¿Merece la pena ver la segunda parte de 'Joker'?

Un filme que dicta sus propias reglas, el crecimiento de una ultraderecha cada vez más violenta y una biografía de fama mundial, como Cicciolina y Moana Pozzi, se dieron cita en la octava jornada del 81º Festival Internacional de Cine de Venecia.

Protagonista absoluto de la jornada fue Joker: folie à deux de Todd Phillips, un filme que crea sus propias reglas, transformando las nuevas aventuras del célebre antagonista de Batman en un drama con canciones, nuevas y viejas, que comentan una acción que se concluye a tres horas y medias del inicio.

Jouer avec le feu es el cuarto largometraje en trece años de dos hermanas francesas, Delphine y Muriel Coulin, que retrata la vida de un ferroviario que descubre que su hijo mayor está involucrado en una serie de agresiones de un grupo de ultraderecha al que pertenece.

Por su parte, el cuarto filme italiano del concurso, Diva futura, segundo largometraje de Giulia Louise Steigerwalt, ex actriz y prolífica guionista, es un cariñoso homenaje a Riccardo Schicchi, creador del cine porno italiano y descubridor de Moana Pozzi y Cicciolina que alcanzaron trascendencia mundial.

La folie à deux del título de la secuela de Joker, que en 2019 conquistara en Venecia el León de oro al mejor filme, es una forma de psicosis identificada en 1877 que se transmite de una persona a otra, generalmente mujeres que conviven íntimamente en un ambiente social aislado.

Y es esta relación malsana la que se establece entre Arthur Fleck, conocido como el Joker por su manía de maquillarse como el payaso de los naipes ingleses, y una extraña mujer que se empeña en hacerlo evadir de la cárcel donde está esperando un proceso por el asesinato de cinco personas.

Como dice el mismo protagonista en el filme, «yo no soy lo que los otros quieren que sea», tampoco Joker: folie à deux es lo que se esperaba el público que llenó las dos proyecciones anticipadas para la prensa de hoy, aplaudiendo el comienzo y recibiendo casi en silencio el final.

Porque el filme crea sus propias reglas al mechar la trama de canciones, entre clásicas y moderna, sin realmente hacer de él una comedia musical, al extender de manera exorbitante la duración hasta llevarla a tres horas y media y al negar al público más común la dosis de acción y violencia que estaban esperando.

Joaquin Phoenix vuelve a hacer una creación impresionante de su personaje, disminuyendo o aumentando los decibeles de su actuación, con una voz cantante áspera pero efectiva, mientras Lady Gaga no puede hacer mucho más que interpretar profesionalmente sus canciones.

No sabemos cual será el resultado comercial de esta película que desafía los cánones establecidos por Hollywood pero sí que es uno de los experimentos más osados jamás emprendido por un exitoso miembro del establishment, que no ha vacilado en poner en peligro su carrera con este filme que además de crear sus propias reglas también crea sus propias decepciones.

La extrema atención puesta en Joker: Folie à deux ha distraído la que hubieran podido merecer sus compañeros del concurso de hoy si hubiesen tenido los méritos suficientes.

En cambio Jouer aves le feu, más allá de su temática de gran actualidad como lo es el emerger de la ultraderecha violenta, sobre todo en América y Europa, no termina de convencer por un cierto didactismo en el final, librado a un discurso del padre (un correcto Victor Lindon) que confiesa su responsabilidad en no haber sabido detectar la involución violenta de su hijo y a una genérica acusación a la clase política de no ocuparse de la desazón juvenil.

Y la emotiva evocación de un personaje como Riccardo Schicchi en una época de ilusoria libertad como fue el final del siglo pasado en Italia, y su escudería que supieron emerger del ghetto del porno, gracias a la inteligencia o el desparpajo de mujeres como Moana Pozzi y Cicciolina, no bastan para explicar el porqué este filme de escasa inspiración pero sobrada simpatía haya representado a Italia en el concurso del festival más prestigioso del mundo.