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En esto consiste la Ley de Parkinson que ha hecho millonario a Musk y evita la inutilidad de la burocracia

La burocracia tiende a crecer hasta convertirse en un fin en sí misma, una consecuencia de la que huyen las grandes tecnológicas con modelos de trabajo donde se imponen fechas límite casi imposibles

Conocer cómo trabajan los grandes gurús de la tecnología es un clásico. Cuántas horas dedican, qué tecnología tienen, qué software utilizan, cómo se reúnen con sus equipos, plazos de trabajo... Lo último que hemos conocido de Elon Musk o del difunto Steve Jobs es que pusieron en práctica métodos para evitar las consecuencias de una ley nociva para sus empresas.

Esta peculiar ley se erige como un faro de entendimiento en medio del caos organizacional del sector público y privado. La Ley de Parkinson, formulada por el historiador británico Cyril Northcote Parkinson en 1955, sostiene que «el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para su realización». Esta definición guarda una compleja dinámica de ineficiencia que llega a numerosas instituciones modernas.

Maquinaria gubernamental

Parkinson, en su conocido ensayo publicado en The Economist, no solo observó este fenómeno, sino que lo respaldó con una observación de la maquinaria gubernamental británica. Según Parkinson, la burocracia tiende a crecer independientemente de la cantidad de trabajo real a realizar. Es decir, el aumento en el número de empleados en una oficina del Gobierno no necesariamente se traduce en una mayor eficiencia o productividad, sino en un aumento de tareas y procedimientos que consumen tiempo y recursos.

El aumento en el número de empleados no necesariamente se traduce en una mayor eficiencia o productividad

El análisis de Parkinson surge de su observación del Servicio Civil Británico, donde notó que el número de funcionarios aumentaba a un ritmo constante, a pesar de que la carga de trabajo real no lo justificaba. Esta expansión, argumentó, no se debía a una necesidad operativa, sino a dos factores clave: el deseo de los funcionarios de multiplicar subordinados y la creación de trabajo innecesario entre ellos.

Plazos eternos

La Ley de Parkinson se manifiesta también en las empresas con plazos que se extienden más allá de lo previsto debido a reuniones interminables o burocracia interna. Incluso en la vida cotidiana, tareas simples pueden convertirse en procesos engorrosos cuando se les dedica más tiempo del necesario.

La industria tecnológica ha tenido muy en cuenta esta ley para agilizar su trabajo. Grandes empresas como Apple o Tesla se enfrentan desafíos para mantener la agilidad y la innovación a medida que crecen. Su expansión podría provocar que sus capas de gestión y procedimientos administrativos, ralenticen el proceso de toma de decisiones y diluyan la responsabilidad.

La Ley de Parkinson se manifiesta también en las empresas con plazos que se extienden más allá de lo previsto

Para mitigar los efectos de la Ley de Parkinson, algunas organizaciones han adoptado enfoques como la gestión ágil y la reingeniería de procesos. La gestión ágil se centra en la flexibilidad y la eficiencia con ciclos de trabajo más cortos y objetivos claros para mantener a los equipos enfocados en tareas específicas y plazos ajustados. La reingeniería de procesos implica una revisión fundamental y el rediseño de los procesos de trabajo para eliminar redundancias y mejorar la eficiencia.

Jobs y Musk

Es conocido que Steve Jobs exigió plazos imposibles para el primer iPhone que acabó en una presentación donde no podía fallar nada, a cambio de centrar a su equipo en el producto final sin opción a distracciones. Tim Cook también huye de esta ley y utiliza el jet privado de Apple para dedicar el tiempo de vuelo a trabajar y apurar el tiempo al máximo.

Por su parte, Elon Musk también evita que la Ley de Parkinson entre en sus empresas y fija metas ambiciosas que solo puede cumplir apurando plazos hasta el punto de dormir en sus propias fábricas.

Elon Musk duerme en sus empresas cuando necesita cumplir los plazos de un proyecto

La resistencia al cambio y la cultura organizacional pueden ayudar a la perpetuación de la ineficiencia. Las grandes organizaciones se aferran a sus estructuras y procesos tradicionales, incluso cuando estos ya no son adecuados para sus necesidades.

Cyril Northcote Parkinson dejó una lección: la burocracia, si no se controla, puede convertirse en un fin en sí misma. Contra eso luchan en las grandes tecnológicas mundiales y en muchas otras empresas que quieren evitar la funcionarización de sus procesos.

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