El Gremio de Editores de España, en contra de la corrección política: «Está prohibida la modificación»
El director de la Federación de Gremios de Editores de España y editor Antonio María Ávila aclara que en España «nadie que no sea el propio autor puede modificar la obra, ni siquiera los herederos»
Los libros de Roald Dahl en español soportan el ataque de la corrección política y no se modificarán
La Ley de Propiedad Intelectual española prohíbe la modificación de obras literarias sin el consentimiento del autor, salvo que en los casos que se publiquen con diferencias respecto al original se especifique que se trata de una adaptación.
Así lo ha explicado a Europa Press el director de la Federación de Gremios de Editores de España, Antonio María Ávila, tras la polémica surgida por la intención de varias editoriales de modificar obras de autores como Roald Dahl –no es el caso de sus editoras españolas, Alfaguara y Santillana– o Ian Fleming y su saga de James Bond.
Ávila cita el artículo 14 de la Ley de Propiedad Intelectual, que incluye un epígrafe en el que se habla de «exigir el derecho a la integridad de la obra» de un autor salvo previa autorización. Esta medida es una continuación de las leyes de propiedad intelectual recogidas en el Convenio de Berna, aunque «más restrictiva» al respecto.
El editor aclara que en España «nadie que no sea el propio autor puede modificar la obra, ni siquiera los herederos». La «única posibilidad» que la ley deja «es la de dejar claro que se publica como adaptación y no la original», en caso de proceder en el texto a cambios como los anunciados para las obras de Dahl.
«Estas adaptaciones son relativamente frecuentes en el mundo juvenil, todos hemos leído alguna vez una obra de este tipo. Pero está claro que si alguien publica una obra bajo la etiqueta de 'adaptación', no es igual –sobre todo respecto a las ventas– que si sale como original», ha añadido, indicando que en caso de incumplir esto los editores podrían ser llevados a juicio –previa impugnación–.
Ávila ha criticado esta ola de modificaciones de obras cuyos autores ya están muertos. «A título personal, me parece una falta de seriedad y adaptarlo por una moda me parece una estupidez. Las modas cambian y lo que hoy parece el no va más, dentro de diez años puede no serlo», ha defendido.
«No hay que juzgar con ojos de hoy»
Esta no es la única de las reacciones surgidas tras el anuncio editorial. Por ejemplo, a principios de semana, el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, se mostraba contrario a la «cancelación» de obras literarias e instaba a «tener cuidado y no juzgar con ojos de hoy».
«Estoy en contra de la utilización de filtros (con las obras literarias) y supuestos cánones de corrección y cancelación pura y dura. Creo que es lo lógico y más desde una Administración y un Gobierno, que no puede haber criterios que se impongan», explicaba durante la presentación del Barómetro de Hábitos de Lectura.
En esta misma línea, el presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, Daniel Fernández, también se mostraba «en contra» de estas prácticas editoriales, recordando que la obligación del editor es la de «respetar la decisión del autor». «Esta moda está llegando a muchos lados, me refiero a la woke, pero a mí me parece que es una forma de cerrar los ojos ante lo que uno no quiere ver», señalaba.
«Una censura con pocas luces»
La escritora Edurne Portela, al ser consultada al respecto, cree que la revisión de obras como las de Roald Dahl por «una mal llamada corrección política que en realidad es una censura con pocas luces no va a prosperar».
«Espero que no siga y así lo demuestra la mayoría de gente con predicamento en el mundo literario, que se ha mostrado en contra. Cada obra hay que contextualizarla, ver hasta qué punto envejecen y nos apelan e incluso rodearlas de una explicación, pero hasta ahí», señalaba esta semana durante la presentación de su nuevo libro Maddi y las fronteras.
Asimismo, la escritora Marta Sanz lamentaba en una entrevista con Europa Press la «demagogia» de sustituir términos en las obras literarias en favor de la corrección política, al entender que «no se puede leer solo libros ejemplares».
«También hay que leer obras crueles o machistas y ejercitar así la conciencia crítica. La cancelación no enseña nada, vivimos en un mundo muy demagógico en el que se quiere vender textos que no generen ningún problema», explicaba.
Para la filóloga, en la literatura a veces se utilizan personajes «malévolos» que dicen «malas palabras» porque es una manera de «conocer la realidad». «Cuando la gente se escandaliza porque se cuenta que hay un niño gordo quizás es que no sepan lo que son los textos literarios. De lo contrario, serían cartillas lo que leemos», lamentaba.