El óxido de la Torre Eiffel, un mal que amenaza el emblema de Francia
El arquitecto Gustave Eiffel creó este icono de Francia con motivo de la Exposición Universal de 1889. Ahora se prepara para un «maquillaje estético» antes de los Juegos Olímpicos de 2024
Es un símbolo nacional, el orgullo de los franceses y muy especialmente de los parisinos. La Torre Eiffel, que nació en 1889 como icono para la Exposición Universal, estaba pensada para durar solo 20 años, pero se salvó gracias a los experimentos científicos promovidos por el arquitecto Gustave Eiffel. En concreto, sirvió para probar las primeras transmisiones radiográficas, funcionó como radio militar en 1903, desde ella se realizó la primera emisión de radio pública en 1925 y finalmente acabó sirviendo de banco de pruebas para la televisión.
Ahora se acercan los Juegos Olímpicos, que se celebrarán en París en 2024, y la urbe está poniendo a punto los lugares más emblemáticos de la ciudad. Además de acelerar el proceso de reconstrucción de la catedral de Notre Dame, se han solicitado informes para evaluar el estado de conservación de la torre, cuya última renovación se produjo en 2003, y fue parcial: se cambió el alumbrado, en el que trabajaron 25 alpinistas durante cinco meses para poner 20.000 bombillas.
Sin embargo, los datos revelados por los informes técnicos no son nada halagüeños: por lo visto, la Torre Eiffel está llena de óxido y necesita una reparación completa. Tanto el plomo de las sucesivas capas de pintura como la lentitud de las reformas y los trabajos de rejuvenecimiento mal realizados han dado lugar a un estado que «amenaza su futuro».
60 millones de pintura
Por ello, el icono recibirá una pintura cosmética de 60 millones de euros antes de los Juegos Olímpicos de 2024 en París, según informes confidenciales citados por la revista francesa Marianne, entre otros medios franceses. Sin embargo, la aplicación de esta pintura, que se llevará a cabo por vigésima vez desde su inauguración a finales del siglo XIX, es precisamente una de las causas del actual estado del monumento.
La torre de hierro forjado de 324 metros de altura es uno de los lugares turísticos más visitados del mundo, con unos seis millones de visitantes al año. La sucesión constante de turistas ha provocado una aceleración del desgaste de la torre, cuyo principal problema es la oxidación de la estructura metálica , el uso de pinturas con mucho plomo –lo que es perjudicial para el hierro– y trabajos de limpieza para quitar la oxidación que se han visto aplazados durante años.
De hecho, el plan preveía que un 30 % de la torre fuera decapada para aplicar posteriormente dos capas nuevas de pintura, pero los retrasos en los trabajos causados por la pandemia y la presencia de plomo en la pintura antigua han provocado que solo se trate un 5 %. La Sociedad de Explotación de la Torre Eiffel (SETE) es reacia a cerrar la torre durante mucho tiempo por los ingresos turísticos que se perderían, añadió.