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Santiago Posteguillo

El escritor Santiago PosteguilloCarmina Martínez

El terrible relato del escritor Santiago Posteguillo sobre la DANA: «Vimos a gente desaparecer en el agua»

El autor, experto en la Antigua Roma, habló de la riada que les sorprendió. El cadáver de una mujer china a la que conocía estuvo flotando en el agua durante días

el pasado día 15, durante un ciclo de conferencias, el escritor Santiago Posteguillo recordó lo vivido en Paiporta mientras precisamente preparaba unas notas para la conferencia. Todavía no eran las 19 horas de aquella tarde cuando «Me interrumpe mi pareja y me dice que su hermana dice que subamos arriba. Y subimos a la terraza. Estamos a unos 50 metros del barranco del Poyo y se está desbordando. No ha llovido en Paiporta y nadie ha avisado».

Al ver el agua crecer quiso bajar a mover el coche, pero un vecino les avisó de que «no era buena idea». Es el mismo impulso que tuvieron tantos y por el que fallecieron ante la crecida imparable e imprevista.

«Lo impresionante es que en 13 minutos había un torrente brutal de dos metros de agua sin control, arrastrando ramas, árboles, coches, todo. Se llevó por delante una nave industrial que estaba enfrente de nuestro edificio. En el edificio donde estábamos nosotros, gracias a Dios, el que lo construyó era el padre de mi pareja. Se ve que para sus hijas decidió hacer el edificio bien hecho. Pero se llevó la puerta del portal, todo el muro de la fachada, la pared con el local de al lado, por cierto, una librería, La Muixeranga. Yo tuve miedo por la estructura del edificio. Seis horas sin parar de torrentera».

Todo lleno de barro, silencio, miedo. Cae la noche. No viene nadie. Hay saqueos. No sé si han visto la película La purga. Es lo mismo

«Vimos a gente desaparecer en el agua. Nos acostamos sin luz ni agua pensando que, lógicamente, al amanecer estaría la Guardia Civil, estarían los bomberos, el Ejército. Pero al amanecer no había nadie. Sí, había el cadáver en mitad de la plaza de una joven china a la que yo recuerdo haberle comprado en su bar, en la plaza, alguna vez alguna botella de agua cuando se me olvidaba comprar agua mineral, con la que alguna sonrisa se ha intercambiado porque la mujer no hablaba mucho español. Y al lado su madre velando el cadáver. Pero no había policía ni ejército. No vino nadie en todo un día. Los coches estaban volcados. Todo lleno de barro, silencio, miedo. Cae la noche. No viene nadie. Hay saqueos. No sé si han visto la película La purga. Es lo mismo», relató.

Amanece. No viene nadie, no hay nadie solo han retirado el cadáver un poquito más adentro en un bajo que han podido vaciar los vecinos

Y continuó: «Pero el segundo amanecer vendrán. Amanece. No viene nadie, no hay nadie solo han retirado el cadáver un poquito más adentro en un bajo que han podido vaciar los vecinos. ¿Cómo puede ser que en 48 horas no venga nadie? ¿Alguien me lo puede explicar? ¿En España, siglo XXI?», reflexionó confesando que, por las muchas conferencias que ha dado para el Ejército, hizo algunas llamadas: «No puedo decir lo que me dijeron. Solo que cuando colgué, le dije a mi pareja: 'Hemos de salir de aquí por nuestros medios'».

Cadáveres que todavía no habían podido retirar, coches volcados, todos los edificios destrozados...

No acaba aquí su historia: «Al tercer amanecer, en el que no había nadie. Nadie institucional, porque empezaron a llegar voluntarios», reconoce el escritor, que viéndose en mitad de una «zona devastada» cogió el ordenador, sus notas y un poco de ropa para caminar kilómetros hasta Valencia, donde tiene un piso. «Era un espectáculo de devastación como no he visto en la vida, como no creo que la gente se imagina. Viendo gente que como había una manguera habían hecho cola con cubos de agua para coger agua, cadáveres que todavía no habían podido retirar, coches volcados, todos los edificios destrozados... No se pueden imaginar lo que está pasando esa gente. No pueden concebir el nivel y la sensación que tiene la gente en todas esas poblaciones Paiporta, Algemesí, Catarroja, Alfafar, porque no se está llevando la ayuda institucional que hace falta. Gracias a Dios, el pueblo es siempre diferente. Pero el pueblo con palas no puede».

¿Cómo se puede ser tan miserable? No tienen ni idea de lo que está pasando la gente

Una afirmación resignada a la que siguió de nuevo la indignación: «¿Cuánto tiempo tienen que esperar esa gente las ayudas? ¿Cómo se puede ser, por favor, desde las instituciones tan miserable, ¿cómo se puede ser tan miserable? No tiene ni idea de lo que está pasando la gente. Ni idea», profirió.

«La sensación es que los políticos del siglo XXI apuñalan al pueblo», dijo para concluir. «Esa es la sensación que hay. Antonio Machado decía 'Españolito que vienes al mundo te guarde Dios/ una de las dos Españas ha de helarte el corazón'. Yo no sé si no habría que modificar eso, porque a veces la sensación que hay es que las dos Españas nos están helando el corazón».

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