Andrés Montero: «El pueblo chileno es mestizo, pero atacan nuestro origen español, desde el 12 de octubre a la religión»
«Esto lo he hecho porque quiero que las generaciones jóvenes conozcan y amen el campo, que se enamoren de su país, que lo pueblen y lo reivindiquen». Así explica Andrés Montero por qué decidió cruzar su país a caballo. Por ello, y por las tensiones políticas que asolan Chile desde que Gabriel Boric asumió la presidencia, el director de la Sociedad Nacional de Agricultura quiso recorrer Chile de punta a punta con su bandera a cuestas: la Estrella Solitaria, sus caballos y su firme intención de mantener su país unido han sido sus fieles compañeros de camino durante 92 días.
Casi un año después de aquella aventura, la ha reflejado en un libro único, Travesía a caballo por el Chile Austral, con el que está de gira de presentación. En El Debate le hemos entrevistado poco antes de que nuestro director, Bieito Rubido, presentara el relato en la Real Gran Peña de Madrid.
–Ha pasado 97 días cruzando Chile a caballo. ¿En qué ha consistido esa travesía?
–Empecé el 23 de octubre de 2021. Salí de cerca de Santiago de Chile, de Bucalemu, un lugar de la costa del Pacífico, y crucé todas las regiones hasta llegar al extremo más austral del continente, Puerto Williams, al lado sur del canal Beagle, frente a la ciudad argentina de Ushuaia. Un total de 97 días en los que utilicé siete caballos, dos de ellos durante 2.100 kilómetros, Cachorro y Arriero, que hoy día gozan de muy buena salud y están en la región de los lagos de Chile, esperando mi regreso.
–¿Por qué decidió empezar este viaje?
–Hay varias razones. Y la principal es que yo nací en el campo, me gusta el campo. Siempre andaba a caballo y siempre tenía el sueño de hacer un viaje largo. Ya había hecho algunas travesías, como una de nueve días por la Cordillera de Los Andes, pero nunca algo tan extenso. Cuando empecé tenía la edad, la independencia laboral y todavía la energía, a pesar de mis 63 años, para hacerlo. Pero otra razón importantísima es que Chile está enfrentando una situación interna compleja en la que algunos grupos pretenden que el país se desmiembre en distintas regiones, distintas naciones, con distintas banderas, y eso a mí me afectó mucho. He querido unir a Chile de una manera novedosa, y por eso he atravesado el país a caballo con la bandera conmigo.
–Atravesando Chile, ¿ha constatado la unidad del país? ¿La separación se da solo, se alienta, en los círculos de poder?
–Por supuesto, pude conversar con mucha gente en distintos lugares y me di cuenta de que hay una distancia muy grande entre lo que se discute en el Congreso de los Diputados y lo que sucede en los campos y en las pequeñas ciudades, donde está la gente que cada día sale a trabajar temprano para producir. Y eso es lo que yo he tratado de dar a conocer: que hay un mundo rural importante que debemos cuidar.
–El presidente Boric acaba de anunciar una comisión para restituir tierras indígenas en la zona mapuche chilena. ¿De qué manera la diversidad convive con la unidad en Chile? ¿Es posible?
–Lo que sucede es que Chile es un país mestizo. La raza chilena es producto de una mezcla entre los españoles, que llegaron de 1540 en adelante, y la raza araucana, que estaba en Chile. La mayoría del pueblo chileno es mestizo. Los grupos o etnias puras son muy minoritarias, y casi todos ellos son chilenos y se sienten orgullosos de serlo, como se demostró en el plebiscito reciente. En aquellas localidades donde hay una población mapuche mayoritaria, el resultado fue incluso superior, y es desmitifica el discurso. Por diversas razones yo he tenido vínculo con esas regiones desde muy pequeño y creo que los que están creando problemas son pocas personas, que no tengo duda de que están vinculadas con otros grupos anarquistas y terroristas de otras partes de América Latina.
–Habla del origen español de Chile. ¿Cómo se ve allí la madre patria?
–La leyenda negra en Chile ha llegado muy poco. Es un término muy minoritario. Creo que en general hay un gran cariño y se considera España como la madre patria, pero lamentablemente desde hace algunos años se dejó de celebrar el 12 de octubre y hubo grupos que intentaron atacar todo lo que procede de España, desde la religión al caballo. ¡El caballo vino de España! Fueron los propios españoles los que enseñaron a los araucanos a montar a caballo y a trabajar la tierra con él. Ahora nos encontramos en un punto de inflexión por el que estamos volviendo atrás. Pero los chilenos no podemos renegar de nuestro pasado, no podemos renegar de nuestro origen.
Los chilenos no podemos renegar de nuestro pasado, no podemos renegar de nuestro origen
–En su viaje el caballo tiene una gran importancia, pero imagino que también su cargo como director de la Sociedad Nacional de la Agricultura de Chile.
–Este organismo al que yo pertenezco es el gremio agrícola más antiguo de América: existe desde 1838. Y además nosotros somos los que llevamos el registro genealógico de la raza de caballo chileno, que es una raza única que tiene sus características propias. En Chile el caballo se ha empleado para la agricultura, pero también para el transporte y también fue muy importante en el proceso de independencia en las distintas guerras que tuvo Chile con países vecinos, como Perú y Bolivia. El caballo ha tenido siempre un rol fundamental en la defensa de la soberanía de Chile.
–Han sido 97 días y 3.000 kilómetros que ahora condensa en este libro. ¿Qué vamos a encontrar en él? ¿Es un diario personal o mezcla también historia, cultura y reflexión?
–Es un registro, un relato que no tiene una pretensión literaria: es una historia que voy contando día a día. Yo llevaba un pequeño ordenador y todas las noches, antes de dormir, ya cansado, dejaba el registro de lo que había pasado en el día. Cuando volví, terminó el viaje y lo transformé en un libro que lancé en Santiago de Chile hace un par de meses y que ha tenido muy buena aceptación, y por mi cariño con España y tras la insinuación de algunos amigos españoles, como Bieito Rubido o Carmen de Carlos, decidí traerlo a España, donde lo he publicado con la editorial Pigmalión.
–¿Qué es lo que más le ha sorprendido de todo el recorrido?
–Avanzando a seis kilómetros por hora, uno tiene la posibilidad de ir mirando lo que sucede, mirando el cielo, mirando el campo, mirando a las personas. Y uno va sacando conclusiones porque tiene mucho tiempo: son nueve horas diarias encima de un caballo. La inmensidad y la belleza del paisaje chileno, los lagos, las montañas y cordilleras, las vides y los sembrados, los animales silvestres... me llenaron el corazón. También la gente de campo, gente muy sincera que no exige mucho, sino que principalmente aspira a vivir tranquila y a tener un buen futuro para sus hijos.
–¿Hubo algo negativo?
–Dentro de lo preocupante está la migración del campo a la ciudad: el entorno rural se está quedando abandonado, y eso provoca que se parcele y se revenda, lo que desmiembra el territorio agrícola. He reflexionado mucho sobre cómo el Estado gasta el dinero, porque conversando con la gente uno se da cuenta de que hay obras que se hacen y que no se debían haber hecho y otras que no se hacen y que se deben hacer. Otro problema que he detectado es el exceso de perros salvajes: como aquí en España, en Chile está de moda tener perro, pero cuando se cansan los abandonan y eso provoca jaurías que atacan al ganado, a los ovinos y se comen los guanacos. Habría que proponer que los políticos estuvieran menos en el hemiciclo del Congreso, en esas comisiones en las que discuten eternamente las mismas cosas, y que se suban a un caballo y recorran el territorio al que representan: que hagan el trabajo in situ, no a distancia.
–¿Le ha llegado el relato de su viaje a esos políticos?
–Efectivamente, he tenido feedback. De hecho, estoy preocupado por mi futuro profesional, porque ahora me llaman de muchas partes para que vaya a contar el viaje y eso me ocupa tiempo. Pero estoy contento. He tenido ya unas 14 presentaciones del libro en distintas partes de Chile. Me han invitado alcaldes, rectores de universidades y también me han invitado presidentes de grupos económicos que quieren que les cuente a sus ejecutivos cómo fue este viaje, cómo lo organicé, cómo concluyó y cómo fui capaz de hacer algo tan difícil. Tras la presentación en Madrid, voy a Sevilla el día 18, al Salón Internacional del Caballo, y después continúo la gira por Chile.
–Como articulista de El Debate, muchas veces refleja la situación de Chile. ¿Es optimista con la situación del país? ¿Qué balance hace del gobierno de Boric?
–Creo que tenemos más esperanza que antes del resultado del plebiscito, que fue arrollador para la izquierda dura. Boric ha vuelto un poco al sentido común. Él es una persona joven, sin experiencia, y se ha dado cuenta de que la experiencia tiene importancia, por lo que ha empezado a escuchar a más gente y se ha dado cuenta de que no es lo mismo ser público que estar en el escenario. Pero tenemos un grave problema en Chile, que es el de la delincuencia y la seguridad. A Chile han llegado más de un millón de inmigrantes, la mayoría ilegales, en un corto periodo de tiempo. Una puerta que fue abierta por Michelle Bachelet y que está causando graves problemas de delincuencia y que ha traído un tipo de delitos que en Chile no se conocían, como el sicariato, asesinatos, narcotráfico masivo...
–Más allá de los problemas que debe solucionar, ¿qué destacaría que es lo mejor de su país?
–Chile es un país, en mi opinión, que todavía tiene un estándar superior a los demás países de la región. Aquí en España muchas veces se habla de Iberoamérica como un continente en el que somos todos iguales, pero somos muy distintos. No estoy diciendo que seamos mejores o peores, pero somos muy distintos. Las instituciones chilenas han empezado a recuperar un poco de prestigio porque la Convención Constituyente que hizo el trabajo para la nueva Constitución quedó en muy mal lugar frente a la ciudadanía, porque produjo un documento que fue brutalmente rechazado. Así que creo que hay esperanza. Y creo que el presidente Boric está tomando unas medidas que van en la dirección correcta. Tenemos que resolver el problema de la seguridad interna, pero Chile sigue siendo un país hospitalario, un país que recibe inversión extranjera, que está conectado con todo el mundo: es el país que tiene más acuerdos de libre comercio del mundo.