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Restos de la zona arqueológica de Ek Balam

Restos de la zona arqueológica de Ek Balam

Descubren que el perdido reino maya de Ek Balam fue tan importante como Chichén Itzá

Un equipo arqueológico ha logrado determinar su valor mediante el análisis de una tumba real en comparación a la de otros reinos-potencia

las excavaciones arqueológicas abiertas en 1994 han descubierto la importancia del reino perdido de Ek Balam, cuyas primeras menciones se remontan al siglo XVI: en la Relación de Ek Balam, escrita en 1579 por el encomendero Juan Gutiérrez Picón se menciona que el nombre del sitio proviene de un gran señor que se llamaba Ek Balam o Coch Cal Balam, quien lo fundó y gobernó durante 40 años. Sin embargo, la evidencia arqueológica no ha proporcionado alguna prueba de la existencia de dicho personaje. No obstante, el nombre se mantiene por tradición.

Una historia reconstruida por glifos

En el sitio, que suele recibir unos quinientos visitantes al año, ubicado en el Yucatán, se han encontrado pinturas, murales, tapas de bóveda, vasijas, elementos decorativos, ornamentos, vasos y textos jeroglíficos que van determinando la importancia de la zona, siendo de especial interés las esculturas halladas del rey Ukit Kan Lek Tok, que pertenecen al siglo VIII d. C.

«Los textos jeroglíficos mayas son invaluables porque nos brindan mucha información sobre la vida de Ukit Kan Lek Tok y el reino que forjó en Ek Balam», cuenta la investigadora del Instituto Nacional de Antropología (INAH) Leticia Vargas de la Peña.

En el 2022 se comenzaron los trabajos del palacio de este rey, como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), ligado a la construcción del Tren Maya, polémico debido a la desforestación que conlleva su construcción.

La tumba de un dios

Vargas de la Peña explicó que en el año 2000, en el cuarto 49 denominado «La Casa blanca de la lectura» o «Sak Xook Naah», se descubrió la tumba de Ukit Kan Lek Tok. Contó que la cámara mortuoria estaba cubierta por una tapa de la bóveda en la que el rey aparece personificado como el dios del maíz.

En esta además se descubrió que el cuerpo había sido enterrado con una ofrenda de trece mil piezas. Sobre el rey se encontró un fémur humano perteneciente a su padre, Ukit Ahkan, un sacerdote sin linaje, sobre su pecho. En cambio, su madre provenía de la relevante dinastía «de la señora sagrada».

La arqueóloga del INAH explica qué la zona arqueológica de Ek Balam «es un lugar sagrado del arte, ya que su rey trajo a los mejores artesanos de otros lugares para pintar, escribir, producir objetos de uso cotidiano pero muy especiales».

«Ek Balam no se conocía hace 29 años y cuando comenzamos a trabajar en ese lugar nos dimos cuenta de su importancia, pero aún falta mucho por conocer: apenas registramos un 65% de avance en las investigaciones en todo el lugar», admitió. Gracias a los nuevos estudios, con las estelas e inscripciones, descubrieron que fue una potencia económica y política «igual que Cobá, Kulubá y Chichén Itzá».

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