Dispersar polvo de diamante en la estratosfera podría servir para enfriar la Tierra
La búsqueda de herramientas para disminuir la temperatura de la Tierra está a la orden del día. Este lunes conocíamos un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), agencia dependiente de la ONU, que revelaba que la emisión de gases de efecto invernadero alcanzó nuevos máximos históricos en 2023.
Esto, según advierten, deriva en que esos gases se sigan acumulando en la atmósfera, impulsando el aumento de las temperaturas. Debido a la permanencia del CO₂ en la atmósfera, los niveles actuales de temperatura podrían mantenerse durante décadas, incluso si se lograra reducir rápidamente las emisiones hasta llegar a cero neto.
Por ello, el Instituto de Geociencias (IGEO, UCM-CSIC) ha participado en un estudio que explora el uso del polvo de minerales como medida adicional para combatir el aumento de las temperaturas. El trabajo, publicado en la revista Geophysical Research Letters y que ha estado liderado por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH-Zurich), sugiere que inyectar partículas de diamante y calcita en la estratosfera podría contribuir a reflejar los rayos solares de regreso al espacio, ayudando así a disminuir el calentamiento.
Aunque supone una innovación, los científicos a cargo de la investigación subrayan que en ningún caso sería una solución definitiva, pero sí adyacente a los esfuerzos que están llevando a cabo los diferentes países para reducir el aumento de las temperaturas a nivel global.
El estudio ha combinado modelos climáticos avanzados y experimentos de laboratorio para analizar cómo las propiedades ópticas del diamante y de minerales como la calcita (CaCO3) podrían emplearse como una estrategia de intervención climática destinada a aumentar la reflexión de la radiación solar. La técnica de inyección de aerosoles en la estratosfera (SAI) busca replicar los efectos de enfriamiento temporal observados tras erupciones volcánicas, las cuales han mostrado reducir las temperaturas globales de forma temporal.
Para este análisis, los investigadores emplearon un modelo climático de última generación para simular los efectos de la dispersión de polvo ultrafino (de entre 150 y 300 nanómetros) de diferentes materiales en las capas superiores de la atmósfera. Según Gabriel Chiodo, científico del IGEO-UCM-CSIC y coautor del estudio, el modelo climático utilizado permite simular interacciones microfísicas entre partículas sólidas. Este enfoque pionero ofrece predicciones sobre cómo estos aerosoles podrían modificar el balance energético del clima global y del planeta en general.
De dióxido de azufre a minerales
Este tipo de técnicas no son del todo nuevas: hasta este momento, se habían inyectado aerosoles en la estratosfera, siendo el dióxido de azufre el más utilizado para aumentar la capa de aerosoles estratosféricos y la reflexión de la radiación solar, consiguiendo así enfriar el planeta. No obstante, los resultados indican que el polvo de diamante «podría ser significativamente más efectivo que otros aerosoles propuestos anteriormente para la geoingeniería solar, como los aerosoles de ácido sulfúrico», señala Sandro Vattioni, investigador de la ETH-Zúrich y autor principal del estudio.
La alta reflectividad de los diamantes y su baja reactividad química en la estratosfera los hacen ideales para reflejar la luz solar sin calentar la atmósfera, según explicó Gabriel Chiodo. A diferencia de los aerosoles de ácido sulfúrico, el polvo de diamante evitaría cambios indeseados en la circulación estratosférica y el aumento de vapor de agua.
Posibles riesgos y efectos secundarios
Según el estudio, dispersar un millón de toneladas de polvo de diamante al año podría ayudar a mitigar el calentamiento global, aunque el coste estimado, en billones de euros, plantea dudas sobre su viabilidad económica. Además, persisten retos técnicos, como la tendencia de las partículas a adherirse entre sí, lo cual reduce su eficacia.
Los expertos advierten, además, de que podría haber posibles riesgos y efectos secundarios al dispersar diamantes en la atmósfera, incluyendo cambios en los patrones de precipitación. Subrayan, por tanto, la necesidad de más estudios antes de una aplicación a gran escala y creen que es crucial continuar explorando soluciones innovadoras mientras se prioriza la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la transición hacia fuentes de energía sostenibles.