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Uno de los reactores nucleares naturales de la mina principal en Oklo, Gabón

Uno de los reactores nucleares naturales de la mina principal en Oklo, GabónDepartamento de Energía de Estados Unidos

Ciencia

El misterioso reactor africano de hace 2.000 millones de años que sigue dando respuestas a la ciencia

Tenemos que desplazarnos a la remota región de Oklo, en Gabón, donde está situado uno de los descubrimientos más novedosos de la física en el último siglo

En 1942, el físico italoamericano Enrico Fermi inventó el primer reactor nuclear. Apodado 'Chicago Pile-1', este nuevo avance científico –que contó con el patrocinio del Proyecto Manhattan– fue construido en el estadio de fútbol de la Universidad de Chicago.

A finales de aquel año fue posible la primera reacción nuclear en cadena autosostenida, la cuál duró algo menos de media hora. Sin embargo, a pesar de ser el prototipo de los siguientes reactores construidos en Estados Unidos, la realidad es que habría otro que se surgió de manera 'natural' hace millones de años.

Tenemos que desplazarnos a la remota región de Oklo, en Gabón, donde está situado uno de los hallazgos más novedosos de la física en el último siglo. En el año 1972, un grupo de físicos descubrió la existencia de un reactor nuclear natural que habría estado funcionando hace más de 2.000 millones de años. Esta conclusión se obtuvo gracias al análisis de distintas muestras de uranio extraídas de la mina de Oklo con la intención de utilizarlas en reactores convencionales.

En aquel momento, un físico encontró niveles anómalos de uranio-235 (U-235), el isótopo responsable de la fisión nuclear, en uno de los minerales de Oklo. «No puede ser», expuso en su día el físico francés Francis Perrin, quien se encontraba en la planta de procesamiento nuclear de Perrelatte, en el sur de Francia, cuando analizó la existencia de este mineral de uranio radioactivo natural.

Este isótopo radioactivo se encontraba en concentraciones del 0,717 %, un dato similar al estándar según la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA). Esto evidenció que hace 2.000 millones de años tuvo lugar un fisión nuclear autosostenida en la región.

Muestras de Oklo donadas al Museo de Historia Natural de Viena

Muestras de Oklo donadas al Museo de Historia Natural de VienaMuseo de Historia Natural de Viena

Un reactor nuclear creado por la Tierra

El fenómeno de Oklo solo pudo ser posible como consecuencia de una serie de condiciones que habría tenido lugar hasta formar este fenómeno nuclear. Hace 2.000 millones de años –durante el Eón Proterozoico–, la concentración natural de U-235 en la corteza terrestre era de aproximadamente un 3 %, un dato similar al de los combustibles usados actualmente en los reactores.

Tal como reveló la investigación francesa, la explicación más acorde a lo ocurrido fue que en la mina africana se generó uranio gracias a una cámara subterránea en la que se encontraba el mineral bañado en agua.

«Sin agua para frenar los neutrones, la fisión controlada no habría sido posible. Los átomos simplemente no se habrían dividido. El agua actuó como moderador en Oklo, absorbiendo los neutrones y controlando la reacción en cadena», explicaron científicos del Organismo Internacional de Energía Atómica.

Ludovic Ferrière, conservador de la colección de rocas, sostiene el mineral obtenido de la mina de Oklo

Ludovic Ferrière, conservador de la colección de rocas, sostiene el mineral obtenido de la mina de OkloOrganismo Internacional de Energía Atómica

A pesar de lo que supone, este reactor natural no funcionó de manera continuada, sino en ciclos. Es decir, cuando el agua enfriaba el material, la reacción se activaba. Por su parte, cuando el agua se evaporaba, la reacción se detenía por completo.

«Lo que lo hace tan fascinante es que las circunstancias temporales, geológicas e hídricas se hayan combinado para que esto pudiera suceder», afirmó Peter Woods, responsable del grupo a cargo de la producción de uranio en el OIEA.

«Y que se haya preservado hasta la actualidad. La historia de detectives se ha resuelto con éxito», concluye.

El descubrimiento del reactor natural de Oklo ha sido una fuente de información invaluable para la ciencia. Por un lado, nos ha permitido estudiar cómo los productos de fisión se han desplazado o quedado atrapados en el subsuelo durante millones de años, lo que ofrece datos clave sobre el almacenamiento seguro de residuos radiactivos.

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