
Una interpretación artística del sistema IRAS 04125+2902 (TIDYE-1)
Descubren un joven planeta en tránsito orbitando una estrella cercana
Esta investigación proporciona una visión revolucionaria de las primeras etapas de la formación de planetas
El mundo de la astronomía continúa estudiando y analizando el espacio y todos los cuerpos que hay en él. El último hallazgo ha sido gracias a los científicos de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, puesto que han descubierto un planeta de tres millones de años, el más joven en tránsito hasta la fecha.
Según ha revelado la revista científica Nature, que se ha hecho eco de este avance, el mundo, que a escala humana equivale en edad a un bebé de dos semanas, desafía las teorías previas sobre la velocidad de formación de los planetas. Mientras que la Tierra tardó entre 10 y 20 millones de años en formarse, TIDYE-1b –nombre que ha recibido– surgió en solo tres millones de años, tiene un período orbital de 8,83 días, un radio 10,7 veces mayor que la Tierra y aproximadamente el 30 % de la masa de Júpiter.
Esta investigación proporciona una visión revolucionaria de las primeras etapas de la formación de planetas, estableciendo un nuevo punto de referencia para los planetas jóvenes y marcando un paso adelante en nuestra comprensión de los sistemas planetarios más allá del nuestro, según los autores.
Madyson Barber, autora principal del estudio e investigadora del departamento de física y astronomía de la UNC-Chapell Hill, afirmó en un comunicado que esta rama de la ciencia ayuda a explorar «nuestro lugar en el Universo: de dónde venimos y hacia dónde podríamos ir». Además, descubrir planetas como este permite a los investigadores permite mirar atrás en el tiempo y echar «un vistazo a la formación planetaria a medida que sucede»Abre nuevas vías de investigación
El equipo de investigadores se propuso explorar cómo se forman y evolucionan los planetas, con un enfoque en la identificación de planetas en varias etapas para comprender mejor estos procesos. TIDYE-1b, el planeta en tránsito más joven conocido, ofrece una ventana única al entorno de un sistema planetario emergente. Este descubrimiento arroja luz sobre las posibles diferencias entre nuestro sistema solar y los sistemas que albergan planetas gigantes cercanos como TIDYE-1b, lo que proporciona un contexto más amplio para nuestro propio vecindario cósmico.
Así, según explica Europa Press, que accedió al documento, este nuevo hallazgo abre nuevas vías de investigación, ya que este planeta, todavía dentro de su disco natal de material, permite a los científicos estudiar al proceso de formación.
Los estudios de seguimiento analizarán cómo se compara la atmósfera del planeta con el material del disco circundante, proporcionando pistas sobre su viaje a su órbita compacta. Los investigadores también examinarán si TIDYE-1b todavía está creciendo mediante la acumulación de material o posiblemente perdiendo su atmósfera superior debido a la influencia de su estrella anfitriona.
Por su parte, Andrew Mann, investigador principal del Laboratorio de Mundos Jóvenes y profesor asociado de física y astronomía de la UNC-Chapel Hill, aseveró que los planetas se suelen formar a partir de un disco plano de polvo y gas, por lo que los planetas de nuestro sistema solar están alineados «en una disposición plana como una tortita». Sin embargo, apuntó, en este caso, «el disco está inclinado, desalineado tanto con el planeta como con su estrella, un giro sorprendente que desafía nuestra comprensión actual de cómo se forman los planetas».
La técnica utilizada para detectar el planeta hace que este descubrimiento sea especialmente significativo. Por lo general, los planetas en el borde de su sistema solar tan jóvenes son imposibles de observar debido a la interferencia del disco circundante. Sin embargo, el disco de la estrella está deformado, lo que permite una rara oportunidad de observación.
El equipo de investigación empleó un algoritmo de búsqueda especialmente diseñado, Notch, y métodos refinados de extracción de datos de la misión TESS de la NASA para detectar y confirmar este planeta. El acceso de la colaboración a numerosos telescopios facilitó la verificación del descubrimiento, asegurando que la señal era planetaria.