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La cabeza de lista del PSOE a las elecciones al Parlamento Europeo, Teresa Ribera

La cabeza de lista del PSOE a las elecciones al Parlamento Europeo, Teresa RiberaEFE

El legado que deja Teresa Ribera, la gurú 'verde' de Sánchez, en el Ministerio de Transición Ecológica

La oposición la ha acusado de activismo extremista a costa del cambio climático, así como de ecopostureo y de ser «no una ministra, sino una lobista»

Independientemente de lo que ocurra el próximo domingo en las elecciones europeas, todo apunta a que la candidata del Partido Socialista, Teresa Ribera, abandonará el Gobierno de España y su puesto como vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica debido a su posición como candidata del PSOE.

Es una de las pocas que se ha mantenido desde que Pedro Sánchez accedió al poder tras la moción de censura que le realizó a Mariano Rajoy. Una de las manos derechas del presidente, Ribera ha puesto el acento en la promoción de energías renovables, facilitando sus trámites y ganándose incluso la oposición de grupos ecologistas al ignorar en muchos casos el impacto ambiental que generan estas instalaciones.

Ribera estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y se diplomó en Derecho Constitucional y Ciencia Política del Centro de Estudios Constitucionales y ha sido miembro de distintos consejos asesores, entre los que destacan el consejo de Liderazgo Global de la United Nations Sustainable Development Solutions Network (UNSDSN), el consejo asesor global de cambio climático del Foro Económico Mundial, y el de la iniciativa Momentum For Change de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC).

Fue el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero quien la reclutó en política como Directora de la Oficina Española de Cambio Climático (2004-2008), y secretaria de Estado de Cambio Climático (2008-2011), aunque dentro de la administración, entre 1996 y 2004, ha ocupado también otros puestos técnicos, como funcionaria del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado, en los Ministerios de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente.

Su paso por el Gobierno

Sánchez la rescató en 2018 para que pilotase un ministerio de medio ambiente que denominó como «de Transición Ecológica y Reto Demográfico», y en el que se ha mantenido hasta que la ha considerado amortizada como para enviarla de candidata socialista a Bruselas. Entre las obras de Ribera al frente del ministerio está la ley de Cambio Climático y Transición Energética o la llamada solución ibérica, normas que no han estado exentas de polémica y por las que ha sido acusada de sectarismo ideológico.

Pero también se ha ganado la enemistad de los agricultores, aunque en la campaña electoral haya hecho varios guiños a este colectivo. La oposición considera su política como anti-agrarista, que ha generado la indignación entre los agricultores españoles, dos grandes manifestaciones, así como la rectificación forzada del Gobierno en medidas medioambientales en la PAC.

Otro motivo que ha empujado a Sánchez a deshacerse de ella es sus desavenencias con el Ibex-35 y con casi todos los responsables de política energética, como son Iberdrola, Endesa, Repsol, Acciona, Cepsa o Naturgy.

Ribera ha apostado también durante su mandato por desmantelar la energía nuclear en España, un elemento que en otros países han identificado como clave en esa transición energética que tanto anhela, ya que la nuclear es igualmente una energía verde (solo cuenta con la desventaja de almacenar sus residuos).

De la misma forma, la promoción de la energía renovable ha generado el descontento de muchos ambientalistas por disminuir las exigencias medioambientales para la colocación de parques eólicos o solares. Desde el PP creen que si bien es bueno la búsqueda y la adopción de energía limpia, «eso no puede ser a costa del impacto negativo en la biodiversidad de nuestros hábitats naturales».

A pesar de ello, ha sido una ministra que ha estado muy en sintonía con los grupos ecologistas, por sus postulados verdes en defensa del clima y la biodiversidad. De hecho, la oposición la ha acusado de activismo extremista a costa del cambio climático, así como de ecopostureo y de ser «no una ministra, sino una lobista».

Protección del lobo

Otra de sus medidas más criticadas y por las que se ha ganado el descontento de los ganaderos es su política sobre el lobo. Su ministerio incluyó a esta especie en el Lespre (Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial), lo que impidió controlar su población al norte del río Duero y ha generado su crecimiento exponencial.

Ante esto, los ganaderos se ven impotentes al observar cómo estos animales devoran ovejas, vacas, perros y otros animales, mientras que solo reciben por parte de la administración una indemnización que no cubre los daños. Los afectados denuncian que los lobos cada vez se acercan más a los pueblos, incluso a plena luz del día, y que de no poner remedio terminará ocurriendo una desgracia con el ataque a alguna persona.

Un legado con claroscuros que ahora deberá asumir otra persona. Entre las quinielas están su número 2, Sara Aagesen, con fama de algo más moderada y menos impertinente que Ribera y artífice del plan energético del Gobierno para los próximos años. Otro candidato es Manuel de la Rocha, director de la Oficina Económica de Moncloa, mientras que otras fuentes apuntan a Natalia Fabra, consejera de Enagás en representación del PSOE, y experta en cuestiones energéticas.

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