somalí de Gedo, donde los residentes eligen comités de agua que gestionan y mantienen los puntos de agua que abastecen a decenas de miles de personas.

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