​El controvertido programa de televisión que presentó Trump y que le impulsó a la Casa Blanca

«Me llamo Donald Trump y soy el mayor promotor inmobiliario de Nueva York. Soy propietario de edificios por todas partes. He dominado el arte de las transacciones y he convertido el nombre Trump en una marca de calidad». Con estas palabras, el ahora presidente de Estados Unidos se presentó a los norteamericanos en el programa de The apprentice (El aprendiz). De aquella primera emisión, el 8 de enero de 2004, han pasado ya más de dos décadas en las que el empresario ha ido escalando de forma paulatina hasta instalarse por segunda vez en la Casa Blanca.

Por aquel entonces, ya era un empresario conocido, pues había convertido la empresa de alquileres de su padre Fred en un imperio inmobiliario de mil millones de dólares. Sus turbulentas finanzas –y su vida amorosa– también le habían granjeado notoriedad en la prensa sensacionalista. Sin embargo, fueron sus 11 años como presentador de este particular reality show los que solidificaron su reputación y allanaron el camino hacia su sorprendente victoria en las elecciones de 2016.

Cuando NBC tuvo por primera vez la idea de The Apprentice, Donald Trump fue uno de los muchos magnates que se sentaron en la mesa de la sala de juntas, junto con otros propuestos para encabezar futuras series. Sin embargo, se posición frente a Jack Welch, Warren Buffet y Richard Branson no solo por su carisma y tiempo, sino porque ofreció grabar todos los episodios en el piso 14 de la famosa Torre Trump.

La premisa del programa era sencilla: en cada episodio, un grupo de aspirantes entre 6 y 18 jóvenes aspirantes a «empleados» de la compañía, divididos en equipos, competían por un premio de 250.000 euros en desafíos orientados a los negocios, tras lo cual Trump convocaba al equipo perdedor a una sala de juntas y los interrogaba sobre sus fracasos. Al final, enviaba a casa a un concursante con su famosa frase: «Estás despedido».

Las escenas en la sala de juntas se hicieron famosas por su alto nivel de dramatismo y sus ataques mordaces, al mismo tiempo que Trump se esforzaba por enfrentar a los concursantes entre sí. Los productores del programa tardaron años en admitir que los intimidaba y humillaba, lo que dificultaba que muchas de las secuencias grabadas pudieran aparecer en antena.

Según varios concursantes, Trump también utilizó la división racial para entretener. En 2005, propuso públicamente una temporada segregada, en la que «un equipo de afroamericanos exitosos» competiría contra «un equipo de blancos exitosos». En ese momento, argumentó: «Le guste o no a la gente esa idea, es en cierto modo un reflejo de nuestro mundo tan cruel». La idea nunca llegó a materializarse.

El comportamiento vulgar de Trump no se limitó a esta situación aislada. Durante una escena en la escena de juntas en la temporada 4, Trump le preguntó a Adam Israelov, un concursante de 22 años si había mantenido relaciones sexuales. Israelov dijo que no se sentía cómodo respondiendo la pregunta, pero Trump no lo dejó pasar. «¿Cómo puedes tener miedo de hablar de sexo? El sexo no es gran cosa. ¿Cómo puedes tener miedo? (...) A mí [el sexo] me ha metido en muchos problemas, Adam. Me ha costado mucho dinero», reconocía dos décadas antes de ser condenado por 34 delitos graves de abuso y acoso sexual.

Pese a todo, los índices de audiencia aumentaban tanto como la leyenda del magnate, que se había forjado ya una imagen propia como empresario despiadado y sin escrúpulos. Incluso promovió una versión celebrity del reality. Cada vez más popular e influyente en círculos políticos, vio cómo su presentación en televisión le allanó el camino hacia el despacho Oval. Cuando finalmente se instaló, intentó que su hija Ivanka fuera su sustituta en la pantalla.

En cambio, la NBC eligió a Arnold Schwarzenegger, que debutó semanas antes de que Trump jurara como presidente. Por desgracia para el actor, el programa fue cancelado tan solo una temporada después de que él se incorporase por la caída del interés norteamericano. Trump, por su parte, lo celebró y aseguró que nadie era capaz de imitarle: «Esperaba que fracasase como un perro y al final lo hizo».