El histórico esclavismo de Cataluña que TV3 convierte en un manifiesto de 'Black Lives Matter'
El tráfico de esclavos en esta comunidad fue el origen de las grandes familias de la burguesía y de la Cataluña moderna
Negrers. La Catalunya esclavista es un documental producido por la Televisión de Cataluña (TV3) donde se muestra el verdadero origen del modernismo catalán. De la Barcelona modernista que representa el Palacio Güell (Joan Güell, padre del mecenas de Gaudí, fue un gran traficante de seres humanos), el Palacio Moja o el Teatro del Liceo. La gran Cataluña se levantó con el dinero que entraba a espuertas en los bolsillos de los esclavistas, que en su tiempo y en su sociedad y a través de los años fueron considerados ilustres empresarios.
Grandes empresas e instituciones de la época, como el Banco de Barcelona o el Banco Hispano Colonial, eran pantallas para que siguiera entrando la riqueza ingente que generaban los esclavos. Antonio López, Antonio Goytisolo, Jaime Tintó o Joan Mas fueron algunos de los nombres con apellidos conocidos hoy en día por casi todos. Los gestores de las factorías de esclavos en Cuba y en África, los «campos de concentración», como los definen en el documental. La esclavitud de la que, según se desprende de la película, participó una gran parte de las familias catalanas de aquel tiempo, en mayor o menor medida, debido a lo enormemente lucrativo del oscuro negocio.
Revisionismo catalán
Una extraña inmolación, proviniendo de TV3, que a medida que avanza la película va teniendo su explicación: el Black Lives Matter aparece en las calles de Barcelona y en el guion de film, de repente. Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud atlántica (siglos XVI-XIX) es el libro, publicado en 2017 y mayormente silenciado, en el que se basa el documental que no gustó a los separatistas ni a los burgueses herederos principales de los beneficios de la esclavitud decimonónica. El relato de la inmaculada concepción del pueblo catalán se venía abajo con semejantes «hazañas», que en la película toman derroteros ideológicos de actualidad para acabar enterrando, o distrayendo, las raíces dudosas de la Barcelona y la Cataluña modernas.
La vinculación de la situación actual con la aberración de hace 200 años no tarda en aparecer. Como la escritora y educadora guineana, Remei Sipi, especialista en «cuestiones de género» y feminista militante que pide en perfecto catalán que se cree una asignatura en los colegios para «concienciar», no para que se enseñe la historia del esclavismo catalán, sino para poder decir que ese esclavismo se mantiene hoy en día en todo el mundo. «El privilegio de los blancos y su egocentrismo», dice. Se ven imágenes de cómo retiran la estatua de Antonio López (cuya plaza fue renombrada como Idrissa Diallo, una inmigrante guineana que murió en un centro de internamiento), el revisionismo moderno, lo woke que confunde y distorsiona la realidad, y hablan de aquellos millones de hombres y mujeres sistemáticamente esclavizados durante el XIX como si hoy siguieran existiendo del mismo modo.
Vehículo de adoctrinamiento
Así, una activista aboga por la abolición de la Ley de Extranjería para «no tratar a los extranjeros como si fueran subalternos», y afirma que «los derechos humanos son para todos y todas y todes o no son derechos». Se piden «reparaciones» e indemnizaciones económicas... El documental que parece que está siendo un sorprendente relato de un pasado oculto hasta que se convierte en un sectario vehículo de adoctrinamiento perfectamente woke, en cuyo final no queda ni rastro de los Güell o de los Tintó (quienes, por ejemplo, construyeron con el dinero del tráfico humano el Gran Teatro del Liceo), del esclavismo atroz que convirtió a muchos catalanes posteriormente prominentes en algunos de los hombres más ricos del mundo (y a sus familias por los siglos), para terminar con un mensaje que se extiende a todas las «causas» actuales más allá del racismo y que podía haber firmado el Black Lives Matter y no un historiador.