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Imagen de Las Cigarreras, en el Teatro Fernán Gómez

Imagen de Las Cigarreras, en el Teatro Fernán GómezTeatro Fernán Gómez

El Fernán Gómez estrena una obra sobre una novela feminista de Pardo Bazán suprimiendo a los hombres en escena

La tribuna de la autora coruñesa trata de una forma irónica sobre la lucha del proletariado desde el punto de vista femenino, donde la revisión parece completamente innecesaria

La novela es La Tribuna, un relato irónico y social de la autora coruñesa Emilia Pardo Bazán donde la protagonista es la mujer trabajadora por primera vez en España. La escritora coruñesa fue la primera en muchas cosas, feminista de altura y de anchura que contrastan con la mayoría de hilillos sueltos del presente.

¿Innecesaria versión?

Donde no se suele ser el primero, o más bien cuando no se suele ser el primero en nada es en la actualidad del arte. Todo es versión y versión dirigida. La novela original trata la lucha del proletariado desde el punto de vista femenino. Una virtud de las grandes obras, de las obras que permanecen, es precisamente que permanecen en el presente, por los que su «actualización», resulta en muchos casos, la mayoría hoy en día, como se suele comprobar, innecesaria.

La tribuna de Pardo Bazán, de 1882, es perfectamente actual. Podría haberse representado con fidelidad para mostrar la modernidad connatural de la autora, su inteligencia y su visión a largo plazo irrenunciable. Hubiera podido ser el mejor homenaje a la autora feminista española por antonomasia a la que se imagina riéndose con timbre poderoso de astuta matrona intelectual del feminismo ridículo del XXI, que no se merece el del XIX.

Sin hombres

Pero como no debe de haber ideas originales, no dejan de retorcerse las clásicas, se re-visionan las ya existentes. Es la plaga de la dramaturgia moderna. Ese re-visionismo suele ser vengativo, vanamente original o rompedor con el pasado. ¿Cómo romper con el pasado feminista de Pardo Bazán si se quiere hablar de feminismo? No se dice que aquí se haga, pero lo que sí se hace es apartar a los hombres de la escena, los hombres que fueron fundamentales, con los que se codeó, se enfrentó, a los que admiró, amó y despreció la intelectual española.

En Las cigarreras, que así se llama la obra del gallego Cándido Pazó, aparecen solo siete mujeres también gallegas que interpretan todos los personajes. Dicen desde el Teatro Fernán Gómez que a pesar de estar basado en La Tribuna, es un texto independiente. Dicen también que se pueden percibir «ciertos ecos que resuenan a actualmente», como si los ecos los hubieran creado ellos y no estuvieran ya en la esencia de la académica gallega.

Suena a feminismo radical

La narradora es la propia Bazán, en un atisbo de creatividad, más allá de elegir una parte de la obra y utilizar solo a mujeres, suprimiendo a los hombres. Esto es lo más llamativo de todo. Lo que caracteriza la obra, con independencia de su calidad y su completamente parcial originalidad. ¿Hacía falta suprimir a los hombres precisamente en esta obra?

Suena inevitablemente a feminismo radical, al canon moderno obligatorio, a la revisión, a la «feministización» incansable en una novela que, quizá más que ninguna, no necesitaba esto.

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