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Los pacientes que se someten a un trasplante hematológico presentan mayor riesgo de desarrollar desnutrición

En los últimos años, se ha avanzado mucho en el aprendizaje y formación en técnicas de valoración nutricional en los servicios de Endocrinología y Nutrición

Los pacientes que se someten a un trasplante hematológico tienen un mayor riesgo de desarrollar desnutrición y, junto con otras alteraciones fisiopatológicas, suponen un reto para el tratamiento médico nutricional. Ello se debe a múltiples causas, como la propia enfermedad de base, el proceso de preparación para el trasplante o acondicionamiento, complicaciones infecciosas, afectación del tracto gastrointestinal por mucositis o la enfermedad injerto contra huésped.

Todo ello desencadena un impacto negativo en la situación nutricional de los pacientes, en la capacidad para la ingesta de alimentos, en la absorción intestinal de los nutrientes y, en consecuencia, genera pérdida de peso, desnutrición y sarcopenia, siendo fundamental un tratamiento individualizado para alcanzar los objetivos nutricionales. Así se ha puesto de manifiesto en la ponencia 'Nutrición en trasplante hematológico', celebrada en el marco del 65º Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), que tiene lugar del 16 al 18 de octubre en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo.

Tal y como ha señalado el doctor Juan Manuel Guardia Baena, médico especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada y miembro del Área de Nutrición de la SEEN, existe una numerosa evidencia sobre el riesgo que conlleva la desnutrición sobre el «pronóstico de la enfermedad y en la morbimortalidad», a lo que se añade que las enfermedades hematológicas que son «candidatas a trasplante siguen en aumento a nivel mundial». Por todo ello, comprender mejor los aspectos relacionados con estas entidades es crucial para «la prevención y la mejora de la práctica clínica».

Para lograr un adecuado abordaje de estos pacientes es determinante el cribado nutricional, adecuar la ingesta calórica y proteica a las necesidades del paciente, seguir un patrón de alimentación equilibrada y variada, eliminar tóxicos si existe tabaquismo y/o consumo de alcohol, mejorar la condición física mediante ejercicio o mejorar el control de la diabetes si existiera o de otras enfermedades. Todo, ha remarcado el médico, ello sería similar a «un proceso de prehabilitación para incrementar la reserva de la capacidad funcional que se va a ver comprometida por el propio proceso de trasplante hematológico».

Labor fundamental

El especialista en Endocrinología y Nutrición es un aliado para estos pacientes, así como para el servicio de Hematología y Hematoterapia junto con el resto de profesionales sanitarios que los atienden y para el propio sistema sanitario. Por ello, el experto ha expuesto que la especialidad transversal va a permitir intervenir para mejorar «el estado nutricional mediante una valoración detallada, un diagnóstico preciso y una intervención nutricional individualizada, para evitar o minimizar el riesgo de complicaciones asociadas a estos procesos por la desnutrición relacionada con la enfermedad». Todo ello, ha destacado, influye en un «mejor pronóstico, menor morbimortalidad, mayor coste-eficiencia para el sistema y mejor calidad de vida para los pacientes».

Además, en los últimos años, se ha avanzado mucho en el aprendizaje y formación en técnicas de valoración nutricional en los servicios de Endocrinología y Nutrición. Ello ha permitido trabajar con herramientas que ofrecen una mayor precisión al integrar la composición corporal y la funcionalidad; lo que se traduce en un diagnóstico más preciso y un tratamiento adecuado al paciente, además de poder monitorizar mejor la evolución y respuesta en relación a la intervención nutricional.

Pero todavía quedan desafíos para los profesionales en este ámbito. Uno de ellos se debe a que el cuidado nutricional es un proceso dinámico en el ámbito del trasplante, por las diferentes fases por las que trascurre el proceso y el paciente, por lo que, tal y como incide el doctor «el desafío se convierte también en oportunidad para realizar en cada una de esas etapas un cribado nutricional, y si lo precisara evaluación completa, desarrollo de un plan de cuidados nutricionales, monitorización y seguimiento adecuados». A ello se suma también la necesidad de ampliar y mejorar el conocimiento de los profesionales de la salud que intervienen en este perfil de pacientes sobre el cribado nutricional.

La nutrición, la clave en pacientes

La nutrición también representa un aspecto fundamental en los pacientes que presentan osteopenia y osteoporosis, ya que una dieta saludable y rica en calcio ayuda a prevenir el desarrollo de fracturas y mejorar su calidad de vida. Así lo ha aseverado la doctora Araceli Muñoz-Garach, responsable de Investigación del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada y miembro del Instituto de Investigación Biosanitaria (ibs.Granada), quien ha recomendado seguir «una dieta equilibrada rica en calcio, vegetales y proteínas, con alimentos como lácteos, frutos secos tostados, frutas y verduras».

La osteoporosis es una enfermedad silenciosa que aparece con más frecuencia en mujeres postmenopáusicas y ancianos, pero que se puede presentar también en varones y otros grupos de edad. Al tratarse de una enfermedad silenciosa, su manifestación es tardía, principalmente cuando aparecen las fracturas por fragilidad (vertebrales, cadera… entre otras), que suelen manifestarse como dolor en diferentes localizaciones.

En este sentido, es esencial poner el foco en el diagnóstico y tratamiento precoz, ya que «nos permite evitar la aparición de fracturas de fragilidad y sus consecuencias sobre la salud global, puesto que prevenir la enfermedad y reducir las fracturas es el principal desafío al que nos enfrentamos en su manejo», ha explicado la doctora.

Sin embargo, en los últimos años se ha avanzado mucho en el manejo de la enfermedad, ya que se han desarrollado nuevos fármacos para mejorar la calidad ósea y prevenir la aparición de fracturas. Pero todavía hay que seguir dando visibilidad a la enfermedad, tal y como ha concluido la doctora, «se debe aumentar la concienciación sobre cuidar la salud ósea para prevenir la aparición de fracturas con medidas tan sencillas como dieta equilibrada y ejercicio físico apropiado».

Parámetros precisos

Para llevar a cabo un adecuado abordaje y manejo de los pacientes en los servicios de Endocrinología y Nutrición es necesario contar con técnicas de medición precisas y fiables. Es el caso de la bioimpedancia, mediante la cual se estudia la composición corporal.

Gracias a esta técnica se obtiene el llamado ángulo de fase, un parámetro que ofrece información acerca de la cantidad y calidad de tejido corporal y del agua que hay en el organismo. Así, un ángulo de fase bajo indica que una persona tiene poca cantidad de tejido corporal y un exceso de agua corporal (lo cual puede deberse a una inflamación), lo que implica desnutrición, habitualmente en relación con la enfermedad.

Se trata de un parámetro que ofrece gran cantidad de información y se consigue de un modo sencillo. Así lo ha afirmado el doctor José Joaquín Alfaro, endocrinólogo del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete. Para él, la obtención del ángulo de fase se realiza en «unos pocos segundos» y la formación necesaria para interpretarlo está «al alcance de cualquier endocrinólogo». Además, el aparato utilizado, el bioimpedanciómetro, es «más económico que otros aparatos utilizados en medicina», ha recalcado el doctor.

Por ello, el endocrinólogo ha resaltado que «es necesario disponer de bioimpedancia en consultas y plantas de Endocrinología y Nutrición y seguir trabajando en expresar el ángulo de fase y resto de medidas de la bioimpedancia de una forma fácil de interpretar, así como realizar estudios que nos den puntos de corte que diferencien la normalidad de la enfermedad. Con ello, los endocrinólogos españoles tenemos la oportunidad de asumir una posición de liderazgo en este campo de las ciencias médicas que va mucho más a allá de la desnutrición o la obesidad».

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