Rafael Maluenda: «Berlanga se inspiraba en aquello que no muta en el ser humano»
El cineasta y gestor cultural ha dirigido recientemente una película documental sobre la figura del genio valenciano
El cineasta y gestor cultural, Rafael Maluenda, ha dirigido recientemente una película documental sobre la figura del cineasta valenciano Luis García Berlanga. Cuando comenzó a adentrarse en el sector audiovisual no existían las escuelas de cine, pero gracias a los libros y a las películas de Berlanga descubrió que el cine era su vocación. Una vocación que creció y se consolidó de la mano del propio Berlanga al formar parte de su equipo de dirección en sus tres últimas películas Todos a la cárcel (1993), Blasco Ibáñez (1996) y París Tombuctú (1999), en 2011 creó el Berlanga Film Museum, primer museo digital dedicado a la figura del cineasta.
–Berlanga ha sido toda una inspiración para usted, además de un amigo, ¿cómo surgió la idea de crear esta película-documental homenaje?
–Buena parte de mi vida profesional ha sido al lado de Berlanga. Se convirtió en mi maestro y a la vez fue un amigo durante veinte años hasta que falleció. Por ello, me plantee hacer algo sobre él usando su propio lenguaje cinematográfico. Fue en diciembre cuando una productora me llamó para sacarlo adelante y publicarlo en enero de 2022.
Él miraba las cosas dentro del plano de una manera especial
–La filmografía del valenciano es muy amplia, pero ¿qué es lo más característico que destaca de sus obras?
–A nivel técnico conseguía que la cámara fluyera, no en cualquier rodaje puedes rodar como él lo hacía. Con el paso de los años surgieron varios imitadores, pero ninguno era como él, porque él miraba las cosas dentro del plano de una manera especial. A nivel personal, el desencadenamiento de la cámara junto a la fluidez de sus películas fueron de las primeras cosas que me llamaron la atención viendo su cine, y que he interiorizado con los años.
–Usted estuvo a las órdenes del maestro en Todos a la cárcel (1993), Blasco Ibáñez (1996) y París Tombuctú (1999), ¿cómo era Berlanga como director?
–Como persona era muy elegante y pudoroso, nunca evidenciaba conductas en el rodaje. Además, él era ejemplar, no se permitía improvisar, solo les dejaba a los actores y si iba a favor de la secuencia. Era un cineasta que lograba valorar hasta qué punto en una jornada de rodaje podía lograr su propósito. Como anécdota recuerdo que cuando había algún imprevisto en el rodaje nos pedía a los meritorios la solución, y si la acertábamos nos premiaba con un dólar ficticio. De esta forma, nos hacía estar alerta en el rodaje, para aprender a gestionar los imprevistos y seguir contando lo mismo.
Era ejemplar, no se permitía improvisar, solo les dejaba a los actores y si iba a favor de la secuencia
–En los años que trabajó con Berlanga, ¿qué aprendió de él? ¿Con qué se queda de todos esos años de trabajo y de amistad sincera con el cineasta?
–Cuando yo empecé no había escuelas de cine. Yo me formé con libros que me recomendaban amigos americanos que tenían el cine como una carrera, y viendo cine. Berlanga fue el primer cineasta que me prestó atención a raíz de coincidir con él en una conferencia y conseguí estar de meritorio en Todos a la cárcel. Desde ese momento se convirtió en mi maestro en el terreno profesional y en un amigo.
–El cine de Berlanga, ¿cómo se puede calificar? ¿Fue el costumbrista del mundo del cine español?
–Para sus películas se apoyaba en las costumbres de la época y así revelaba lo que va más allá de ellas. Su cine es universal porque trasciende todas esas costumbres culturales. De hecho, ha sabido retratar aquello que no muta en el ser humano. Por eso, por muchos años que pasen, seguimos riéndonos con su cine, y la clave está en que es de verdad, porque nos reconocemos en las actitudes que retrataba.
Su cine es universal porque trasciende todas esas costumbres culturales
–A la hora de clasificar el cine de Berlanga, ¿se puede considerar vallenclinesco? ¿Fue el Valle Inclán del cine español?
–Yo creo que no, porque los personajes de Valle Inclán eran extravagantes, mientras que los de Berlanga eran comunes y del día a día. Su cine logró marcar a los cineastas de la época, los cuales incorporaron rasgos de Berlanga a sus obras. Un ejemplo es Alex de la Iglesia, lo berlanguiano está presente en sus obras. También José Mota se ha visto influido por el valenciano en muchas de sus intervenciones televisivas.
–Pasan los años y su cine sigue causando furor, pero cuando él se encontraba en activo, ¿dónde estuvo el éxito del cine de Berlanga?
–Yo creo que la dificultad con Berlanga es que era tan único que es muy difícil igualarle, por lo que no ha habido una continuidad de cineastas que hicieran el cine que él hacía. Sus obras eran verdad, por eso da igual la época, siempre causan un impacto.
Sus obras eran verdad, por eso da igual la época, siempre causan un impacto
–¿Berlanga fue Berlanga porque era valenciano? ¿Hay algo en su cine que nos conecte con un modo de hacer cine en Valencia o su caso es único?
–La gente habla de Berlanga sin disociarlo de que es valenciano, porque al final forma parte de su carácter, tenía una mirada ‘socarrona’, un rasgo muy valenciano que se reflejaba en sus obras.
–Para finalizar, los temas que trataba en sus obras en ocasiones eran polémicos, ¿lo considera un provocador del momento?
–No fue un provocador del momento porque Berlanga no es del momento, ha trascendido. Además, la provocación se diluye enseguida y, su cine y lo que ha tratado no desaparece con tanta facilidad, porque no retrataba el momento iba más allá.