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Towana Looney, de 53 años, que recibió un riñón de cerdo modificado genéticamente, se somete a pruebas médicas en Nueva York

Towana Looney, de 53 años, recibió un riñón de cerdo modificado genéticamenteAFP

Extirpan un riñón de cerdo trasplantado después de funcionar en un paciente vivo durante más de cuatro meses

El cuerpo de la paciente ha rechazado el órgano, pero aún así ha establecido un récord de tiempo

Un riñón de cerdo modificado genéticamente ayudó a Towana Looney a disfrutar de 130 días sin necesidad de diálisis antes de que le extirparan el órgano la semana pasada por complicaciones médicas. Aun así, sigue siendo un hito ya que es el periodo más largo en el que un ser humano ha vivido con un órgano de cerdo, lo que marca un nuevo avance en la práctica de trasplantar órganos animales a humanos.

«A principios de abril, la paciente sufrió una reducción de la función renal debido a un rechazo agudo. Se está investigando activamente qué desencadenó el rechazo tras un largo período de estabilidad, pero se produjo tras una reducción de su régimen de inmunosupresión para tratar una infección no relacionada con el riñón de cerdo», explicó el Dr. Robert Montgomery, director del Instituto de Trasplantes Langone de la NYU y jefe del departamento de cirugía de NYU Langone Health.

Tanto la paciente como sus médicos decidieron que lo mejor era extirpar el riñón del cerdo que intentar salvarlo. Esto preserva las posibilidades futuras de trasplante a medida que avanzan los conocimientos y las innovaciones.

Práctica muy experimental

Looney, una mujer de 53 años de Alabama (Estados Unidos), necesitó diálisis durante nueve años antes de que le realizaran el trasplante de riñón de cerdo a finales de noviembre. De este modo, Towana Looney se convirtió en la tercera persona en recibir un riñón de un gorrino modificado genéticamente en vida.

Tras años en una lista de espera para un trasplante, Towana Looney comenzó a desarrollar problemas asociados con la dependencia crónica a la diálisis. Sin un donante compatible, moriría, pero las complicaciones que desarrolló dificultaron la búsqueda. Cuando se enteró de la opción de intentar un trasplante de riñón de cerdo, no lo dudó.

«Por primera vez desde 2016, pude disfrutar de mis amigos y mi familia al disponer de tiempo, sin tener que planificarlo todo en torno a los tratamientos de diálisis», contó la paciente en un comunicado compartido por el Hospital Langone de la Universidad de Nueva York.

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