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Portada de 'Will'

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'Will' o la realidad nunca contada de la autobiografía del Príncipe de Bel Air

Sale a la venta en España el libro de memorias del cantante y actor estadounidense, una narración de su imparable camino al éxito y de sus miedos, excesos y debilidades

El ídolo del tenis André Agassi publicó en 2014 una excelente autobiografía (escrita por el premio Pulitzer J. R. Moehringer) de sugerente título, Open, que levantó una polvareda en el mundillo y la sociedad del momento. Una liberadora confesión que podía resumirse, muy grosso modo en la frase: «Odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y sin embargo sigo jugando porque no tengo alternativa. Y ese abismo, esa contradicción entre lo que quiero hacer y lo que de hecho hago, es la esencia de mi vida».

De Open a Will, las memorias del actor Will Smith, hay un trayecto parecido. La máscara del éxito que oculta miedos inimaginables y aterradores. El cuento de hadas donde «la frontera entre la fantasía y la realidad siempre ha sido fina y transparente», revela el príncipe de Bel Air. El libro, escrito por Mark Manson, es diferente al del deportista ganador de todos los grandes premios tenísticos del mundo, porque también es un ejercicio, una llamada a la realización personal (al contrario de la sucesión de confesiones del de Las Vegas) que parte del complejo de cobardía creado en su mente por no intervenir cuando su padre pegaba a su madre durante la infancia.

Enganchado al éxito

Confiesa Smith que años después, cuando su padre estaba en una silla de ruedas, pensó en tirarlo por las escaleras. «Un raro destello de oscuridad de un chico cuyas adaptaciones psicológicas fueron la afabilidad y la popularidad, el deseo de asegurarse de que todos a su alrededor lo pasaran bien», afirma. De la música junto a su amigo, el DJ Jazzy Jeff, el Jazz amigo del príncipe de Philadelphia (junto al que ganó el primer Grammy de la historia del rap) enganchado al lujo y la ganancia en todos los aspectos.

El cuento de hadas contado, una vez más, desde la cumbre que sube y declina entre las páginas de Will, que no es el Wilt de Tom Sharpe, pero se le parece, quizá, y empieza a desmoronarse con la pregunta de quién se es: «¿Soy un adicto?» se cuestiona durante un período de meditación. No está enganchado a las drogas, ni a la bebida, ni al sexo. Smith está enganchado al éxito, al dinero, los vicios invisibles, los vicios ocultables del niño al que Quincy Jones hizo príncipe, que «enterraba sus defectos en capas de interpretación» y que a pesar de todo, desde el oeste en Filadelfia, pensó en suicidarse en Hollywood.

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