Los ciclones tropicales han matado a 780.000 personas en 50 años
Los desastres naturales han sido una constante en la historia de nuestro planeta, impactando de manera significativa la vida de millones de personas y el destino de los países afectados. Ejemplos recientes incluyen Japón, Marruecos, Turquía y Siria, que en los últimos meses han sufrido devastadores terremotos, o Estados Unidos, México o China, que han sufrido tifones y huracanes de terribles consecuencias.
En concreto, los ciclones tropicales, conocidos como huracanes o tifones según la región, son el segundo desastre natural más peligroso después de los terremotos. Estos poderosos sistemas tormentosos, que se forman sobre océanos tropicales, pueden durar desde 24 horas hasta un mes. Se caracterizan por una circulación cerrada alrededor de un centro de baja presión, generando fuertes vientos, lluvias torrenciales y olas gigantes. Visualmente, las nubes crean una espiral que converge hacia un «ojo», una zona central tranquila sin nubosidad.
Los ciclones tropicales se clasifican en categorías según su intensidad. En el Atlántico y el Pacífico Norte se utiliza la Escala de Huracanes de Saffir-Simpson, mientras que otras regiones emplean escalas similares para clasificarlos desde tormentas tropicales hasta huracanes de categoría 5, los más devastadores.
Impacto económico y humano
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los ciclones tropicales son una de las mayores amenazas para la vida y la propiedad, incluso en las primeras fases de su formación. En los últimos 50 años, se han registrado 1.945 desastres causados por ciclones tropicales, que han provocado la muerte de 779.324 personas y pérdidas económicas de 1.285 millones de euros. Esto equivale a un promedio diario de 43 muertes y 71,5 millones de euros en daños. Estos ciclones representan el 17 % de los desastres relacionados con el clima y fueron responsables de un tercio de las muertes y pérdidas económicas durante ese periodo.
A pesar de su gravedad, las tormentas tropicales y depresiones también pueden ser devastadoras. Las lluvias torrenciales y fenómenos severos como tornados pueden causar inundaciones catastróficas. Un ejemplo es la Tormenta Tropical Allison en 2001, que dejó más de 1.000 milímetros de lluvia en Houston, causando 5.000 millones de dólares en daños y la muerte de 41 personas.
Casos emblemáticos y recuperación
Algunos de los huracanes y tifones más destructivos incluyen el huracán Katrina en 2005, el tifón Haiyan en 2013, los huracanes Irma y María en 2017, y el ciclón tropical Harold en 2020. Estas tormentas dejaron un rastro de destrucción y desplazamiento del que muchas regiones aún están tratando de recuperarse. A estos hay que añadir dos casos de este mismo mes en Estados Unidos: Helene y Milton, que han dejado fallecidos y destrozos a su paso.
Con el fin de reducir el impacto de estos desastres, la OMM ha trabajado en mejorar la precisión de los pronósticos y la rapidez de las alertas, lo que permite a las personas prepararse mejor ante estos eventos. Aunque la fuerza de la naturaleza es difícil de combatir, los avances en la detección y los sistemas de información de ciclones tropicales han sido cruciales para salvar vidas y reducir el número de víctimas.