Graban una rara medusa gigante de 10 metros
Descubierta en 1910, la especie solo ha sido avistada en 126 ocasiones desde entonces
Los fondos marinos son, sin lugar a dudas, los lugares más desconocidos en términos biológicos del planeta. Entre las decenas de animales misteriosos que viven en ellos, hay uno que destaca no solo por su rareza, sino también por su imponente tamaño.
Se trata de la medusa fantasma gigante –nombre coloquial de la Stygiomedusa gigantea–, un espécimen de hasta 10 metros de longitud que fue descubierto en 1910 y que solo ha sido avistado 126 veces desde entonces. Uno de los últimos lo efectuó la compañía de exploración Viking, que se topó con una en enero de 2022 y aprovechó el encuentro para tomar algunas fotografías y vídeos del animal. No fue el único: tras ese tuvieron lugar dos más, en febrero y marzo; seguidas de otros siete u ocho entre octubre y enero de este año.
El encuentro fue realizado a varios cientos de metros de profundidad cerca de la isla Rongé, en la Antártida, y era más grande que el propio sumergible Viking Octantis, el batiscafo para turistas de Viking Cruises que lo efectuó.
«Es extraordinario que sepamos tan poco sobre criaturas marinas tan grandes como la medusa fantasma gigante; sin embargo, ahora tenemos los medios para realizar observaciones periódicas a mayores profundidades de lo que era posible anteriormente, lo que proporciona una emocionante oportunidad de descubrimiento», explica Daniel Moore, autor principal del estudio publicado en la revista científica del Instituto Polar Noruego.
Según lo que se sabe de esta medusa, cuyos cuatro brazos carecen de tentáculos punzantes y pueden usarse para atrapar directamente a la presa, puede llegar a vivir en cualquier lugar de los océanos hasta una profundidad de 6.665 metros y se alimenta de plancton y peces pequeños. De las 126 veces que ha sido avistada, la mayoría han tenido lugar en el continente antártico y en las costas de Norteamérica.
Una de sus mayores peculiaridades radica en que suele vivir acompañada de un pequeño pez llamado brótula pelágica, el cual mantiene a la medusa libre de enfermedades comiéndose los parásitos que se le adhieren a cambio de protección y cobijo. Pese a la abisal profundidad a la que suelen vivir, el ejemplar fotografiado fue visto a solo unos cientos de metros, respecto a lo que Moore cree que podría tener que ver o bien con las corrientes o bien con un posible afán de salir al sol y librarse de cualquier parásito adicional. En cualquier caso, los misterios que rodean a estos invertebrados siguen siendo numerosos para la ciencia.