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La zona de Interés

La zona de Interés es un filme que trata sobre el Holocausto dirigido por Jonathan GlazerA24

Cine

'La zona de interés': Glazer reinventa con audacia el cine sobre el Holocausto

Es una obra asombrosa, que usa el fuera de campo con todo su potencial dramático

La familia del teniente coronel Rudolf Hoss (Christen Friedel) y su esposa Hedwig Hensel (Sandra Hüller) vive feliz en un chalet con jardín, huerta y piscina. Él es el comandante del campo de exterminio de Auschwitz, y su idílica casa está pegada al muro exterior del campo. Tienen varios hijos y abundante servicio. Todos viven de espaldas -física y moralmente- a lo que sucede al otro lado del muro. Hoss se muestra como un padre de familia gentil y su esposa lleva la casa a la perfección. Los niños disfrutan con la piscina y las salidas al bosque. Para Hoss el gaseo de judíos y su incineración no es más que un trabajo, que procura hacer concienzudamente para satisfacción de su jefe Himmler. En casa nunca se habla de ello, sino de los asuntos domésticos propios de cualquier casa.

La cuestión del Holocausto y Auschwitz parecía agotada cinematográficamente. Se nos ha contado tantas veces y de tantas maneras que ya no cabría esperar nada nuevo. Hemos convertido uno de los sucesos más trágicos de la historia de la humanidad en un género cinematográfico. La banalidad del mal. Pero hay ocasiones, pocas, en las que la genialidad de un creador cinematográfico rompe la rutina de las películas de nazis, de judíos o de campos de concentración y nos sorprende con algo tan novedoso que nos despierta de la siesta y nos hace recuperar la conciencia del horror. Lo consiguió hace años Benigni con La vida es bella, y en 2016 el húngaro László Nemes con la película El hijo de Saúl. Es con esta con la que más emparenta a nivel formal la cinta del británico Jonathan Glazer que nos ocupa. En la húngara todo se narraba desde un primer plano del protagonista, al que acompañaba la cámara por sus diversos recorridos en planos secuencias. A eso se añadía la ausencia de profundidad de campo, lo cual nos obligaba a intuir solamente el espanto que ocurría detrás del personaje.

En La zona de interés, la tragedia nos llega a través del sonido en off. No vemos a los judíos en toda la película, pero están continuamente presentes en lo que se oye detrás del muro: gritos, órdenes, disparos y alaridos. También vemos de vez en cuando el humo que sale de las chimeneas del crematorio y que se funden con las nubes y el sol en un cielo azul. Pero a diferencia del estupor del espectador, para la familia Hoss esos sonidos son rutinarios, les afecta lo mismo que si oyen llover -a excepción de la madre de Hedwig-.

El resultado es una obra asombrosa, que usa el fuera de campo con todo su potencial dramático. Ilustra como pocas la banalidad del mal de la que hablaba Hanna Arendt. Para rizar el rizo, Glazer nos ofrece unos planos finales ambientados en la actualidad, en los que vemos a unas señoras de la limpieza quitando el polvo de las vitrinas del actual museo de Auschwitz. Tras las vitrinas, los objetos personales de los judíos exterminados. Se traslada la banalidad del mal al presente llamando la atención sobre el riesgo de convertir el holocausto en un parque temático.

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