Gervasio Deferr: «Vivía en un círculo vicioso de drogas, alcohol y culpabilidad»
El exgimnasta olímpico cuenta los problemas de adicciones que tuvo durante su carrera y lo difícil que fue para él asumir su retirada
Gervasio Deferr es uno de los grandes deportistas de España con dos medallas de oro olímpicas en salto de potro y una de plata en suelo, pero su currículum deportivo hubiera sido mejor si no se hubiera enganchado a las drogas y el alcohol, como así reconoce en una entrevista en el programa Lo de Évole. Unos años antes de retirarse de la alta competición, el exgimnasta entró en un «círculo vicioso de drogas, alcohol y culpabilidad». Todo empezó cuando le operaron del segundo hombro. Tuvo que estar varios meses sin poder hacer ejercicio para recuperarse y comenzó a fumar porros con sus hermanos y unos amigos. Tras dar positivo en el Mundial, se quedó sin ningún patrocinio y sin el apoyo de sus padres, decepcionados con el viraje que había tomado. Otra grave lesión le lleva a un nuevo encierro, que acaba por ser un pretexto para salir cada vez más de fiesta. «Yo no bebía al principio. Fue en Madrid, en las concentraciones cuando íbamos por ahí, si todo el mundo pedía una cerveza, yo me pedía un quinto. El alcohol casi me destroza la vida», confiesa a Jordi Évole antes de relatar las sustancias que terminó por consumir: cocaína, speed, pastillas...
A unos meses de los Juegos Olímpicos de Atenas, a Deferr no le quedó más remedio que llamar a la Federación y al Comité Olímpico Español para que le ayudase a salir de ese bucle. Parecía que lo había conseguido pero la noche anterior a hacerse con su segunda medalla de oro, volvió a caer en el alcohol por la presión que sentía. «Yo me mataba, me destrozaba más mi propio pensamiento. Quería inundarme en alcohol», dice.
Todo empeoró después de hacerse con la plata en Pekín, sus últimos Juegos Olímpicos. Se debatía entre retirarse o continuar, y así estuvo varios años. Sin un objetivo claro, Deferr se recorrió a diario los bares: «Cada día estoy desde las 15:00 en bares con amigos y con vida social. Era dormir por la mañana, comer y luego por la tarde otra vez. Hubo un momento que me di cuenta que llevaba seis años bebiendo todos los días. Seis o siete medianas y dos o tres cubatas. Sin nada que hacer ni objetivo, al final te envenenas».
Durante sus épocas más duras, Deferr reconoce que se ha despertado alguna mañana «tirado en la calle con sangre sin saber qué había pasado». «No sabía qué hacer y volvía a pasar, por mucho que me decía que no», dice a la vez que reconoce que no entiende cómo teniendo una carrera como la suya no se puede jubilar como Messi: «¿Cómo puede ser que yo tenga tres medallas olímpicas y me queden 15 años de hipoteca?».
Llegó un día, justo después de que a su madre le diese un infarto y él no pudiese estar con ella porque estaba «ciego», que decidió pedir ayuda a Alejandro Blanco, el presidente del COE. En 2017 entró en rehabilitación y estuvo desintoxicándose durante diez meses: «Me dijeron que era politoxicómano». Hoy es un hombre nuevo, centrado en su trabajo como entrenador de niños en un pequeño gimnasio que montó en el barrio de La Mina, en Barcelona. No quiere volver al infierno en el que estuvo: «Ahora soy Gervi, con su gimnasio, con su gente, con su familia...».