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En un afloramiento al norte de Sídney, Australia

En un afloramiento al norte de Sídney, AustraliaEuropa Press

Fósiles vegetales en Australia revelan cómo la Tierra tardó 700.000 años en recuperar sus bosques

Comprender cómo las comunidades vegetales del pasado lograron resistir y adaptarse a cambios climáticos extremos permite a los investigadores obtener pistas valiosas sobre el comportamiento de los ecosistemas actuales

Un estudio reciente sobre fósiles vegetales hallados en rocas australianas ha permitido a los científicos reconstruir el prolongado proceso de recuperación de los ecosistemas tras uno de los episodios de calentamiento más extremos de la historia de la Tierra: la extinción masiva del final del Pérmico. Este evento, ocurrido hace 250 millones de años, provocó la desaparición del 80 % de las especies oceánicas y transformó radicalmente los ecosistemas terrestres.

Pese a que se trata de la extinción más devastadora registrada, los indicios sobre su impacto en la vida vegetal han sido escurridizos en el registro fósil. Para arrojar luz sobre este proceso, un equipo de investigadores analizó restos de plantas fosilizadas y formaciones rocosas de la cuenca de Sídney, en el este de Australia. A partir de estos hallazgos, los científicos lograron reconstruir una historia que abarca millones de años, revelando cómo la flora resistió, se adaptó y evolucionó ante las drásticas alteraciones climáticas.

Los fósiles muestran que las coníferas, similares a los pinos actuales, fueron las primeras en colonizar el terreno tras la catástrofe del Pérmico. Sin embargo, el restablecimiento de los bosques no fue inmediato ni exento de dificultades. Con el paso del tiempo, las temperaturas se elevaron de manera extrema, provocando el colapso de estas coníferas pioneras. En su lugar, emergieron plantas más resistentes, de estructura arbustiva, parecidas a los licopodios actuales. Este periodo de calor intenso se extendió durante aproximadamente 700.000 años, impidiendo el desarrollo de árboles y otras formas de vegetación de gran tamaño.

La recuperación de los bosques no se consolidó hasta la llegada de un episodio de enfriamiento significativo, conocido como «Evento Smithiano-Espático». Fue entonces cuando especies de gran porte, pero de características inusuales, denominadas «helechos con semillas», comenzaron a prosperar y a formar bosques más estables. Estas plantas dominaron el paisaje terrestre durante millones de años, creando un ecosistema que serviría de base para el auge de los frondosos bosques que caracterizaron la era de los dinosaurios en el Mesozoico.

Con el tiempo, los ecosistemas forestales del Mesozoico lograron asemejarse a los que existían antes de la crisis del final del Pérmico. Sin embargo, la composición de sus especies era completamente distinta. «El concepto de ‘recuperación’ puede ser engañoso», advierte el doctor Chris Mays, líder del Grupo de Extinción Masiva del University College Cork (UCC) y autor principal del estudio. «Los bosques pueden regenerarse con el tiempo, pero la extinción es irreversible».

Comprender cómo las comunidades vegetales del pasado lograron resistir y adaptarse a cambios climáticos extremos permite a los investigadores obtener pistas valiosas sobre el comportamiento de los ecosistemas actuales frente a la crisis climática. Las plantas desempeñan un papel fundamental en la estabilidad de los ecosistemas, ya que constituyen la base de las redes alimentarias terrestres y contribuyen a la regulación del clima global.

«Este estudio pone en evidencia la importancia crucial de las plantas, no solo como el pilar de la vida terrestre, sino también como sumideros naturales de carbono que ayudan a estabilizar el clima del planeta», explica Marcos Amores, investigador de la UCC y coautor del estudio. «Cuando estos sistemas se ven alterados, las consecuencias pueden extenderse durante cientos de miles de años. Por ello, proteger los ecosistemas actuales es más relevante que nunca».

Este análisis del pasado remoto de la Tierra resalta el papel esencial que las plantas han desempeñado en la historia del planeta y cómo su resiliencia sigue siendo clave para la estabilidad de los ecosistemas, tanto en tiempos pasados como en el presente y el futuro.

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