Premios Goya 2023
El gran momento del cine español: una conversación con Rodrigo Sorogoyen y Alauda Ruiz de Azúa
El Círculo de Bellas Artes de Madrid acogió un encuentro entre los directores de As bestas y Cinco lobitos, nominadas a la mejor película en los Premios Goya: «Parecía que lo sensible y lo intimista no interesaba, pero sí», defiende Ruiz de Azúa
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Coinciden Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978) y Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981) al calificar el presente como «un gran momento del cine español». Será quizá por lo que les concierne: ambos son directores de sendas películas nominadas a diversos Premios Goya: ella, de la magistral e intimista Cinco Lobitos; él, de la brutal y honesta As Bestas.
Ambos estudiaron en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM), y todo apunta a que llegaron a coincidir en algún curso, pero ninguno de ellos tiene conciencia de haberse cruzado con el otro siquiera en los pasillos. Sorogoyen, historiador de formación, nunca se imaginó haciendo otra cosa que no fuera cine; Ruiz de Azúa, licenciada en Filología inglesa, tampoco se vio nunca ejerciendo como filóloga. Ambos se unen en el Círculo de Bellas Artes para hablar de su pasión, su sustento, su desvelo y su alegría: el cine.
Ruiz de Azúa mantiene su humildad, a pesar de cosechar con su ópera prima nada más y nada menos que once nominaciones, que van de mejor película a mejor dirección novel o mejor guion original, además de premiar a todo el reparto. Ya la Sección Panorama del Festival de la Berlinale nos puso en alerta sobre una directora que promete darnos muchas alegrías, y el Festival de Málaga lo confirmó: la maternidad, las dificultades y los agobios, ese universo intimista y familiar, da el salto a la gran pantalla y, oh, sorpresa, interesa, conmueve y moviliza el corazón: «Parecía que lo sensible y lo intimista no interesaba, pero parece que sí». Y continúa bromeando: «Es un guion que nadie produciría porque todo sale bien». Y lo que mejor sale es la madurez de la historia.
As bestas, de Sorogoyen, recibió el Premio del Público y fue reconocida como Mejor Film Europeo en San Sebastián antes de lograr 17 nominaciones a los Goya, que se celebran esta noche en Sevilla. A sus espaldas, una trayectoria grande: Madre, Que Dios nos perdone, El Reino... y ahora esta coproducción con Francia que en Cannes consiguió el escaparate internacional que necesitaba. Aires de thriller, intriga criminal y unas actuaciones desbordantes de verdad con un ritmo convenientemente llevado y dosificado en una película que no es solo un reflejo de una situación social y política, sino de una pareja que quiere vivir una vida más natural, más en contacto con el mundo, la tierra, la familia.
Volviendo a sus años en la ECAM, Ruiz de Azúa y Sorogoyen recordaron que lo mejor de aquella etapa no fueron las clases, sino los contactos con otros colegas de profesión: Ruiz de Azúa conoció a la montadora de Cinco lobitos precisamente allí y Sorogoyen fundó en 2010 la productora Caballo Films junto a tres compañeros de la ECAM. «Yo hice Historia primero pero nunca quise dedicarme a ello; era una forma de matar el tiempo mientras se consolidaba mi amor por el cine. No quería echar todas las bolas en el mismo cesto».
Para Ruiz de Azúa, en cambio, se trató de «un trato» con sus padres: «Mi sueño era hacer dirección de cine, pero en Barakaldo nadie se dedicaba a esto, y yo ni siquiera sabía dónde se estudiaba», recuerda la realizadora, para quien fueron determinantes las conversaciones sobre cine. «No te pueden enseñar a ser director», asegura, aunque reconoce que gracias al visionado de películas como Mi vida sin mí (Isabel Coixet, 2003) comprendió que «se podían hacer las cosas de otra manera». «Venías enamorado de unos cineastas y te ibas enamorado de otros: eso es lo más valioso del mundo, mucho más que las clases. Era un caldo de cultivo cinéfilo», apunta Sorogoyen, que afirma que hay que «rebelarse» contra los referentes de la adolescencia.
Para él, «Alejandro Amenábar fue una revolución», si bien recuerda las referencias de Pedro Almodóvar, Álex de la Iglesia o Juanma Bajo Ulloa. Julio Medem, por su parte, fue una figura citada por ambos. El director de El reino y Que Dios nos perdone considera que la nueva ola de nuestro cine se integra en «una misma generación».
La vulnerabilidad y los cuidados, asuntos universales
Pasando de puntillas por la gran tradición de directores vascos, como Víctor Erice o Daniel Calparsoro, bromeó diciendo que «de diez vascos, nueve son cocineros y uno es director de cine», y se lanzó a hablar sobre el concepto de «generación». Para ella sí que existe un un «salto generacional» que parte de la «revisitación del realismo». Ahora bien, «el cambio de sensibilidad en los temas tiene poco que ver con ser mujer, aunque es muy importante que la vulnerabilidad o los cuidados se hayan convertido en asuntos universales».
Aunque Ruiz de Azúa reconoce una «tendencia natural al cine intimista, de relaciones personales y familiares», en Sorogoyen también se produce, si bien de forma menos explícita, un interés crucial por las circunstancias personales que impulsan las tramas. «Decía Berlanga que no hay que dirigir, sino elegir bien a los actores. Ese trabajo de comunicación es fundamental. Y aunque As Bestas es un thriller, lo que nos interesan son los seres humanos», concede su director.
«Yo construyo algo con los actores. Es una búsqueda, un proceso vivo. Tiene algo de exploración, de encontrar las teclas, las herramientas...», explica la directora cuando el propio Sorogoyen se interesa por su proceso de trabajo con el reparto. «Ensayamos como unas tres semanas, y antes de montar la familia, sentí que tenía que montar las relaciones por separado. (...) Había que generar recuerdos sobre cómo se habían conocido, si habían discutido antes, cómo había sido su adolescencia», explica, y añade que realizó una lectura de guion en solitario con cada uno de ellos, y de ahí «salieron muchas cosas».
En As Bestas, hay un plano de 10 minutos en el que dos de los protagonistas, el francés hortelano y el ganadero, mantienen un intenso cara a cara en igualdad de condiciones con la cámara prácticamente inmóvil. Sorogoyen argumentó que para él, «lo importante de esa escena era el ritmo» y, aunque su método pasa por ensayar una escena cuando el rodaje de la misma está cerca, en este caso hubo que comenzar mucho antes. Cinco intentos y dos tomas completas... y triunfó la primera.
El dinero: el gran tema
En cuanto a los resultados económicos, el mismo Sorogoyen aseguró que normalmente espera «poco del público». Incluso «creía estar abocado a que mis películas no las viera mucha gente», dijo. «No le hago mucho caso a la taquilla: me he malcriado porque normalmente mis películas no han tenido mucho éxito». Sin embargo, la tendencia cambió con el éxito de As bestas en taquilla. Sin embargo, tanto el director de Stockholm como Ruiz de Azúa dieron cuenta de la indeterminación en los datos que supuestamente revelan el número de espectadores en plataformas. «Te lo tienes que creer», explicó él, a quien realmente parece no importarle demasiado, si bien reconoció que es algo que hace «mal».
Al ser Cinco lobitos su primera película, Alauda Ruiz de Azúa confesó no tener mucho con lo que comparar, pero sí afirmó que cuando una película pasa por salas «tienen un poso y llegan de otra manera a las plataformas», y que por tanto ambas cosas, las salas de cine y las plataformas de streaming, pueden ser complementarias.