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La Reserva Natural de la Laguna de Gallocanta, situada en la comarca de Daroca, se encuentra entre Zaragoza y Teruel, entre el Campo de Daroca y la Comarca del Jiloca. Es una de las mayores lagunas naturales saladas de Europa, de especial interés por la riqueza de su flora y de su fauna, con unas 220 especies de aves tanto rapaces como acuáticas. La protagonista de este lugar es la grulla, que se ha convertido en icono de la región.

Aves en la Reserva Natural de la Laguna de GallocantaEFE

El sonido que emiten las crías de aves indican también su estado de salud

El CSIC concluye que esta investigación abre el camino para estudios más detallados que analicen los mecanismos fisiológicos implicados en el comportamiento de las crías

Un equipo científico del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) y la Estación Biológica de Doñana (EBD), ambos centros del CSIC, ha llevado a cabo un estudio que demuestra que los llamados de los pollos de aves para pedir alimento no solo reflejan su hambre, sino también su estado de salud.

Según informa el CSIC en una nota de prensa, Tomás Redondo, investigador de la Estación Biológica de Doñana, explica que en situaciones competitivas, «los pollos se esfuerzan en mostrar que son más valiosos que sus hermanos», es decir, que «están más sanos, para atraer los recursos limitados de sus padres». Sin embargo, Redondo añade que, al compartir genes y un destino común, los miembros de una misma familia también deberían cooperar.

El equipo investigador se propuso descubrir si los sonidos emitidos por los pollos «reflejan su estado de salud» y si es conveniente para ellos hacerlo, considerando que podrían quedarse atrás en la competencia por el alimento. Para ello, diseñaron un experimento que consideraba factores como el estado nutricional y las características individuales de las crías.

Durante el experimento, inocularon a pollos de estornino negro con una vacuna que simulaba una infección leve, inyectando lipopolisacáridos, un antígeno que desencadena una respuesta inmune sin causar daño, lo que impedía que los padres percibieran directamente el estado de salud de sus crías. A otro grupo de pollos se les administró un placebo para comparar los resultados.

El equipo científico observó el comportamiento de las crías bajo condiciones controladas de privación de alimento, teniendo en cuenta que no todos los pollos reaccionan de la misma manera. Los resultados mostraron que, para el mismo nivel de hambre, los pollos que habían recibido la vacuna pedían comida con posturas menos estiradas, emitían sonidos menos intensos y con mayor entropía, lo que refleja una mayor dispersión de energía, en comparación con los pollos que recibieron el placebo.

Daniel Parejo, investigador del IREC, sugiere que esta disminución en la intensidad de las señales podría deberse a que la enfermedad debilita a los pollos, de manera similar a cómo las personas nos sentimos sin energía cuando tenemos fiebre. Otra posible explicación, según Parejo, es que los pollos estarían indicando a sus padres y hermanos que están enfermos, bien para alertar sobre un posible contagio o para informar a los progenitores de que, en ese momento, necesitaban ser calentados en lugar de alimentados.

El CSIC concluye que, aunque aún no se comprenden completamente los detalles de cómo estos ensayos afectan simultáneamente al estado de salud y al hambre, esta investigación abre el camino para estudios más detallados que analicen los mecanismos fisiológicos implicados en el comportamiento de las crías, lo cual es clave para entender la evolución de las señales comunicativas.

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