Desertificación: qué es y por qué el 74 % de España está en riesgo
Cada año desaparecen más de 24.000 millones de toneladas de suelo fértil y dos tercios de la Tierra están inmersos en este proceso
El agua es esencial para toda forma de vida en nuestro planeta, motivo por el que debemos cuidarla, respetarla y administrarla como es debido. Y es que las zonas desérticas del planeta van ganando terreno cada año y secando zonas que cada vez sufren más la ausencia de humedad.
Por ello, el planeta se enfrenta a un proceso llamado desertificación que, según la definición de Naciones Unidas, es la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas.
En otras palabras, se trata del proceso por el cual la vegetación disminuye y después desaparece en las zonas secas, que no tiene por qué coincidir con la expansión de los desiertos ya existentes. Según la ONU, cada año desaparecen más de 24.000 millones de toneladas de suelo fértil y dos tercios de la Tierra están inmersos en un proceso de desertificación. De no tomar medidas, en 2050 se perderán 1,5 millones de kilómetros cuadrados de tierras agrícolas, esenciales para mantener la biodiversidad y alimentar a la población.
Tal y como recuerdan desde Iberdrola, hace varias decenas de miles de años el desierto del Sáhara –hoy el mayor del mundo– era una pradera cubierta de vegetación. Las oscilaciones del eje de la Tierra hicieron que esa zona del planeta pasase a ser un arenal yermo. En ese caso, hablamos de un proceso de desertización, en el que las causas del deterioro son estrictamente naturales, y caso opuesto a la desertificación, donde aunque las causas naturales también influyen, tienen más peso las actividades humanas.
Causas, consecuencias y soluciones
Como hemos comentado, no existe una única causa que genere la desertificación. Principalmente ocurre por la confluencia de los efectos del clima y la actividad del ser humano. Por ello, contribuyen a este proceso los incendios forestales, la escasez de lluvias, el abandono de los terrenos productivos como consecuencia del éxodo rural o la explotación irresponsable de los recursos hídricos y contaminación de los acuíferos. Asimismo, las variaciones que está sufriendo el clima mundial o el crecimiento urbano desordenado –sobre todo en zonas costeras–, también contribuyen , según la Fundación Aquae, a la aceleración de este proceso.
Las consecuencias de este desastre medioambiental son diversas, desde la pérdida de especies animales y vegetales hasta la disminución de la producción agrícola como consecuencia de la desaparición de suelos fértiles productivos. Igualmente, se alteran los recursos naturales y tiene un impacto directo sobre el desarrollo sostenible y la calidad de vida.
Para luchar contra ello, el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) expone una serie de medidas que se deben tomar, como la prevención o la reducción de la degradación de las tierras, la rehabilitación de tierras parcialmente degradadas y la recuperación de tierras desertificadas. Es necesaria también la reforestación y regeneración de las especies arbóreas y la mejora de la gestión del agua, a través del ahorro, la reutilización de las aguas depuradas, el almacenamiento del agua de lluvia, o la desalinización.
De la misma forma, desde Aquae proponen mantener el suelo mediante el uso de vallas para frenar el avance de las dunas y crear barreras arbóreas para proteger frente a la erosión eólica. La poda selectiva puede ser una solución para permitir el desarrollo de los brotes de especies arbóreas nativas y la regeneración de la cubierta vegetal serviría para enriquecer y fertilizar el suelo.
España, en peligro
A nivel europeo, España es el país con más riesgo de sufrir desertificación. Alrededor del 75 % del territorio se encuentra en grave peligro y un 6 % ya se ha degradado de forma irreversible, particularmente en la vertiente mediterránea, la andaluza y las Islas Canarias.
Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en los últimos 40 años, España ha experimentado tres episodios significativos de sequía prolongada e intensa: de 1982 a 1984, de 1991 a 1996 y de 2005 a 2009. Sin embargo, el episodio más grave es el que se ha desarrollado desde 2021 hasta la actualidad. Como resultado, ese 74 % del territorio español está en riesgo de desertificación.
España se encuentra, además, entre los países industrializados con mayor estrés hídrico del mundo. De acuerdo con el Banco Mundial, en 2020, la ratio de estrés hídrico en España se situaba en el 43,25 %. Este porcentaje refleja la relación entre el total de agua dulce extraída y el total de agua renovable disponible de forma natural en el país.