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Thomas Pynchon en 1953

Thomas Pynchon en 1953

Thomas Pynchon, el escritor mítico y oculto que solo da señales de vida con sus libros

La Biblioteca Huntington adquirió el pasado 14 de diciembre los archivos del autor de El Arco Iris de Gravedad, que se unen a los de Shakespeare o Dickens

Como Salinger, Harper Lee, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Delibes o Cela, Thomas Pynchon se hizo famoso con su primera novela, V. A partir de entonces el mito empezó a crecer como una masa informe debido al celoso anonimato del autor cuya obra se agigantaba en peso y prestigio con cada nueva obra publicada. Poco se puede contar de la vida del misterioso autor, del que apenas existen unas pocas fotografías de juventud realizadas cuando todavía no era el monstruo literario de hoy. Sesenta años de creación para «solo» ocho novelas y un volumen de cuentos que prefiguró las anteriores son las que La Biblioteca, el Museo de Arte y los Jardines Botánicos de Huntington han adquirido: el tesoro de Pynchon que incluye textos mecanografiados, notas a mano, borradores o cartas para descubrir la forma y los métodos del escritor oculto, como aquellos jóvenes ocultos que solo salían de noche y al final resultaron ser vampiros.

Redactor en Boeing

«Traer a un escritor del calibre de Pynchon a The Huntington es una expresión de nuestra larga inversión en la historia y la cultura estadounidenses, al mismo tiempo que subraya nuestro compromiso con la literatura contemporánea y del siglo XX», dijo Karen R. Lawrence, presidenta de The Huntington. El autor de El Arco Iris de Gravedad nació en Long Island en 1937. Asistió a la Universidad de Cornell y sirvió dos años en la Marina, tras lo que trabajó como redactor de manuales para Boeing antes de ser jipi mientras escribía V, publicada en 1963 y ganadora del premio de la Fundación William Faulkner a la mejor novela debut. Después de esto, Pynchon se parapetó personalmente mientras sus libros acaparaban los fogonazos invisibles de millones de lectores admirados. Escuela de genios, las letras de Pynchon se convirtieron en objeto de estudio y análisis, como una momia que en el ínterin ganaba premios como el National Book Award en 1974 por El Arco Iris, que rechazó, igual que un año después la medalla William Dean Howells.

«Una de las grandes novelas históricas de nuestro tiempo y posiblemente el texto literario más importante desde 'Ulises'»El crítico Tony Tanner sobre 'El Arco Iris de Gravedad'

Dicen en The Huntington, los depositarios de las riquezas pynchonianas, que Tony Tanner, el famoso crítico y estudioso de la literatura estadounidense, profesor y casi institución en el King's College de Cambridge, calificó a El Arco Iris como «una de las grandes novelas históricas de nuestro tiempo y posiblemente el texto literario más importante desde Ulises». El gran elogio del experto que también hizo Harold Bloom, quien eligió Mason & Dixon como su «canon de lo sublime estadounidense». Lo sublime y el genio como el propio nombre de la Beca MacArthur que recibió en 1988, una de las más cuantiosas, actualmente dotada con 500.000 dólares que se abonan en cuotas trimestrales durante cinco años.

Nabokov no le recordaba como alumno

Desconocido y esquivo, a pesar de esto Pynchon no ha dejado de estar de actualidad en el último medio siglo, la última vez (en realidad la penúltima, la última es la adquisición de su archivo por Huntington) en 2013, cuando publicó su más reciente novela, Al Límite, que sucedió a Vicio Propio, de 2009, que Paul Thomas Anderson llevó al cine en 2014. Con su llegada a Huntington, Pynchon se une al panteón literario donde también descansan los manuscritos de Shakespeare, Dickens o Jack London y los más actuales Isherwood o Bukowski en más de 11 millones de artículos entre los que no están ninguno de sus expedientes profesionales o académicos que se tragó la tierra o quién sabe si la «ilegibilidad, la sobreescritura y la obscenidad» de El Arco Iris, el «traje» que le hicieron los responsables del Pulitzer cuando la novela fue propuesta, el mismo feo que ya nadie recuerda, como Nabokov tampoco recordaba haber tenido un alumno (¿existirá de verdad?), de apellido Pynchon.

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