Radiografía del papel del farmacéutico en la España rural: «Somos los únicos que quedamos»

La figura del farmacéutico siempre ha sido esencial para la salud de los más de 48 millones de ciudadanos residentes en España. Pero jugaron un papel más importante, si cabe, durante la crisis del coronavirus, cuando fueron, junto con médicos y enfermeras, los únicos que tuvieron contacto con los enfermos. Además, estos especialistas son esenciales en la España rural, donde a veces no hay ni un establecimiento para administrar los fármacos.

Actualmente, en nuestro país hay 22.220 farmacias –el 70 % fuera de capitales de provincias–. En ellas trabajan 56.502 farmacéuticos. De este total, 4.400 establecimientos se encuentran en poblaciones de menos de 5.000 habitantes y 864 en territorios de menos de 800 vecinos. A pesar de estas cifras, el 90 % de los residentes de estos pequeños municipios dispone de una farmacia. Gracias a esta estrategia, nadie se queda sin su tratamiento.

Según Jesús Aguilar Santamaría, presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCOF), el papel del farmacéutico va más allá de lo que habitualmente se conoce. No solo se dedican a la dispensación de medicamentos, sino que también trabajan en la conservación y control de los medicamentos, una labor que se lleva a cabo gracias a «los farmacéuticos en las oficinas de farmacia», trabajadores que dedican el 80 % de su trabajo atender las necesidades del sistema público.

Aguilar Santamaría afirma que en nuestro territorio hay más de 4.400 farmacias ubicadas en municipios rurales de pequeño tamaño –de menos de 5.000 habitantes– que atienden a unos 5,6 millones de personas, lo que supone casi el 10 % del total de población. Para que el servicio sea el adecuado, y llegue a todos los rincones de España, debe haber una red de farmacéuticos lo suficientemente amplia. En la España rural esto no es sencillo, por ello el especialista debe hacer «muchísimas guardias». En algunos pueblos, donde hay dos sanitarios, uno está disponible 182 días de guardia y el otro 180 días.

En el caso de los pueblos que son muy pequeños, aldeas o parroquias que tienen aproximadamente 20 o 30 habitantes, está la figura del botiquín, pequeñas oficinas de farmacia que se abren durante «un tiempo determinado o cuando hay consultas médicas». En esas zonas «somos los únicos que quedamos con ese papel de contacto con el ciudadano», asegura el presidente.

Este gran trabajo, además de ayudar a los enfermos, contribuye a la sostenibilidad de la aldea. De hecho, como muestran los últimos datos del estudio El modelo español de farmacia: una solución para el reto demográfico realizado por Analistas Financieros Internacionales (AFI), los municipios rurales que cuentan con farmacias se ha despoblado a un ritmo de un «2,1 % más lento que aquellos que no disponen» de este tipo de establecimientos.

Tras el análisis de los resultados, se ha valorado más el poder de las farmacias en estas localizaciones, puesto que se ha demostrado que las que están situadas en el medio rural se posiciona como una infraestructura sanitaria que, además de generar empleo de calidad, contribuye a la fijación de población en el territorio y a su desarrollo socioeconómico.

Además de esto, han propuesto otros modelos más firmes para dar sostenibilidad a las farmacias rurales. Entre ellas destacan tres acciones que necesitan apoyo de diferentes Administraciones: la creación de incentivos fiscales específicos para las farmacias comunitarias rurales; una remuneración de los Servicios Profesionales Farmacéuticos, adicional al margen de dispensación; y la retribución de los servicios de guardia continua, particularmente urgente en las farmacias de municipios con menos de 800 habitantes.

Programa Global de Farmacia Rural

El ámbito rural sigue siendo una prioridad para el sector farmacéutico. En 2023, el Gobierno de España y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (Cgcof) anunciaron que se impulsaría, junto al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el Ministerio de Sanidad y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, el Programa de Farmacia Rural, un nuevo modelo para la mejora de la atención sanitaria, social y asistencial de las áreas rurales de nuestro país.

Este facilitará el desarrollo de servicios asistenciales prestados desde las farmacias comunitarias en coordinación con el resto de estructuras sanitarias y sociales. Así, el Cgcof informa de que esto permitirá que farmacias comunitarias situadas en zonas rurales o en zonas afectadas por la despoblación realicen actuaciones que aumenten la calidad de vida de «las personas que viven en estos territorios» y que se garantice «una atención sociosanitaria integral». Entre estas, se encontrarán las dirigidas mujeres, niños, jóvenes y personas mayores.

¿Habrá relevo generacional?

Llegará un día en que todos los farmacéuticos comprometidos con las zonas más despobladas comiencen a jubilarse, y muchas de estas áreas podrían quedarse sin personal sanitario. Para evitarlo, desde el CGCOF apuestan por las «soluciones atractivas». Una de ellas es la de los concursos.

Según el Consejo, en España las farmacias se abren donde son necesarias. En este proceso, gracias a las comunidades autónomas que proponen nuevas aperturas de oficinas, los farmacéuticos presentan sus propuestas de apertura, y quien obtiene más puntos en el concurso se lleva la concesión. Es decisión de las autonomías. ¿Cómo se acumulan más puntos? Trabajando en farmacias de municipios con menos de 1.000 habitantes. Así, este sistema ayuda a mantener la red de farmacias en zonas rurales, cumpliendo el propósito de los profesionales de estar «al servicio de la ciudadanía».