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Cartel promocional de Tuta

Detalle del cartel promocional de TutaJunta de Andalucía

Un Shakespeare irreconocible y vapuleado por la ideología de género se estrena en España

Tuta es el título de la obra de la compañía mexicana Los Colochos, basada en Tito Andrónico, que se estrena en Sevilla

Lo primero es que haya dos obras en una, simultáneas. Hombres por un lado y mujeres por otro interpretan al mismo tiempo la misma obra asemejando una cárcel y sus dos pabellones. El público puede ir de uno a otro. Es una idea, pero como suele suceder, no es una idea original, sino que han utilizado una obra clásica, el Tito Andrónico de Shakespeare (o atribuida a él) para dar rienda suelta a su «creatividad».

«El asunto del género»

Una «creatividad» que se basa en el desmontaje y no en la creación. Esta es la inspiración del XXI, qué se le va a hacer, aunque sí se podría hacer algo. Alguien podría imaginar y escribir una obra original y dejar en paz a los clásicos que para eso lo son. Pero es la cosa terrible del revisionismo, de lo «woke», de la ideología de género la que manda y la que llena las carteleras sin solución y sin demasiado éxito: lo normal, porque en realidad nadie entiende nada.

Juan Carrillo, director de la versión, le dice a El País que quería «poner a prueba esa recepción del público ante dos puestas en escena idénticas, ver qué tipo de diferencias surgen, si de pronto el asunto del género, de que sean hombres en un lado o mujeres en otro, resurge por sí mismo. El punto de partida no es el género, pero está ahí...». Pues menos mal que el asunto del género resurge por sí mismo. Que diga esto ya parece una tomadura de pelo cuando el principio de la obra es precisamente la división del «género».

El Bardo en el objetivo

No es la primera perpetración de Los Colochos y el Bardo. En realidad le tienen frito. Ya han cocinado anteriormente Macbeth, Otelo, Romeo y Julieta y El Rey Lear. Menos mal que la baronesa Karen Blixen, la autora de Memorias de África ya no vive para ver su obra favorita sobre el Imperio romano trasladado al ámbito carcelario mexicano. ¿Por qué no se inventan una obra sobre las cárceles y el narcotráfico mexicanos original y dejan en paz a Shakespeare y a su general?

Claro que es más fácil coger las obras universales de otros. Menos trabajo y más posibilidad para la ideología: tratar la violencia estructural de México aprovechándose de la violencia intrínseca del texto del bardo no deja de ser un truco para abreviar y ya de paso darle la vuelta al clásico: el revisionismo por el que muchas personas del presente conocerán Tuta, que así se llama la obra, pero no Tito Andrónico, reducido casi a un capricho político, feminista e indigenista del país de López Obrador y de Sheinbaum representado en España.

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